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Fracaso escolar a ritmo de rock and roll

Por Rosario Fernández , 21 abril, 2014

Como cada año sufrimos nuestro peculiar déjà vu. Nos tenemos que llevar las manos a la cabeza cuando se hacen públicos los altos índices de fracaso académico. Nuestro país encabeza la lista de abandono escolar temprano superando a países como Portugal, Malta o Rumanía y así llevamos ya varios años. Tantos que resulta ya cansino. Es como si una espiral nos estuviera engullendo y vomitando al mismo tiempo, sin dejarnos avanzar, retrotrayendo siempre la misma imagen de fracaso en nuestras aulas. Porque muchos jóvenes bien dejan los estudios después de graduarse de la ESO o bien los abandonan sin graduarse. Teniendo en cuenta que estos jóvenes pasarán a formar parte de las listas del paro juvenil estamos ante un verdadero problema social que las diferentes reformas educativas no han podido frenar. Incluso la crisis ha sido positiva, en el aspecto de que ha logrado mantener a los jóvenes más tiempo en las aulas precisamente por la falta de trabajo. Desde luego, no es el mejor momento para abandonar el sistema educativo, más bien es la hora de formarse, de seguir estudiando para poder aspirar a un futuro más digno. Pero aun así, son muchos los jóvenes que prefieren abandonar los estudios y enfrentarse al paro o a la precariedad laboral. Son muchas las razones por las que esto ocurre, la lista sería interminable: aburrimiento, problemas familiares, causas psicológicas o la propia incapacidad del sistema educativo. Y todas son importantes.

Pero hay un elemento primordial: la rebeldía de los adolescentes, perfectamente aderezada con una buena dosis de música juvenil .Y es que de “repente” surgió el rock. Hay una película maravillosa  llamada “Semilla de maldad”, dirigida por Richard Brooks  en el año 1955 y protagonizada por Glen Ford, en la que por primera vez suena en el cine un tema de rock and roll, concretamente el “Rock around  the Clocks”, de Bill Haley  & His Comets, convirtiendo el rock en un fenómeno mundial. Esencialmente esta película trata el fracaso escolar y la rebeldía de los jóvenes de los años cincuenta. Digamos que muestra un tipo de rebeldía juvenil que vive instalada en la desobediencia y el abandono escolar. El argumento no es nada nuevo para nosotros y se parece demasiado a nuestra situación actual. Son jóvenes adolescentes, desencantados, indisciplinados y con muy pocas ganas de aprender. Su único objetivo es llenar las aulas hasta que llega la hora de salir del sistema educativo, saliendo a la calle (el mundo real) donde estarán abocados a la precariedad social y laboral. Por supuesto, que Glen Ford, el sufrido profesor, (ejemplo/homenaje a nuestros profesores), logrará que esto no suceda y habrá un “final feliz”. Que una película de hace más de cincuenta años plasme nuestra problemática actual me hace ver lo atrasados que estamos respecto a otros países que han avanzado mucho en la lucha contra el fracaso escolar.

Otra película prototipo de la rebeldía juvenil es “Rebeldes”, basadas en una novela de E.S. Hinton, llevada al cine por Francis Ford Coppola en el año 1983 y protagonizada por un elenco de actores en ese momento desconocidos (por citar algunos, Tom Cruise, Matt Dillon, Patrick Swayze, Rob Lowe, Emilio Estévez…) y que más tarde inundarían el cine americano y  serían el estereotipo, como no, de la rebeldía juvenil. La novela trata de las luchas entre dos bandas juveniles, los greasers (grasientos), jóvenes marginados caracterizados por vestir con chupas de cuero, llevar el pelo largo y engominado en exceso, no estudian y les gusta la música de Elvis Presley y Chuck Berry; y por otro lado los Socs (pijos), hijos de familias acomodadas, vestimenta formal, buenos estudiantes y seguidores de los Beatles. Una vez más la música es la bandera que unos y otros enarbolan en su particular universo callejero haciéndola valer a base de altas dosis de violencia juvenil. Otras grandes películas dentro de esta línea serían la “Ley de la Calle” también de Coppola y “American Graffiti”, por citar las más sonadas.

En efecto. La música ha jugado un papel importantísimo, sirviendo como elemento conductor del fervor juvenil. La adolescencia es un momento fundamental en la vida, una etapa de transición en la cual se abandona la niñez y empieza la búsqueda de la propia identidad que se hará a través del grupo de amigos, la negación del mundo de los adultos y por supuesto a través de la música. Los jóvenes de los años cincuenta fueron los primeros en utilizar el rock para demostrar su disconformidad con todo lo establecido. Y desde entonces entre la juventud y el rock se ha ido produciendo una fusión profunda a lo largo de los últimos sesenta años dando lugar incluso a las llamadas tribus urbanas, fenómeno cultural de nuestras ciudades, que pugnan por sobresalir de la  espesura social a través de la apropiación estética e ideológica  de diferentes estilos musicales. Pero por supuesto que esto no ha sido siempre así ni los jóvenes tan rebeldes. A lo largo de la historia de la música vemos como desde siempre había sido  un arte reservado para una minoría.  Pero en la década de los cincuenta, con la explosión del rock a nivel mundial, se produce una auténtica revolución cultural que cambiará para siempre la forma en que los adolescentes se relacionan con el mundo: su modo de vestir, moverse, hablar o incluso su pensamiento, dando cabida a las actitudes que los diferencian de manera acusada con los adultos. Antes de la irrupción del rock se puede decir que la adolescencia era un periodo que casi no existía. Se pasaba de la niñez a la vida adulta. Cualquier intento de rebeldía era mal visto, los adultos eran copias de sus padres, compartían sus oficios, gustos, aficiones e incluso aspiraciones. Pero claro, llegó el rock y destruyó esta armonía. Y desde entonces la música parece ser la última salida donde demostrar la diferencia, la originalidad, en definitiva, ir contracorriente.

Y volvemos al fracaso escolar. Los padres y profesores se llevan las manos a la cabeza. Parece ser que en nuestro país la natural rebeldía de nuestros jóvenes se plasma especialmente en el fracaso escolar. La necesidad de ser únicos y genuinos, choca contra la autoridad impuesta del mundo adulto de la escuela. Las leyes educativas han ido introduciendo interesantes mejoras para luchar contra el fracaso escolar pero a la luz de los resultados no han sido suficientes.

Y mientras tanto miles de jóvenes seguirán abandonando sus estudios, animados por ese espíritu de rebeldía que ha sido inspirado por la música. Sin duda.


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