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Cultura publicitaria en los nuevos tiempos

Por Juliano Oscar Ortiz , 17 junio, 2014

La publicidad no es ajena a la transformación, un tanto caótica, siempre incierta, en la que la sociedad se mueve en su avance hacia el futuro digital. Los medios tecnológicos se superponen unos a otros y marcan un derrotero no exento de contrariedades y errores, por la cantidad de información y datos que giran en torno a un solo objetivo; ser visible.

La nube digital marca, a lo contrario que sucedía hasta hace una década, que el público es quién define sus necesidades y toma para sí el derecho de elegir y exigir información y contenido de valor.

Esto no significa que la sociedad haya cambiado la forma de pensar, ni mucho menos, sino que ha evolucionado su poder de acción. El público no se queda quieto y expectante, participa y decide, contrasta los diferentes ámbitos y se dirige con determinada actitud, para presionar y hacerse valer.

Ante este escenario, los profesionales de la publicidad y el marketing, deben aplicar nuevos y originales métodos para crear una comunicación en la que el mensaje adquiera un valor auténtico y sin malformidades. La aldea global pensada por Marshall McLuhan, en donde «El medio es el mensaje», perdió terreno en beneficio de la necesidad del público y su cambiante manera de actuar. Los medios son solo formas casi sin sentido, y el mensaje, aún el más relevante, se pierde en la instantaneidad de Twitter o la abulia pasajera de Facebook. Los community manager nacidos en pro de un conocimiento exhaustivo de las redes sociales, no pueden tomar ese conocimiento de libros ni revistas, el cambio es constante, y el presente un espectador dormido y presionado por la sociedad y sus garras tecnológicas.

La publicidad parte de una consigna vital, la puesta en marcha de todo un aparato comunicacional con la meta ineludible de crear una imagen y vender, pero esto es solo el principio. La publicidad vista desde ese punto quedó atrás y en el olvido. Hoy, el consumidor interacciona con los mensajes publicitarios y los consume como productos culturales, no como vías para la venta. La cultura publicitaria sirve, como nunca, para concientizar y para brindar lo que el público le está exigiendo, calidad y contenido en dosis altas, entretenimiento y ocio, madurez y libertad.

El público no acepta la intromisión de la publicidad en su ordenador, es por esto que el marketing de contenidos y el branding mueven sus mecanismos para crear un combo que satisfaga al potencial consumidor. La publicidad camina por una delgada línea roja en la que las redes sociales tienen mucho que ver. La gente está ansiosa por conocimiento, por mensajes que le sumen información y entretenimiento.

En ese espacio de reunión, de interrelación, de constante cambio, la actividad de las empresas ven muy lejano, para su beneficio y el todos, el mensaje “esto es una heladera, sirve para enfriar las bebidas y conservar los alimentos” de los primeros tiempos, como así también los anuncios posteriores “esta heladera es silenciosa, de un tamaño moderno, etc.”. En los último años del siglo pasado hasta los primeros del que vivimos, el producto se transformó en marca, en el valor de la marca, “esta heladera está pensada para usted, sus días no serán los mismos”; hoy, el internauta medio mira alrededor de 10.000 anuncios por semana de todo tipo y en cualquier medio, es bombardeado por imágenes y frases que buscan ser originales, pero que pocas veces lo logran.

Ante este panorama, ¿qué tipo de acción pensamos hacer para lograr un cliente?

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