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Vistiendo el colegio para la ocasión

Por Clara Cordero , 10 abril, 2015
By Charlie Foster

By Charlie Foster

Estamos en época de matrículas y los colegios se engalanan para sus jornadas de puertas abiertas.

Todos quieren ofrecer lo mejor y más divertido, lo más solidario y que toda la comunidad se vuelque en el acto. La primavera suele ser el momento perfecto, porque el tiempo suele acompañar a disfrutar del día, a correr en carreras solidarias, a contemplar los estupendos parques y jardines del centro…

Encontramos todo tipo de actividades y pancartas realizadas por los alumnos. Las galerías y las aulas se llenan de creatividad. En la mayoría de los casos, algunas de estas actividades se venden para la causa solidaria de turno o la que acompaña al proyecto del centro.

Encontramos la zona gastronómica, donde todos aportan su granito de arena llevando dulces y salados para pasar el laborioso día y compartir ese momento social que provoca el comer.

En los centros aparecen mercadillos de segunda mano de todo aquello que las familias quieran donar, ya sea libros, juegos, ropa….

Se hacen encuentros deportivos generales con el único fin de compartir. Se canta juega e incluso se baila. Se disfruta de espectáculos donde los alumnos participan activamente.

Desde luego, para quien viene de fuera es el paraíso.

Habrá que estar a que sucede cuando esto termina, cuando el centro vuelve a su rutina escolar y diaria.

Una fiesta no deja de ser una fiesta, algo excepcional, y no todos los centros siguen son ese mismo espíritu cada día. Puede ser un centro que organice magníficas Puertas Abiertas y quedarse sólo en eso. O realmente ser uno de esos centros que se comprometen y reflejan en esencia lo que se cuece cada día: creatividad, colaboración, activismo estudiantil…

A todos los padres que buscan el mejor centro les recomiendo tengan en cuenta estas palabras. Visitad el centro más allá de esos momentos de euforia educativa, lejos de jornadas que están para promocionar y donde se suele respirar lo mejor que pueden ofrecer y no tanto las calamidades que albergan.

Recordad: No existe el colegio perfecto. Habrá que estar al menos mal.


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