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La vida de David Gale. Alan Parker

Por Francisco Collado , 6 junio, 2019

 

En La vida de David Gale (The Life of David Gale. Alan Parker. 2003) el espectador debe superar la forma frente al fondo. Porque la poderosa propuesta de Parker; un alegato sobra la irracionalidad de la pena de muerte; se sedimenta frente a los modos y maneras habituales del director. Incluyendo sus  giros de guión sin arquitectura sólida, su querencia por las trampas argumentales, su coqueteo con los fuegos de artificio, o su reverencia hacia el cliché,  lastrando propuestas que podrían haber sido más sólidas. Pero la propensión al sensacionalismo del director británico no debe eclipsar la enjundia de  una propuesta en la línea del “falso culpable”, con denuncia de la pena de muerte como fracaso de un sistema y como auténtica aberración social y humana. Sosteniendo su arquitectura sobre las solventes interpretaciones de Kevin Spacey, Kate Winslet o Laura Linney. Si ya Hitchcock argumentaba sobre las posibilidades del error policial y judicial en Falso Culpable (The Wrong Man.1956), donde todas las pruebas conducen a la acusación del inocente, o Fritz Lang pontificaba en Más allá de la duda (Beyond a Reasonable Doubt. 1956) contra la condena sobre pruebas falsas, el guión de Charles Randolf va mucho más lejos. Y es ahí donde se encuentra el difícil equilibrio entre el efectismo y la efectividad narrativa. Entre la pirotecnia y el mecanismo de relojería de los anteriores directores. La telaraña que envuelve a el profesor David Gale (Kevin Spacey) invita a al reflexión sobre la efectividad para la sociedad de la eliminación física del condenado. Una actitud que se acerca más a la venganza del “ojo por ojo”, que a la serenitud y magnanimidad que debe poseer una sociedad y un sistema judicial frente a la génesis de la violencia. Parker juega con su habitual parafernalia el barroquismo de cámara y el exceso en los recursos, pero apoya; inteligentemente; sus pilares sobre los múltiples recursos dramáticos del solvente elenco.

Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego” (Mahatma Ghandi)

 

Estructurada alrededor de una pregunta fundamental ¿La muerte mejorará los errores humanos? o ¿Los sujetos que tienen conocimiento de la pena de muerte evitarán cometer el delito? La realidad social confirma que la función preventiva de esta pena no ejerce ningún freno en el cerebro del delincuente. Por otra parte invita a reflexionar  sobre el poder omnímodo del estado y la evolución de las sociedades. David Gale expone la teoría de Lacan a sus alumnos. Paradójicamente la vida del profesor devendrá en una muestra de la teoría del deseo. El mensaje devuelto de forma invertida. La leyenda de Orfeo y Eurídice. Una vez obtenido el deseo, se pierde. Así lo explica a los alumnos, Kevin Spacey. El profesor defiende que se debe vivir por nuestros ideales, ya que es inútil vivir por el deseo (y lo lleva hasta las últimas consecuencias). Si la caza es más dulce que lo cazado y; una vez que se obtiene el objeto de deseo; estamos condenados a no quererlo ¿que mayor lógica que medir nuestras vidas en otros? Por eso los humanos deben vivir por ideas e ideales y llevarlos al límite. Y esto es lo que hace David Gale. El sacrificio como ofrenda para dar sentido a la vida de los otros.

 

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