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El resurgir de la producción científica universitaria

Por María Molina , 23 julio, 2015

El Observatorio IUNE (compuesto por la Universidad Autónoma de Barcelona, la Autónoma de Madrid, la Carlos III y la Pompeu Fabra) ha determinado que en la última década la elaboración de artículos científicos se ha duplicado, a pesar de los recortes en Educación y en I+D, así como del estancamiento en el número de profesores. Por otro lado, cabe destacar que, a pesar del descenso generalizado registrado en el año 2014 en las matriculaciones universitarias, las titulaciones de la rama de Ciencias de la Salud aumentaron en más de 34.000 nuevos alumnos. Vamos, que aunque la cuestión esté cada vez más difícil, los jóvenes estudiantes no pierden la esperanza.

Este aumento en la creación científica no ha implicado mayores cambios en cuanto a los lugares donde se concentra dicha producción, que siguen siendo Madrid, Cataluña, la Comunidad Valenciana y Andalucía. Por su parte, aunque la productividad siga siendo escasa en comparación, en Galicia y País Vasco se ha percibido un nada desdeñable crecimiento.

En cuanto a las materias, las ciencias experimentales, la medicina y las ingenierías mantienen una progresión estable mientras que las ciencias sociales, el arte y las humanidades presentan un notable estancamiento desde hace tres años. No en vano, y enlazando con lo que comentábamos al inicio del capítulo, las matriculaciones en titulaciones de estas ramas han descendido en más de 35.000.

Además de todas estas observaciones, también se ha percibido una mayor colaboración entre autores, instituciones y países: se ha pasado de un promedio de 7 autores por artículos a nada menos que 17. Del mismo modo, la colaboración internacional ha aumentado un 9%, mientras que la nacional, en sintonía con el resto de datos, se ha mantenido estancada.

En definitiva, estamos ante dos fenómenos diferenciados: por un lado, que la vocación científica e investigadora aguanta más que dignamente a pesar de los pesares y, por otro lado, que en España seguimos con la mala costumbre de no barrer para casa. Quedémonos con lo bueno: la ciencia española aún tiene cuerda para rato.

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