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MYHYV: ¿Una comedia?

Por Jordi Junca , 9 mayo, 2014

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No quisiera cometer la mediocridad de decir que Mujeres y Hombres y Viceversa es una porquería, y es que la inclusión en el título de la palabra viceversa ya constituye para mí una primera declaración de buenas intenciones. Se trata de una palabra en desuso, totalmente casada con el lenguaje propio de un individuo con cierto bagaje cultural y, en resumen, creo que tiene un significado simbólico muy particular; es una manera de decirnos que hay algo escondido entre las peleas y las lágrimas de cocodrilo, un atisbo de esperanza ante la aparente decadencia. Recuerdo que un entrenador de fútbol que tuve la utilizaba al final de una lista a modo de etcétera. Quizás gracias a Telecinco  la sitúe por fin al final de un listado de dos palabras de ida y vuelta.

Hasta aquel día me había precipitado en mis juicios. Siempre había creído que MYHYV era un trocito más de aquella televisión que provenía de los contenedores. Sin embargo, un lunes cualquiera Rafa Mora me dio una lección que no olvidaría fácilmente: en una entrevista en un canal (de cuyo nombre no quiero acordarme) se jactaba de que la gente considerara que era tonto. Decía que si eso significaba que con 26 años uno tuviera el piso pagado y un BMW esperándolo en la puerta de Telecinco, entonces estaba totalmente de acuerdo en que era tonto y de remate. Dijo que, en ese supuesto, prefería que los intelectuales siguieran siendo intelectuales y los ignorantes como él siguieran siendo ignorantes.

Fue ese día cuando me di cuenta de que algo se nos escapaba. Más adelante y después de pensarlo mucho, decidí que el programa era en realidad una gran comedia que fingía ser un programa. Los concursantes resultaban ser personajes arquetípicos que parodiaban cierto colectivo de la sociedad. El propio Rafa Mora era un actor. El guion, por supuesto, exigía las horas de gimnasio y la soberbia. El tipo era tan bueno que todo el mundo cayó en la trampa. No era tan raro. A lo largo de mi vida me he dejado engañar en más de una ocasión por los Docufiction, esas películas hechas por el demonio y que pretenden ser un documental serio pero que en realidad no son más que un pasatiempo (ver mermaids, the body found) o, en todo caso, una historia interesante. Pues en el caso que nos concierne, pasa más o menos lo mismo.

 Llegados a este punto, y si suponemos que en efecto se trata de una comedia especialmente retorcida, deberíamos aceptar que en el interior de esa horrible fachada existe un mensaje oculto. En efecto, después de oír las palabras de Rafa Mora un lunes cualquiera, tuve la certeza de que detrás de toda aquella parafernalia grotesca tenía que haber un bien superior. Pude confirmar esa teoría no mucho más tarde, cuando presencié (lo admito, no estaba haciendo zapping) como discutían un tronista y una pretendienta. Él intentaba convencerla a ella de que no. Ella por el contrario exponía buenas razones para que fuera que sí, que estaban hechos el uno para el otro. Fue entonces cuando lo entendí todo, y me sentí en ese instante como si por fin hubiera encontrado un oasis entre las eternas dunas del desierto.

Efectivamente, esa era la transgresión: por naturaleza, hay ciertos aspectos que el ser humano no puede controlar y, precisamente, la atracción física es una de ellas. En cambio, los dos actores argumentaban aquel tipo de decisiones meramente fisiológicas haciéndolas trascender al plano racional. Allí estaba el arte. En aquel otro mundo, se discutía sobre la atracción sexual igual que se divagaba en el nuestro acerca de la congruencia o no de la existencia de un rey en los días que corren. En mi opinión, hacer que tal cosa parezca lo más normal del mundo, no es tarea fácil.

Y eso no es todo. Había, además, otro mensaje todavía más evidente, aunque tardé más tiempo en interpretarlo: todos los hombres y todas las mujeres (y viceversa) han soñado desde siempre poder elegir a dedo una pareja. Quién no se ha sentido alagado cuando más de un individuo del sexo contrario (y al mismo tiempo) le ha querido hincar el diente. Aquella comedia que era el programa hacia palpable también esa bonita ficción, y quizás la audiencia disfrutaba de aquel sueño. El que consume fantasía, busca, a fin de cuentas, tener acceso a un mundo en el que ocurran aquellas cosas que le gustaría le sucedieran a él mismo. Tal vez eso explicaría el éxito apabullante del programa de Telecinco, nos guste o no, compartamos esa cultura gimnasio-discoteca o no la compartamos.

P.D: Solo me queda, desde aquí, hacerles llegar un aplauso sentido a los guionistas. En cuanto a los actores, no sé hasta qué punto son conscientes de su condición.


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