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Un tal Messi, se va

Por Francisco Collado , 27 agosto, 2020

Andaba mi cerebro (en el supuesto de que posea tal atributo), despistado en cosas humanas y misérrimas. Asuntos de tan escasa importancia como la supervivencia de la humanidad, el futuro que le espera a los jóvenes, la economía destrozada, la falta de previsión sanitaria, la pandemia  que crece y crece…Minucias y naderías al lado de las noticias de verdadera enjundia e interés humano. Un tal Messi se marcha de un equipo de fútbol.

Me he sentido mezquino y carente de toda empatía ¿Cómo puedo andar divagando en naderías y ñoñeces varias, frente a una noticia de ese calibre para el futuro de la humanidad?  El tal Messi se va…

Se va y nos deja huérfanos de nosotros mismos. Seguramente para padecer sufrimientos sin límite. Seguramente para sufrir las inclemencias de la vida. Vivo sin vivir en mí desde que recibí esta impactante noticia. Trascendental para el desarrollo de la civilización. ¡Ay Mísero de mí, Ay infelice!

El tal Messi se va. Ignoro  cómo podría haber sido mi vida de no recibir a tiempo este crucial mensaje, imprescindible para el futuro que nos espera y necesario para afrontar la debacle que se aproxima. Y yo; sórdido humano; perdiendo mi tiempo en pensamientos sobre los próximos años, el cambio de vida a que nos somete el covid y papanatas semejantes.  Mientras se despliega frente a mí una noticia de ese calibre humano y divino…

Huérfanos de nosotros mismos, nos habremos de arrastrar por el desierto de la desesperanza ¿Qué importancia tiene ahora el genocidio a que sometemos a nuestros ancianos en las residencias? El tal Messi se va y nuestras vidas ya nunca serán las mismas. Nosotros, los de antes, ya nunca miraremos el mundo de igual modo.

No termina el día sin que reciba otra noticia que traduce mi resquemor, mi inquietud de días anteriores: Belén Esteban ha estado desaparecida  ¡Claro! De ahí esa picazón que inquietaba mi espíritu. Ese desasosiego del Yo. Ése yo qué sé, yo sé qué, qué sé yo…Ése nihilismo que se me apoderaba al alba. Huérfano me dejó de sus profundos pensamientos filosóficos, de su señera visión antropológica. Huérfano de su verbo áureo y su profundo intelecto. Después, el programa aclara que ya ha sido localizada para alborozo y júbilo del orbe.

Ello me ha evitado dedicar mi adicción (durante la huerfanía)  a la ínclita Yola Berrocal que, aunque es de la familia, no alcanza la charme y el glamour de mi Esteban.

Aquellos a los que Messi y Belén Esteban les interesan lo mismo que la reproducción de la mosca del azúcar. Pues ellos se lo pierden. Es lo que tiene.

Si me disculpan, voy a vomitar…

 

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