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Vacunas, nepotismo y negacionismo

Por Francisco Collado , 23 enero, 2021

 

Miro alrededor y me encomiendo a San Cucufato de airado flato. Habitamos un país que no ha enfocado la pandemia desde una perspectiva científica. Lo hemos abordado desde la nociva visión de los hunos y los hotros. Desde una dudosa decisión que fragmenta el abordaje de medidas desde un desquiciado reino de taifas, delegando arbitrajes, responsabilidades y decisiones que deberían tener un mando único. Pero a nivel electoral es más jugoso no tomar decisiones impopulares y soltarles el marrón a las correspondientes autonomías. El dislate no termina ahí. Llegan las vacunas y el nepotismo sigue su camino. En una residencia se saltan el orden de vacunación y se vacunan ellos y unos sacerdotes que están en contacto directo con los ancianos. Las redes arden de indignados y ofendidos. Cuando comienzan a saltarse el orden los políticos, los indignados anteriores desaparecen por arte de magia. Incluso, en algunos casos, tratan de justificar o apoyan a los felones. Claro, la guerra de los hunos y los hotros continúa.

Dimiten los hunos, pero no los hotros. Como viene siendo habitual en quienes han convertido la mentira en una de las Bellas Artes.

Europa comienza a plantearse que las únicas mascarillas válidas son las FPP2. Con lo que costó aquí que bajaran el IVA de las quirúrgicas con aquella cantinela de “Europa no nos deja”, convertida en el meme del año. Lo llevan claro las familias como esperen una bajada del IVA en estas mascarillas.

Le vendemos 30.000 dosis de vacunas a Andorra en un ejercicio de solidaridad. Pfizer ha reducido el envío de sus partidas a España en un 41% y gran parte de los que se encuentran en primera línea siguen sin haber recibido ni la primera dosis.

Los conspiracionistas siguen a los suyo, en un amplio ejercicio de patológica imaginación. Complots entre Sanidad y Gobierno para lucrarse con los PCR, virus inexistentes para controlar la población y una larga lista de necedades que, precisarían de la correspondiente medicación y terapia.

El culmen del sectarismo, a que ya nos tienen acostumbrados en esta piel de toro, es la negativa a vacunar a sanitarios de la privada que ha tenido que llegar a nivel judicial. El juzgado de lo Contencioso Administrativo número 3 de Alicante les pone las pilas dictando que “se elimine cualquier impedimento que obstaculice esta vacunación”.

La gerontofobia sigue extendiéndose entre una juventud sin valores. El olvido de nuestros mayores, el abandono. La posibilidad de que sean prescindibles a la hora de realizar triajes. No es de extrañar cuando el mensaje que han recibido durante la pandemia es el abandono y el segundo plano en que se ha situado a los mayores, o el envío de morfina cuando se pedían medicinas.

Piden ayuda a sanitarios “voluntarios” con circulares internas, pero no solicitan la ayuda de 3000 sanitarios del ejército y la red de 27000 profesionales de sanidad privada, que ofrecieron su colaboración “sin facturar”. Se prefiere el uso “de estudiantes, jubilados y ONG con experiencia en vacunación”. Así nos luce el pelo ¡!País!

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