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SOBRE LAS TAREAS DEL NUEVO GOBIERNO, SI LO HUBIERA

Por Agustín Ramírez , 19 febrero, 2016

Las elecciones del pasado 20 de diciembre, arrojaron las siguientes cifras: más de 9.280.000 personas se abstuvieron (26,80%), al bloque de derechas (PP y Ciudadanos) fueron a parar más de 10.716.000 votos (42,27%) y al bloque de izquierdas (PSOE, Podemos, IU-UP) más de 11.643.000 votos (45,93%). Esos votos traducidos en escaños han representado 163 (46,57%) para el bloque de la derecha y 161 (46,00%) para el bloque de la izquierda.

Si revisamos los datos de las anteriores elecciones del año 2011, los resultados  fueron así: se abstuvieron más de 11.113.050 personas (31,06%), al bloque de derechas (PP y UPyD) le votaron más de 12.009.000 personas y al bloque de izquierdas (PSOE e IU) más de 8.689.000 personas.

Primera observación: el bloque de derechas ha perdido casi 400.000 votos, el bloque de izquierdas ha aumentado en 2.954.000 votos y los abstencionistas se han reducido en 1.833.000 personas. Si esta evolución del voto la observamos con la información de que el bloque de izquierda ha sido votado por casi más de un millón de personas que el bloque de la derecha, parece razonable pensar que sean las izquierdas quienes debieran formar gobierno.

Segunda observación: no hace falta ser un lince, sino un sencillo observador de a pie, para entender que las políticas llevadas a cabo por el gobierno de Mariano Rajoy han tenido una conclusión electoral lógica, e incluso demasiado generosa. Tantos recortes y tanta prepotencia parlamentaria han provocado el desafecto electoral lógico, y si a eso le añadimos la corrupción en tantas ciudades de España –las ya conocidas antes de las elecciones y las que están surgiendo después de ellas- no hacen sino evidenciar la necesidad de que “se vayan de una vez”.

Tercera observación: el bloque alternativo de izquierdas debe saber que, desgraciadamente, no es posible tomar medidas como si se tratase de darle la vuelta a un calcetín. Es en estas situaciones cuando la realidad se impone como una losa y se distingue claramente que una cosa es el gobierno de un país y otra cosa el poder real, el que se ejerce sobre un país o sobre demasiados países y sin necesidad de “molestas” votaciones. El ejemplo de Grecia está demasiado reciente, incluso ahora mismo está habiendo huelgas en contra del gobierno por hacer aquello –de una u otra manera- que se dijo que no se haría.

El poder de la troika, los inversores internacionales, la banca nacional, las empresas del Ibex35, la subordinación a las directrices de la Unión Europea son losas que pesan demasiado como para hacer los cambios desde el Boletín Oficial del Estado, y esta es la cruda realidad.

La cruda realidad es que las medidas nacionales posibles, lo son en la medida en que no rompan las reglas del juego que el poder real ha tejido –cual tela de araña-, tanto con instrucciones e imposiciones a nivel supranacional como con la amenaza de los poderes nacionales reales. A quien pretenda salirse del carril, estacazo y vuelta al mismo –pregúntenle a Alexis Tsipras que algo conoce de esto-. La alternativa, un masivo y mayoritario apoyo popular, con todas sus consecuencias, a un gobierno que decidiese intentar hacer lo que la mayoría de los ciudadanos le pidieran que hiciera.

Y a ello han de ponerse el PP como el más votado con 7.215.752 votos -3.650.814 votos menos que en las anteriores del 2011-, el PSOE con 5.530.779 votos -1.472.732 votos menos que en las anteriores del 2011-, C’s con 3.500.541 votos y nuevo en el Congreso como Podemos y “sus Mareas” con 5.189.463 votos, así como UP-IU con 923.133 votos -762.907 menos que en las anteriores del 2011-.

Pero no hay que olvidar dos cuestiones; una, que cualquier modificación de una ley orgánica, conforme al artículo 81.2 de la Constitución requiere de una mayoría absoluta del Congreso y otra, cualquier modificación de la Constitución requiere de una mayoría de 3/5 de cada Cámara y, por recordar, en el Senado el Partido Popular tiene mayoría absoluta.

Las reformas institucionales, la reforma laboral, los salarios precarios, las pensiones, el empleo digno y estable, la reforma fiscal, la ley de dependencia, la reforma electoral, la sanidad pública, la educación pública, la investigación pública, el medio ambiente, la corrupción, la violencia de género y otras más son las situaciones que están esperando en un oscuro rincón del Congreso de los Diputados para que un nuevo gobierno decida poner por escrito y en público, decir como se va a hacer, cuanto cuesta, de donde sale el dinero y, sobre todo, que hacer si le poder real no lo permite.

Conclusión: en la situación actual y suponiendo que se formase cualquier tipo de gobierno, ¿Habrá quien abra la puerta a las reformas del párrafo anterior o tendrán que seguir esperando al resultado de unas nuevas elecciones?

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