El hombre orquesta

El hombre orquesta, así he decidido titular la entrada de esta semana, que bien podría ir subtitulada por ‘o de como hay que ser autónomo y saber hacer de todo’.

En las últimas semanas las conversaciones que he tenido en cafeterías universitarias, salidas de teatros y otros espacios de la ciudad han girado en torno a un problema actual, del que algunos ven una ventaja, ero que yo tildo, sin duda, de una manera más en la que poner de manifiesto lo individual. Me estoy refiriendo a la necesidad que tenemos, al menos en campos artísticos, tales como la literatura, las artes plásticas y escénicas, etc. de saber hacer de todo, es decir, si uno quiere escribir un libro ya no basta con tener una bonita prosa y unas buenas ideas que contar. Ahora uno se convierte en maquetador, diseñador, escritor, editor y publicista. Todo concentrado en una sola persona. El director de un montaje teatral, que salga del circuito de teatros grandes es a la vez, productor, fotógrafo, distribuidor, etc, etc. En tiempos de crisis, en los que la mayoría de la gente trabajo muchas horas al día y no cobra por ello, es más acaba poniendo dinero por hacerlo, sus horas, transporte comida, medios materiales, etc. esto se ha convertido en la tónica general, vivimos en un Juan Palomo constante, por cuya contrapartida recibimos líneas de currículum.

El hecho, cada vez más acuciante, de la aceptación de trabajos gratuitos, o por los que pagamos, y la confluencia en una sola persona del trabajo de mínimo tres profesionales de campos distintos, a mi juicio supone un empobrecimiento del trabajo a realizar, el no movimiento de la economía y la desaparición de otros profesionales de esos campos, que por otra parte, andan haciendo de hombres orquesta de sus propios proyectos.

Ya lo dice nuestro refranero: quien mucho abarca, poco aprieta.

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