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Pioneras. (V)   Dorothy Arzner. Narrando contra el sistema

Por Francisco Collado , 24 mayo, 2021

 

Portrait of film director Dorothy Arzner.

Cuando fui a trabajar a un estudio, tomé mi orgullo, hice una bonita bolita y la tiré por la ventana.”

Dorothy Arzner consiguió introducir su visión del mundo, en medio de un férreo sistema de regulación, rodeada de una censura siempre vigilante desde los parámetros del Código Hays. Supo crear sobreponiéndose al sistema vertical de los Estudios y a la tiranía de los productores. Feminista, lesbiana y deseosa de contar historias sobre mujeres que no necesitan al otro sexo para vivir, de dibujar retratos complejos, huyendo del arquetipo y el adocenamiento.

Sus comienzos fueron en la base del séptimo arte, donde su experiencia como guionista, montadora o escenógrafa le servirían después para ser una directora que sobrevivió al cine sonoro (a diferencia de otras compañeras como Alice Guy o Lotte Reiniger). Dorothy abanderó el feminismo en Hollywood, convirtiéndose en pionera en el desarrollo de mujeres fuertes, inteligentes e incansables en la lucha por sus derechos. Su contribución a la situación de la mujer supera los márgenes de la pantalla. Como otras mujeres de su época. Su primer trabajo fue como secretaria, del departamento de guiones, lugar adecuado para el sexo femenino según los cánones de la época. Pero Alice no se rindió y consiguió recorrer un largo camino, recortando negativos, siendo script y, finalmente, montando películas. Sangre y Arena (Blood and Sand. 1922. Fred Niblo), fue una de las películas donde colaboró, concretamente en las escenas de toreo. Después, ella dijo que en realidad había dirigido al equipo de segunda unidad para la filmación de algunas de esas secuencias.

Como la mayoría de los directores de su generación, Arzner obtuvo una amplia formación en la mayoría de los aspectos de la realización cinematográfica trabajando desde abajo. Era la mejor manera de convertirse en cineasta, dijo más tarde.

Después pasaría a montar un wéstern “The Covered Wagon”, dirigida por James Cruze. Un film importante para su época, con un presupuesto de 782.000 dólares. Esta palanca le sirvió para comenzar a dirigir películas hasta culminar en Christopher Strong (1933. Hacia las alturas), un drama para RKO con una joven Katharine Hepburn, que obtuvo críticas positivas por parte de la prensa especializada, que la consideraba un vehículo estelar para la actriz (The New York Times. Mourdant Hall). Un retrato visualmente absorbente de una mujer que vive al margen de las convenciones sociales, película contada desde la visión sexual de la mujer.

Antes se vio obligada a amenazar a Paramount para que la dejara dirigir, alegando que Columbia Pictures le había ofrecido trabajo. Para no perder un efectivo tan talentoso le cedieron la dirección de La reina de la moda (1927)

Se convirtió en la primera mujer en dirigir una película sonora “Manhattan Cocktail (1928)

Paramount se tambaleó durante la Gran Depresión, al borde de la bancarrota y entró en quiebra, antes de ser salvado por otra mujer icónica (Mae West). Al recortar el sueldo de los empleados Arzner decidió trabajar con la RKO radio por cuenta propia. El enfrentamiento con una mujer de carácter como Katharine Hepburn estaba profetizado. Dos mujeres fuertes e inflexibles que no cedían terreno y terminaron estableciendo una relación de trabajo civilizada, pero gélida.

Pero sería un film con Rosalind Russell, titulado Craig´s Wife (1936. La mujer sin alma), dónde lanza una acusación a una sociedad que limita a las mujeres únicamente a los roles domésticos.

Dirigiría a la intensa actriz Joan Crawford en “La novia vestía de rojo” (1937), un melodrama donde mixtura Pigmalión con Cenicienta, disfrazada de la elegancia de las películas románticas de la Metro. Una vez más el sesgo feminista de la autora nos presenta a una mujer (Crawford) que lucha por salir delante de los roles en los que la encorseta la sociedad. Una lucha por salir de la vida frustrante y castradora a que estaban abocadas socialmente.

Fue la primera mujer miembro del Gremio de Directores de América (DGA) y la única durante muchos años. Ella desafió el concepto falocéntrico del mundo del cine con su look masculino, su abierto lesbianismo con el que rompió el techo de cristal, negándose a ser descrita como “mujer directora” o “directora gay”. Ella siempre insistió, con toda la razón, en que era simplemente “directora”.

