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ENTREVISTA A ENRIQUE PÉREZ BALSA

Por David Acebes , 3 junio, 2019

Enrique Pérez Balsa es madrileño y diseñador gráfico. Compagina sus diseños para grupos y músicos tan conocidos como Ara Malikian, Rosendo, Def Con Dos, Buika, Café Quijano, Hombres G, Loquillo, Sweet California, Vargas Blues Band, Fito y Fitipaldis, Javi Cantero, Marta Soto o Camela —entre muchos otros—, con la literatura. Apasionado de los cómics consigue una mezcolanza intencionada en su novela entre una tira cómica y un concierto de Slipknot, aunque la crítica insiste en compararle con Tom Sharpe y Eduardo Mendoza.

A propósito de El edén de las manitas de cerdo.

D.A.- Con El edén de las manitas de cerdo has obtenido el VIII Premio Wilkie Collins de Novela Negra, sucediendo en el palmarés nada menos que a Carlos Augusto Casas y su arrollador Ya no queda junglas adonde regresar. ¿Qué ha supuesto para ti recibir este importante galardón?

 E.P.B- Lo primero una sorpresa, luego cuando recobré el conocimiento… ¡Un honor! Había leído en su momento de M.A.R. Editor las novelas de Carlos Augusto Casas y la de Olga Mínguez Pastor “La absurda existencia de Dalila Conde” y me pareció que el nivel que había era más que superior, con lo que encontrarme a la misma altura de autores de este calibre hizo que creyera que no soy un vulgar “juntaletras”. Después he tenido el placer de leer a gente como Pascal Buniet, Javier Hernández Velázquez o Francisco Javier Illán Vivas que corroboran que el nivel de este premio es más que si me impusieran la Cruz Laureada de San Francisco.

D.A.- Recientemente, la plataforma Netflix se ha hecho con los derechos y pretende convertir en película la novela de Carlos Augusto publicada por M.A.R. Editor. Supongo que para ti también sería un sueño ver convertida tu novela en un guion para el cine o la televisión…

 E.P.B- Más que un sueño sería un orgasmo, y si encima la dirige Tarantino y la protagoniza Will Smith, igual llegaba a uno múltiple. Me consta que hay productoras que están leyendo mi novela, porque están en conversaciones con el editor de M.A.R. Editor, pero son procesos largos y dependen mucho de las necesidades de cada plataforma.

D.A.- Y sin embargo, El edén de las manitas de cerdo es tu ópera prima…

 E.P.B- Como novela sí, tengo varios —perdón, muchos— relatos, y la verdad es que todos escondidos. La literatura es una de las artes que más respeto tengo y siempre me ha dado vergüenza mostrar esta vertiente. Pero mira, me animé a mandarlo y lo que era vértigo se ha convertido en un planeo entre nubes vislumbrando un amanecer con patitos volando, eso sí, en una orgía anatidae.

D.A.- En la contraportada de tu novela, el periodista Santiago Erice viene a decir que tu estilo le recuerda al de Eduardo Mendoza y creo yo que tiene algo de razón.

 E.P.B- Compararme a mí con Eduardo Mendoza es similar a comparar un jamón de 5 jotas con el chopped. Recuerdo que le leí con unos quince años “El misterio de la cripta embrujada”. Cuando me lo comentó Santiago, leí “El laberinto de las aceitunas” y “La aventura del tocador de señoras” y sí veo cierta relación, pero es totalmente inconsciente. Es lo que tienen los Maestros, que queda grabado.

D.A.- Además, tu forma de narrar es vertiginosa…

E.P.B- Soy una persona muy nerviosa y queda reflejado en el estilo de la narración. No me gustan los libros que se pasan quince páginas describiendo una situación, por ejemplo, el famoso tedio que todo el mundo dice que es imprescindible leer: “Ulises”, de James Joyce. La vida real es rápida, muy rápida, ahora te estás tomando unas cervezas con unos amigos y en un segundo te han apuñalado por “mirar” mal a la chica de algún colgado. ¿Quién va a trabajar a cámara lenta o tiene treinta minutos para tomarse un café mientras hay una escena retrospectiva? Eso lo hacen los que no tienen nada que decir y rellenar páginas.

