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Manifiesto abstencionista frente a la Santa Inquisición Democrática

Por Diego Pacheco , 29 mayo, 2014

Abstención activa o ideológica:

considerada como un acto político de rechazo a la legitimidad del sistema político.”

En Wikipedia (Nuestra nueva religión)

Y era un día soleado de 2014, recuerdo bien, era el 25 de mayo de 2014. Los colores amarillos, esas tonalidades que se hacen sobre las paredes de los edificios de Bogotá… este día eran más intensos. Parecía que fuera a haber un incendio… Si pudiéramos quemaríamos en la hoguera a todos los que nos rodean que no piensan igual a nosotros. Lo discutimos varias veces, parece que los colombianos fuéramos por naturaleza así. Criaturas mezquinas, por doquier ves que alguien está llevando a cabo una acción maliciosa contra alguien… -¡hágale, dele pata que ese está rabón! Así parece que fuéramos, parece que viviéramos esperando que el prójimo nos dé la oportunidad para hundirlo lo más bajo que tengamos a nuestro alcance. Bueno yo tengo la ingenua percepción de que en cierto modo todo esto es producto de la misma naturaleza de nuestro país, de ciudades específicas, de Bogotá, como un muy buen ejemplo.

Y bueno tampoco quisiera dejar escrito en estas páginas el panorama apocalíptico que aparentemente se avecina cuando en medio del jueguito de poderes de las elecciones se escoge a un muñeco de ventrilocuo de tal vez uno de los periodos socioculturalmente más represivos de la historia del país a cargo del Señor Feudal del Ubérrimo, porque eso se debe entablar en otro debate que no me interesa… ¿cuál debate? Me están juzgando mis congéneres… ¡increíble! Son ellos mismos los que ejercen sus antorchas purificadoras frente a mis ojos, no lo entiendo… o sí, pero es paradójico.

Acá comienza la herejía, en algún momento la Santa Inquisición proclamó que la realidad era esta: La Tierra es plana, así es, otra forma de ver esa cara de la moneda será juzgada y castigada como se merece el mismo hecho de cuestionar verdades irrefutables y una forma de ver el mundo que no se acomoda al cánon establecido por ese acuerdo que hicimos todos, es lo que amalgama nuestra sociedad, es el miedo a la destrucción de lo que le ha dado forma y sentido a nuestro universo. Y ahora decido hablar tranquilamente en pleno reino irrefutable de la Inquisición Democrática de no votar, de no ejercer mi deber fundamental de votar, ¿qué mejor forma de eliminar estos elementos parasitarios que crear una plataforma mental que te dé la legitimidad para juzgar al otro por no pensar igual a ti?, igual al pensamiento socialmente correcto, en lo más amplio que se pueda interpretar esta palabra.

A lo largo del día sentía por cualquier lado que pasaba cómo me gritaban los voceros civiles del fascismo y el totalitarismo envuelto en las sábanas sucias de la democracia: ¡si no votaste no puedes volver a hablar!, ¡si no votaste no abras tu boca!, ¡si no votaste perdiste tus derechos!, ¡si no votaste podemos entrar a tu casa y allanarla con motosierras! -que se van a poner tan de moda-. Porque en nombre de la democracia podemos justificar todo nuestro deseo de que la mano del totalitarismo ingrese por nuestro ano hasta que nos llegue a la garganta, porque por eso queremos un gobierno totalitario y fascista, que nos ayudará a justificar ese deseo solapado de subyugar a nuestro vecino, de justificar la muerte de alguien solo porque eso te va a dar la ilusión de más seguridad. Igualmente hace unas semanas quemaron a una bruja, que aparentemente tenía locos a todos los sedientos esposos respetables de Los Rosales… definitivamente era una bruja, igual el acuerdo social nos legitimó para que dejara de incomodarnos con su belleza otorgada por el mismísimo Lucifer… ¡Está en las revelaciones hermanos! ¡Se van a quemar en la hoguera! ¡Y yo me voy a reír! -Manifiesto mis bolas, esto es una payasada-.

Me consterna de la pena de muerte social que me ha otorgado la Santa Inquisición Democrática, el hecho de que ese halo de inconformidad e indignación que se genera en nuestro país con tanta facilidad como la de un pedito que se escapa cuando caminas por la calle y ríes porque el de atrás no sabe lo que le espera, todo ese repudio visceral que nos brota como un grano de acné a punto de estallar en el espejo del baño de tu casa, todo eso no es suficiente para nosotros, seres supremos que tenemos la verdad absoluta en nuestro ser, para que podamos mirar al otro con un poco de respeto y pensemos por un segundo que esas inconformidades podrían ser amalgamadas sin importar sus divergencias superficiales provenientes de ideales personales y podría tenerse en cuenta que si realmente creemos en ese discurso maloliente de la democracia la alteridad nos llevaría a entender que existe un supuesto proyecto de sociedad en el que puedan habitar las diferencias y hasta convertirse en una gran fuerza de inconformidad frente a ese mismo sistema que nos está consumiendo día a día, mientras pierdes el tiempo con esta última línea.


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