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Árabe rico, moro pobre

Por José Luis Muñoz , 16 octubre, 2018

Curiosa nuestra forma de medir. Parecida a la que utilizamos con los negros. Negro es el que viene en patera a nuestras costas, no el multimillonario jugador de basket que viaja en jet privado y aterriza en nuestros aeropuertos. Los moros son pobres; los árabes, ricos. Y, además, los árabes nadan en petróleo que no es poco. Y Occidente depende del petróleo.

Vamos a centrarnos en una historia negra. La realidad camina cien pasos por delante de la ficción. Según todos los indicios un periodista de Arabia Saudí, Jamal Khashoggi, disidente notable de esa monarquía medieval refugiado en Estados Unidos, ha sido secuestrado, torturado, asesinado y descuartizado cuando acudía al consulado de Estambul para recoger documentos de su divorcio. Las cámaras de seguridad registran su momento de entrada, pero jamás podrán filmar su salida: lo hizo troceado convenientemente en los maleteros de una serie de coches oficiales.

Un dato que me llama la atención sobre la preparación de este espantoso crimen. Los asesinos, la cuadrilla de quince torturadores, interrogadores y descuartizadores, desembarcaron en Estambul a bordo de varios vuelos procedentes de Arabia Saudí, entre ellos un médico forense que debía hacer las indicaciones de cómo trocear un cuerpo humano eficazmente. ¿A qué me suena? Los 19 ciudadanos de Arabia Saudí que perpetraron los atentados de las Torres Gemelas neoyorquinas a las órdenes del egipcio Mohamed Atta también llegaron unos días antes del macroatentado en diversos vuelos. Curiosamente Bush, Blair y Aznar, el infausto trío de las Azores, no invadió Arabia Saudita sino Irak.

El régimen de Arabia Saudita es de los más detestables del mundo, conculca todos los derechos humanos, discrimina a la mujer, ejecuta a los homosexuales y adulteras mediante la lapidación, decapita públicamente a los reos condenados a la última pena y lleva a cabo una guerra contra Yemen sin que ni Estados Unidos ni Europa cuestionen sus relaciones diplomáticas con los que parecen estar detrás de este espantoso asesinato. España, entre otros, firma contratos con esa monarquía del Golfo (bombas inteligentes, corbetas, AVE a La Meca) y al líder del PP, tan beligerante con Maduro, todavía tenemos que oírle una palabra de condena contra ese país del Golfo que conculca todos los derechos humanos.

No es baladí que Arabia Saudita, además de petróleo, exporta por todo el mundo el salafismo que está detrás del terrorismo yihadista y edifica por todo el orbe mezquitas para difundir el islam más rigorista con imanes que llaman a la guerra santa. No hay problema. Ellos son los ricos árabes y forman parte del sistema. Del suyo, jamás del mío. Y el sistema necesita nuestro miedo y nuestros muertos.

Trump ya ha hablado con Salman bin Abdulaziz y éste le ha asegurado que nada sabe del asesinato del disidente, tan creíble como que Aznar no conoce a Correa.

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