Nuevamente la protagonista es la mujer en Dance, girl, dance (1940), una mirada sin prejuicios al mundo del burlesque. Interpretada por Lucille Ball y Maureen O´Hara, contiene un discurso donde Judy (O´Hara) le planta cara a la platea donde le echa en cara la visión sexista de la mujer en el mundo del espectáculo:

“Mirad. No tengo vergüenza. Reíd, habéis pagado para eso. Nadie os hará daño. Queréis que me desnude para que los 50 centavos valgan la pena. 50 centavos para mirar a una chica que sus mujeres no le dejan ver. ¿Y qué creéis que pienso de vosotros? Vuestras madres se avergonzarían de vosotros. Y los trajeados también vienen a reírse de nosotras. Nosotras no reímos también, salvo que nos han pagado para alegrar la vista y llenar vuestros propósitos espirituales. ¿Y por qué? ¿Para qué os vayáis después con vuestras esposas y novias, y juguéis a ser el sexo fuerte durante unos momentos? Estoy segura de que vuestras mujeres no son idiotas.

Esta es una de las películas donde el concepto de sororidad se adelanta a los tiempos. Sus anti heroínas se respetan y se apoyan entre ellas. Nunca buscan el matrimonio, ni el príncipe azul. Son personas llenas de sueños. Con aspiraciones profesionales que se ven obligadas a luchas dentro de una sociedad dominada por hombres, pero no se pliegan a ello. La camaradería es la marca de la casa. Adelantada a lo que el feminismo tardaría algunos años más en teorizar, la situación de la mujer dentro del mundo del espectáculo reducida a la mirada masculina.

La película ha sido seleccionada para el Registro Nacional de Cine por la Biblioteca del Congreso por ser «cultural, histórica o estéticamente» significativa.

Arzner vivía con su pareja, Marion Morgan, bailarina y coreógrafa. En 1943 sufrió una enfermedad (neumonía), de la cual no se recuperó y no volvió al cine. Comenzó a enseñar arte del lenguaje de la escena y la realización en la Universidad de los Ángeles y anuncios publicitarios que le encargó su amiga, Joan Crawford, como un favor al esposo de aquella , presidente de la Junta Directiva de Pepsi-Cola Company (Alfred Steele).

Tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, en el número 1500 de Vine Street. En UCLA enseñó dirección y escritura de guiones. Uno de sus alumnos fue Francis Ford Coppola, el primer graduado de la escuela de cine en lograr un gran éxito. La profesora iba a clase cargada con una caja de galletas porque sabía que los alumnos tenían hambre.

La primera película hablada de la desenfadada Clara Bow fue The Wild Party (1929). Las escenas protagonizadas por grupos de mujeres son mayoría. Por encima de las historias de amor de las protagonistas está su sentido de la amistad, hasta el punto de que la estudiante frívola (Bow), sacrifica su carrera académica para salvar a su amiga del escándalo. Tratándose de una obra pre-Code, permitía acciones, vestuarios y situaciones que serían impensables después bajo el férreo sistema de censura. Clara Bow encontró dificultad para acostumbrarse a los micrófonos de su primer talkie. Arzner ideó el “boom microphone” para flexibilizar la colocación y que Bow pudiera moverse. Se considera que este fue el primer micrófono que se utilizó de estas características. Las protagonistas se enfrentan nuevamente al heteropatriarcado, en esta caso versión universitaria, que se entromete en sus vidas privadas y expulsan a las que no encajan en su código moral. Sin olvidar el tema lésbico codificado y reivindicativo.

Su propia vida se convirtió en referente y modelo a seguir para otras mujeres cineastas. El Primer Festival Internacional de Cine para Mujeres (1972), la honró proyectando “The Wild Party”. Durante el segundo festival (1976) se pudo visualizar una retrospectiva completa.

No podía faltar la frase de Katharine Hepburn durante el homenaje de 1975 en la DGA con un directo telegrama:

¿No es maravilloso que hayas tenido una carrera tan grandiosa, cuando no tenías derecho a tener una carrera en absoluto?»

Los documentos, archivos y películas de Arzner se conservan en Cinema and Television File en UCLA, gracias a Jodie Foster, quien recaudó fondos suficientes para su mantenimiento.

El cine de Arzner desafió la estructura patriarcal que mantenía presunciones sobre los roles sociales de las mujeres en los vínculos que conforman las protagonistas. Mujeres que se afirman frente al amor, la maternidad, el trabajo como objetivos principales de sus vidas según la sociedad reinante. El viaje de lo femenino fue mapeado por la directora con sensibilidad, no exenta de firmeza. Con brío, con épica y una nueva perspectiva protofeminista, donde las mujeres unidas pueden excluir a los hombres.                                       

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