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Bravas princesas y príncipes en llanto.

Por David Sánchez , 11 julio, 2016

Según estadísticas del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad desde el año 2003, año en que comenzaron a recogerse los datos, más de 830 mujeres han sido asesinadas por la simple razón de ser mujeres. Trece años han pasado y la situación no sólo no mejora si no que va a peor, desde el año 2012 vienen aumentando el número de víctimas mortales por violencia de género situándose en 52 el número total en 2012 y habiendo aumentado a 60 en 2015, en lo que llevamos de este año el número total son 22. Todo esto teniendo en cuenta que la ley solo considera a una víctima de violencia de género como aquella que sufre una violencia por parte de su cónyuge o que haya estado ligada por relaciones afectivas similares … Esta es una cuestión lo suficientemente seria como para no tomarse las cosas sin importancia o como, por desgracia parece por parte de algunos tomársela a broma. ¿Acaso los hombres que maltratan mujeres por el hecho de serlo sin tener una relación afectiva no ejercen una violencia contra las mujeres? ¿Es qué acaso las mujeres asesinadas junto a la víctima, que la acompañan por amistad, por apoyo, por solidaridad… no son víctimas también de la violencia? ¿La brecha salarial no es violencia? ¿No recae siempre en el mismo grupo social? ¿Es que los recortes en recursos para la igualdad no son actos de violencia institucional? Una violencia verbal, psicológica, unos modelos normativos construidos en torno a la publicidad, micromachismos continuos. Y todo esto, en realidad, lo sabemos, aunque nos callemos más de la cuenta.

Aceptémoslo en España existe un nivel de hipocresía hilarante respecto a esta cuestión, a la cuestión feminista. Se llama violencia de género a lo que es una violencia machista, los hombres no maltratan a las mujeres por ser hombres, las maltratan por que son machistas, salen en todos telediarios los casos de asesinatos, alguien se hecha las manos a la cabeza «otro caso más´´ y al momento siguiente nadie se acuerda, España ha perdido o ganado alguna copa futbolística más, se manipulan los datos, se mantiene un interés solo partidista en la cuestión y mientras el problema sigue aumentando, todo el mundo es feminista pero a nadie le importan las mujeres.

Hay que tomar medidas, no vale seguir llorando sobre la leche derramada y contabilizar cada asesinada, hay que reaccionar y dejarse de excusas, el problema empieza aquí, el año pasado un 73% de los agresores eran de nacionalidad española y en lo que va de año un 68%, y este problema empieza desde muy pronto, con el desarrollo de las nuevas tecnologías, el acceso fácil y rápido a internet o los teléfonos inteligentes los niños y las niñas son a día de hoy bombardeados y bombardeadas constantemente por elementos culturales machistas inmersos en los juegos, páginas, videos o imágenes a las que tienen acceso, por otra parte las relaciones que se están construyendo en torno a estas nuevas tecnologías están revelando ser de un marcado carácter controlador debido a las posibilidades que estas implican y a la reproducción de modelos de control por parte de los niños.

Son nuestras niñas y nuestros niños quienes ya están dentro de este modelo y hay que revertirlo, recoger el testigo que nos legaron los movimientos feministas y tratar de continuar avanzando. Desde esta perspectiva existe un planteamiento que no puedo evitar hacerme: Si el machismo imperante en la sociedad produce unos efectos tan devastadores para las mujeres sin que haya una reacción seria por parte de la sociedad hay que hacérnoslo mirar, puede ser por que no se entienda todavía a día de hoy de que no se habla de comportamientos individuales, se habla de una estructura, de un sistema al completo que permea casi cada elemento de nuestra sociedad relegando a las mujeres a un segundo plano, obviándolas y negando sus propias decisiones y deseos, un sistema que, entonces, esta plenamente integrado socialmente, por eso no hay respuesta.

¿Cómo explicar esto antes de que los modelos machistas queden integrados por el niño o la niña? Esto es algo que bien podría tratar de enseñarse en la escuela, pese a que sabemos que actualmente en esta institución perduran elementos que reproducen el machismo y así lo perpetúan, es precisamente por ello por lo que deberíamos atacar ese elemento, ataquemos sus espacios de formación del conocimiento, que hasta ahora ha sido un conocimiento desde la perspectiva masculina, feminicémoslos y transformémoslos para conseguir una igualdad en los resultados desde el reconocimiento de las experiencias y las perspectivas femeninas, permitamos que aflore todo ese potencial soterrado, abandonado y desprestigiado por los hombres durante años, la cultura femenina.

No sería difícil plantear cursos básicos de feminismo para el profesorado, un temario concreto con su propia asignatura, dinámicas de aprendizaje dentro de la clase… No sería difícil plantearlo pero si lo queremos hay que exigirlo, hay que empujar para que esta situación llegue a ser real, para empezar a tomar alguna decisión, llevamos demasiados años llevándonos las manos a la cabeza y no se toman medidas serias para resolver estas cuestiones.

No sólo desde la explicación racional de la estructura social imperante en nuestra sociedad vamos a cambiar las cosas hemos de educar también desde la diferencia, reconociendo la diferencia, en todos sus aspectos, permitiendo la atención específica a cada grupo, con el tiempo y los recursos que sean necesarios y explicando esas diferencias con el objetivo de la eliminación de estereotipos por razón de sexo y eliminando situaciones de desigualdad que siglos de machismo han construido. Transformando la escuela masculinizada en un escuela que permita un desarrollo de un verdadero modelo de coeducación.

Hemos de cambiar entonces la educación de los pequeños y las pequeñas, enseñarles que no viven en un mundo justo, pero transformando la forma de enseñar, enseñar la realidad construyendo a su vez una nueva realidad, una realidad más femenina, más verdadera, una realidad que de lugar a chicas jugando al futbol si así lo desean o chicos bailando y haciendo bisutería con lo encuentren por el patio, una realidad en la que no jueguen juegos por separado los chicos y las chicas en educación física en función de su género y la decisión del profesor, una escuela en la que las peleas con palos incluyan bravas princesas y príncipes en llanto sin que esto les haga sufrir o sentirse excluidos una escuela en el que todos y todas seamos más libres y en la que se pueda seguir trabajando hacia una transformación mayor, pero hay que empujar… nunca nos regalaron nada y a vosotras chicas, por desgracia, todavía menos así que fuerza y adelante.

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