D.A.- Es curioso pero, aparte de ser una novela negra, yo diría que El edén de las manitas de cerdo también es una novela de humor. Un humor, por supuesto, negro.

 E.P.B- El humor está en la base de nuestra cultura, lo utilizo en tono de ironía para denunciar acontecimientos y en tono de absurdo para describir ciertas situaciones que creo que alivian la tensión de una historia que si lees entre líneas, es muy dura, porque se trata de la historia de un hombre en los cincuenta años que se divorcia, se queda sin nada, tiene que cubrir los gastos de los hijos y no encuentra más salida que prostituirse. Y la prostitución masculina, sobre la que me he documentado, parece no existir para los medios de comunicación, pero haberla, hayla.

D.A.- ¿Cuál es tu personaje favorito? Lo cierto es que en la novela abundan los personajes disparatados. Para mí la “tía” del protagonista es uno de mis personajes favoritos.

E.P.B- Es maravillosa, esa mujer mayor que toma las riendas de su vida, que no quiere renunciar al placer… En todas las familias hay un personaje estrambótico y raro como un perro verde a la par que adorable, pero me quedaría con Ramón… Me encanta los giros que dan los personajes y en su caso me sorprendió.

D.A.- Y Luis, el protagonista, ¿cuánto tiene de ti?

E.P.B- ¡Esta es la pregunta trampa para saber si es autobiográfica! Todos los personajes tienen algo del autor —mejor escribir que delinquir—. En el caso del protagonista los tuppers de mamá y dos hijos, por el resto nada, por mucho que en la presentación de la novela en Madrid, Carlos Augusto Casas y Miguel Ángel de Rus encontraran hasta ocho paralelismos entre la vida del protagonista y la mía. ¡Lo juro por los muertos de Tutankamón!

D.A.- Yo diría que es un antipícaro. Como los pícaros clásicos, sufre los avatares de la vida, pero este protagonista tuyo no es tan espabilado como el Lazarillo o el Buscón, sino que más bien es un pobre diablo del que se ríen o aprovechan todos (su jefe, su ex, etc.).

E.P.B- Es que para ser pícaro hay que ser listo y como decía Francisco de Quevedo: “Todos los que parecen estúpidos, lo son y, además también lo son la mitad de los que no lo parecen”. Un resumen de lo que acontece, el hombre per se es idiota y no deja de demostrarlo en cada acto. Luis se deja llevar por una oferta que prometía y era un regalo, pero como bien dice el refranero popular: “Nadie da duros a dos pesetas” —traducido a nuestro tiempo “Nadie da un euro a cinco céntimos”.

D.A.- ¿Qué te gustaría que los lectores encontraran en tu novela?

E.P.B- Sobre todo que se olviden de sus problemas y que pasen un buen rato. Es una novela negra con una intriga que te engancha desde el primer capítulo y que se adereza con un humor ácido, como una buena ensalada. Si el lector quiere morirse en vida, que lean ladrillos como el “Ulises” o “Así Habló Zaratustra”.

D.A.- Para acabar, me gustaría que les dijeras a los lectores cuál será tu próximo proyecto. Además de escritor eres ilustrador, músico y yo no sé cuántas cosas más…

E.P.B- Decía mi abuela: “Aprendiz de todo y oficial de nada” ;). Soy alma inquieta y necesito crear. Como bien comentas he sido batería de un grupo punk, he expuesto lienzos, he diseñado ropa femenina, he sido modelo —no te rías, que tengo pruebas—, y más cosas que no voy a contar para no terminar mis días en una sucia celda de una prisión turca. Proyecto como escritor, que me imagino que será lo que desee saber el estimado lector, estoy con otra novela, pero como no me guste, igual me voy a escalar el Everest o me hago sexador de pollos. Deus autem.

 

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