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Niños adulterados

Por Aqurtin Galvo , 10 febrero, 2014

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Cuando veo a niños cantando como adultos, con voz de adulto y pose de adulto, me digo que algo va mal. Sí, algo me huele mal en un programa como La Voz Kids, en emisión en Telecinco, desde el mismo título, con ese kids, ¿kids? ¿Es que no sirve la palabra niños, es que no sirven ya las palabras infancia, inocencia, niñez, chaval, chiquillo, infantil, zagal, nene, nena…? ¿Es que hasta la niñez ha dejado de serlo en nuestro tiempo y en nuestro idioma? El uso de la palabra inglesa Kids no me parece gratuito; por el contrario, enfatiza el alejamiento o el extrañamiento entre el espectador y la niñez, entre el espectador español y la exposición a la que se somete a los niños que allí van a ir apareciendo. Digámoslo claro: se trata de un eufemismo para enmascarar una comercialización dulzona y desconcertante.

Viendo La Voz Kids uno tiene la sensación de que la adolescencia se está comiendo a la infancia, y esa franja que ahora se denomina preadolescencia, terreno de nadie, frontera especulativa y mercantilista, lo abarca ya todo: en cuanto el niño sale de la cuna ya es un preadolescente y puede comenzar a consumir, o mejor dicho: puede comenzar a consumirse. Además, cuando veo niños en un programa de televisión me pregunto: ¿cuándo estudian? ¿Estos niños no tendrían que estar estudiando o jugando o creciendo en un entorno familiar? Porque, no me negarán que, entre castings, ensayos y grabación del programa –sin mencionar el estrés, los nervios y la presión a la que se les somete, voluntaria o involuntariamente– el niño no ha perdido unos cuantos días de colegio, unas cuantas horas de estar jugando con sus amigos y familia, un tiempo precioso de su verdadera e irrecuperable infancia.

No nos engañemos, un programa como La Voz Kids no es para el consumo de niños, sino para que los niños se consuman. Terrible, por ejemplo, resulta ver como los couch se lanzan sobre los chavales para besarlos y abrazarlos y decirles lo guapos que son y los bien que cantan, como si fueran unas abuelas postizas, asegurándoles: esto va a ser como un juego. Además, ver a niños llorar me resulta igualmente triste, un espectáculo doloroso que no puede ser eso: espectáculo y que algunos programas han querido y quieren explotar. Pero, aún peor que eso, -y puesto que detrás de este tipo de programas ha habido un casting gigantesco-, es el colmo de la manipulación ver que los niños seleccionados no se comportan como tales, o mejor: no cantan como niños. El casting en La Voz Kids ha buscado y rebuscado entre miles de candidatos para encontrar niños que cantan como adultos. Aberrante.

En numerosas ocasiones hemos visto como desde Europa se criticaba, y con razón, los concursos infantiles de belleza, y todo lo que conllevan, que se celebran en los Estados Unidos. Cuando nos estamos llenando la boca con la protección a la infancia desde tantos ámbitos, cuando se trabaja contra la explotación infantil, a favor de la protección de la imagen de los niños, etcétera, ¿qué significa un programa como La Voz Kids en nuestras pantallas? Y en este caso que no me digan: si no le gusta, apague la tele o cambie de canal. No, estamos hablando de algo tan serio como la infancia en nuestra sociedad. Y, sin olvidar, que la cadena amiga Telecinco ofrece a los niños, cuando vuelven a sus casas por la tarde, un programa tan “edificante” como Sálvame.

Si yo fuera padre y tuviera algún hijo con buena voz o con dotes para la cocina o la actuación, creo que lo último que haría es exponerlo a un programa de televisión. Eso sí, si me viera envuelto en un evento tal, no podría evitar acompañar a mi retoño al escenario y reventar el acto con una actuación maravillosamente bochornosa, como aquella que se desarrollaba al final de Little Miss Sunshine, una de las mejores películas de los últimos tiempos.

http://www.telecinco.es/lavozkids/

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