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Ucrania, la mecha en Europa

Por José Luis Muñoz , 20 febrero, 2014

Protestas-en-Ucrania-4-620x348Un artículo catastrofista—mucho ojo, que las distopías se cumplen más que las utopías, siempre—de Paul Craig Roberts, un economista antiguo adjunto al Secretario del Tesoro, titulado Rusia bajo el ataque norteamericano, me ha hecho reflexionar sobre la convulsa situación que está viviendo Ucrania que se parece, cada vez más, a una preguerra civil entre partidarios de pertenecer a la Unión Europea, europeístas entre cuyas filas hay de todo, hasta muchos fascistas, y los que con el presidente Yanukovicht a la cabeza optan por seguir como están, cercanos a la Rusia de Putin.

El artículo del economista norteamericano, que habla de una especie de Armagedón que se está produciendo en Europa y que de seguir así, es decir, creciendo en intensidad y virulencia—en virulencia ya crece y la prueba son los veintiséis muertos, entre manifestantes y policías, en las revueltas de ayer—, se puede traducir en un enfrentamiento directo entre EE.UU y Rusia. El articulista habla de la obsesión de Estados Unidos, desaparecida la barrera del bloque soviético, de ir ampliando sus zonas de influencia a costa de los antiguos territorios satélites de la desaparecida URSS. Ucrania sería un buen pedazo, una captura de lujo. Poder instalar en ese país vecino de Rusia una base de la OTAN, el sueño estratégico de los norteamericanos. Washington está utilizando los medios de información de masas para preparar a los norteamericanos ante la confrontación con Rusia y para predisponer a los rusos y a otros pueblos de todo el mundo contra Putin. Washington desearía fervientemente cambiar a Putin por un dirigente más débil y maleable, dice el economista norteamericano Paul Craig Roberts en su artículo.

Lo de Ucrania está tomando muy mal cariz. Por una parte está el gobierno elegido democráticamente, aunque ya sabemos lo que es la democracia en todos esos antiguos territorios que habían pertenecido a la URSS—los dos líderes de la Revolución Naranja acabaron mal: el presidente prooccidental Viktor Yuschenko fue envenado con dioxina, y Yulia Timoshenko, dos veces primera ministro, sigue encarcelada por delitos económicos—, que rechaza la integración de Ucrania en la Unión Europea, una decisión cuerda desde mi punto de vista tal cómo está Europa en estos momentos, y por otra parte una oposición difusa y muy radicalizada cuya cabeza visible es el exboxeador Vitali Klitschko. El pulso está echado y todos parecen haber ido ya demasiado lejos. Los opositores tienen tomado el centro de Kiev, asaltan y queman los edificios oficiales, se pertrechan militarmente con cascos, rifles de caza y pistolas dejando de lado la manifestación pacífica para ir a la confrontación pura y dura, y el arrinconado presidente Yanukovitch va a llamar al ejército para restablecer la paz y el orden. Si la unidad del ejército se resquebraja tendremos una guerra civil, ya casi la tenemos con los veintiséis muertos del martes, en el corazón de Europa.  Además, y eso ya todos sabemos que es una desventaja de cara a la codicia internacional, Ucrania, el granero tradicional de Rusia con el cincuenta por ciento de su territorio cultivable, es rico en carbón, hierro, gas y petróleo.  En la medida en que Rusia, si Yanukovicth se muestra incapaz de dominar la situación, intervenga y lo hagan, apostando por el otro bando, la Unión Europea y Estados Unidos, el Armagedón que pronostica Paul Craig Roberts tendrá posibilidades de producirse. Y esto no es política ficción.

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