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El loco al que llaman el Rey

Por David Acebes , 3 junio, 2014

[Advertencia preliminar: Para que nadie se lleve a engaño, quisiera aclarar ab initio que El loco al que llaman el Rey es el título de un poema de Leopoldo María Panero, incluido en su libro Poemas del manicomio de Mondragón (1987). Un poema, cuyo ritmo salvaje y gran sonoridad, siempre me sedujo.]

Leopoldo María Panero

Leopoldo María Panero

«Le delataban un hilo de baba y una expresión infantil.»

Jaime Urrutia

Hace tres meses murió Leopoldo María Panero. Desde entonces, se han sucedido, una tras otra, las reseñas, las columnas, los artículos a favor o en contra. Todos los que se han pronunciado, incluso sus amigos más notorios (Villena, Azúa), repetían lo mismo; que si la locura y el desencanto, que si las miserias de un poeta maldito, que si Panero y sus marcianadas. Ni una sola de las reseñas que leí mencionaba una circunstancia que, desde mi punto de vista, resulta fundamental para entender a Panero: él es, y para siempre será, el poeta por antonomasia de la «ternura infinita».

Esta afirmación puede parecer una simple boutade, una de esas salidas de tono que caracterizan lo que escribo, pero creo y siento de todo corazón que no lo es. Es más, ahora que nadie nos escucha, voy a desvelar bajito un pequeño secreto. Desde hace mucho tiempo, leo a mis hijas poemas de Leopoldo María Panero. Un ejemplo:

 «BLANCANIEVES SE DESPIDE DE LOS SIETE ENANOS

 Prometo escribiros, pañuelos que se pierden en el horizonte, risas que palidecen, rostros que caen sin peso sobre la hierba húmeda, donde las arañas tejen ahora sus azules telas. En la casa del bosque crujen, de noche, las viejas maderas, el viento agita raídos cortinajes, entra sólo la luna a través de las grietas. Los espejos silenciosos, ahora, qué grotescos, envenados peines, manzanas, maleficios, qué olor a cerrado, ahora, qué grotescos. Os echaré de menos, nunca os olvidaré. Pañuelos que se pierden en el horizonte. A lo lejos se oyen golpes secos, una tras otro los árboles se derrumban. Está en venta el jardín de los cerezos.»

¿Cómo no conmoverse con esta despedida de cuento de hadas? ¿Cómo no compartir, con lo que más quiero, estas bellas palabras con las que el poeta le dice adiós a sus años de infancia? Lejos de lo que otros ven, me atrevo a afirmar que Panero fue un gran poeta. Un poeta, a ratos, soez. A ratos, sensible y tierno. Mas, al fin y al cabo, un poeta mago [Octavio Paz dixit]. Un poeta visionario, cuya última batalla la ha ganado después de muerto. Si no me creen, sigan leyendo.

Por todos es conocido que nuestros grandes poetas clásicos, aquellos poetas que gozan de nuestra alta estima (Góngora, Quevedo, Cervantes), escribieron en su día poesías heroicas, elogios o panegíricos a reyes y varones ilustres. A modo de ejemplo, rescato una estrofa del soneto heroico más celebre de la historia literaria española, dedicado por don Hernando de Acuña, poeta vallisoletano, a Carlos V, cuyo octavo verso se hizo famoso por condensar en once sílabas el ideal político del emperador: «Un monarca, un imperio y una espada».

 Ya tan alto principio, en tal jornada,
os muestra el fin de nuestro santo celo
y anuncia al mundo, para más consuelo,
un Monarca, un Imperio y una Espada.

¡Qué ironía! ¿Adivinan ustedes qué poeta español contemporáneo ha sido el más astuto y ha escrito, en los últimos años, un poema al rey Don Juan Carlos? Efectivamente. Lo han adivinado. Leopoldo María Panero. Leamos, pues, su Himno a la Corona de España, dedicado a su Majestad el Rey Don Juan Carlos:

Sólo un payaso soy de una cuerda pendiente

ante aquel que la luz vino a traer a España

e hizo que el sol ardiera en la mano más pura.

En la pradera los ciervos arden como recuerdos

y acuden los pastores a olvidar sus deseos

y el Rey, nívea la frente, deja caer su mano

y una perla me ofrece, que el aire la disuelva

porque blanca y perfecta, mucho mejor que el viento

es la Corona de España, perseguida tan sólo

por el ladrar del viento en la llanura insomne

donde Don Juan solloza por su perdida figura.

Yo no sé si estos versos constituyen un himno o son, más que nada, puro sarcasmo. Lo que no me negarán ustedes es el hecho objetivo de que solo Panero, por encima de todos los poetas de su tiempo, supo componer –con la debida antelación- un poema heroico para un día histórico. Un poema dedicado a un Rey que en estas fechas nos deja… Pues que le vaya bonito. Yo, por mi parte, voy a seguir llamando «Rey» al que todos llaman «loco».


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