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Pedir limosna en el supermercado: la última opción de los más necesitados

Por Octavi Franch , 28 diciembre, 2015

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Ya se acerca, inexorablemente, la mágica fecha (para algunos, los más inocentes) de la vigilia de Reyes, es decir el 5 de enero de 2016. Esta vez no creo que lleve a cabo las mismas gestiones que hice este mismo año, básicamente porque las dos dietas extremas que estoy sufriendo me impiden comer cualquier alimento tóxico, como por ejemplo el espléndido, salvaje y sedoso roscón de reyes que venden en uno de los supermercados más emblemáticos de la periferia de Tarragona.

Para todos aquellos que no tengáis ningún problema alimentario o que ya os parezca bien tenerlo (la gran mayoría) os recomiendo que encontréis el mencionado súper hipermercado el anochecer del día 5 de enero, justo antes de que cierren: hacen una oferta 2×1 en todos los roscones de reyes. Y los tienen de chocolate, nata y crema, de todas las medidas. ¡Los pasteles navideños de mi vida! Qué lástima que ahora mismo no pueda ni tragarme un donette…

Pero hoy no toca hablar de gastronomía en particular ni alimentación en general. No. Hoy toca hablar de los voluntarios que, sin ser del todo conscientes, se aprovechan de la buena fe de la poca buena gente que todavía queda en el planeta, con el fin de compartir sus ahorros y el sudor de su trabajo diario. Así pues, resulta que el 5 de enero de este año mi esposa y yo fuimos a comprar a este supermercado. Me parece que era la primera vez que íbamos. Ya haía un tiempo que queríamos ir, pero el hecho de vivir a unos 50 quilómetros nos complica desplazarnos a menudo. Pero como aquel día decidimos pasar el día en Tarragona ciudad y concluir varias cosas que teníamos a medias (como recogidas de juguetes y otros artículos culturales que colecciono y que voy dejando pagados por todos lados) pues acabamos la tarde en el mencionado almacén de botellas, latas y ultramarinos debidamente envasados.

Pues en la entrada, había una chica que se presentaba como voluntaria de no sé qué ong que se encargaba de recoger alimentos o dinero (ahora no recuerdo muy bien si eran las dos cosas o sólo una) para la gente que no encontraba trabajo de los barrios marginales de Tarragona. Yo no me encontraba demasiado bien y fue mi mujer la que se encargó de atender a la mencionada persona. En primer lugar, le informó de que no es verdad del todo que no haya trabajo; que lo que no hay, en general, son ganas de trabajar. Como ya sabéis, aparte de escritor y periodista a modo altruista después de 7 años de infierno en silencio literario, tengo una empresa de servicios con mi mujer. Esto quiere decir que trabajo 18 horas al día. Este artículo, por ejemplo, lo estoy escribiendo el lunes 28 de diciembre de madrugada, porque normalmente a las 4 ya estoy trabajando. Es que soy autónomo-empresarios, ¿sabéis? Pues como os decía: a través de nuestra propia empresa hemos ofrecido, en varias ocasiones, trabajo a personas que nos lo han suplicado, la última vez hace sólo unos días. Aseguramos 2000€ netos por trabajar 8 horas al día de lunes a viernes. Y cuando les explicas el trabajo (comercial sin vender nada) o dicen que no o no hacen lo que se les ha dicho. Resultado: a mí me hacen perder un montón de tiempo y un montón de dinero, cosas que no me puedo permitir, lógicamente. Pero volviendo a la chica con carpeta y gorro de Papá Noel, la joven evidentemente se quedó traspuesta y sin argumentos ante la plasmada realidad con palabras auditivas que le había traspasado mi esposa, la única persona tan trabajadora que he conocido en mi vida (y tengo 45 años y medio y llevo trabajando, ininterrumpidamente, desde los 16).

Pero lo más grave es suponer que muchísima gente, malinformada por una realidad totalmente distorsionada y subjetiva, seguro que cayeron en la trampa emocional y dieron dinero o comida o las dos cosas a la recolectora de la mencionada ayuda, lo cual evidentemente no tiene la culpa de nada; sólo intenta aportar su ínfima dosis de bondad con el fin de resolver el peor estigma que nos ha tocado vivir los últimos años. Porque si tienes tiempo para pedir caridad y que los pobres voluntarios hagan la tarea que tendrías que realizar tú, también tienes tiempo para enviar currículos e, inclusive, llevarlos en mano que es la manera más rápida y eficiente de encontrar trabajo. Hay que ser perseverante, pesado incluso. ¿Si no cómo es creéis que me dieron la oportunidad de publicar este artículo y otros en este magnífico periódico?


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