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Banderas y Madrid

Por Esther Bendahan , 20 junio, 2014

Para ir a mi trabajo cada mañana recorro en coche la Gran Vía. Estos días ondean por la calle banderas españolas (por cierto más limpias y modernas, rojo amarillo sin escudo ni nada, un acierto). Y al pasar en coche, inconscientemente, mi mano quería a cada rato saludar. Era como si al verlas, un impulso real me llevara a levantar la mano y agradecer a un público inexistente. Me costaba evitarlo, conduciendo era peligroso. Comprendo a los reyes, comprendo que digan que la monarquía es lo mejor, yo si lo fuera, quizá diría lo mismo. Tal vez no estamos preparados para cambios, aunque yo no lo veo como cambio sino como evolución. Quizá porque en el pequeño pueblo donde yo nací, en Tetuán, en realidad es multi(mona)rquico, todos somos reyes y reinas, por eso yo no es que no crea que haya que tener reyes, sino que creo que todos debemos serlo. Sólo así concibo cualquier tipo de poder, algo circunstancial con una gran responsabilidad, como Superman. Por eso le deseo al nuevo rey que sea como los superhéroes que usen su autoridad sobre todo con responsabilidad.

El debate de este tiempo, de nuevo, tiene que ver con la ciudadanía o pueblo (como se quiera) y el poder. Clases siempre las han habido no nos engañemos, basta con recordar la historia, lo que ha sucedido es que de repente nos hemos dado cuenta que no somos iguales ni ante los bancos, ni ante las multas de tráfico. Despertar puede causar daño, sin embargo, es necesario. Así que ahora más despiertos vemos sin delirios y lo que vemos asusta y sorprende, pero sólo hay un camino hacia adelante y hay que hacerlo con los ojos abiertos. Lo más doloroso es que hemos perdido la confianza, olvidémonos de diestras o siniestras, tiene que ver con algo diferente. Algo que ha contagiado a zonas de nuestro organismo. Es así, imprevisible, porque no creo que nadie de pequeño se diga yo de mayor quiero cobrar en negro, recibir comisiones, sucede de repente, es un poco a poco, es un: lo hago como este o aquel, hasta que ya el mal entra y el virus es implacable; si las bacterias se combaten con antibióticos, los virus únicamente con prevención y vacunas. Controlé como puede mi brazo enaltecido, con orgullo de ser ciudadano, de haber despertado. Por eso creo que ahora frente a tanto dolor hay que seguir adelante, sanando, curando. Y eso que en esta parte del mundo es donde mejor estamos… La humanidad, la historia se hace cada segundo, y como dicen los sabios, escucha a todos los hombres, no olvides que cada uno tiene un día de gloria.


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