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Si te llamaras Fidel… (una ficción cuasi ‘real’)

Por Luis Rivero , 27 diciembre, 2014

 

©Luis Rivero www.luisrivero.es

Sobre-de-carta-Guayama Estimado José:

Seguramente, a estas alturas habrías sido ya removido de tu cargo y te habrían enviado al quinto pino. Todos pensábamos que te quedaban dos telediarios. A punto de ser vapuleado y decapitado por hordas de censores-funcionarios de los medios del ‘pensamiento único’.

Ya te dije que te anduvieras con cuidado, que donde te habías metido y con tu apellido judío-sefardí se podían cebar contigo. Que aquí les venía de perla aquello de la «conspiración judeomasónico-comunista internacional» que acuñó el generalísimo en etapa también negra de la historia. Me enteré tardíamente –porque ya sabes que no leo la prensa diaria ‘insulana’ (de estas ínsulas atlántico-norafricanas) ni española ni del mundo mundial por meras razones de profilaxis mental– de que habías enchironado a una infanta adulta por asuntos de estraperlo con el fisco que dices –graciosillo e irónico– que tal fisco «somos todos», o algo así; que es lo mismo que meter el dedo en la llaga y, puñetero, restregarlo para que duela. Sé que habrás visto, a lo largo de tu dilatada carrera, hasta burros volando, ¡y sin alas!, lo que resulta aún más increíble. De manera que te supongo curado ya de espanto a estas alturas de la vida. No te extrañe pues que puedas acabar como el Muchacho (o el Camarero, como les gusta apelar a algunos ‘ignorantones’ tratando de humillar, como si tan digno oficio fuera motivo para avergonzarse). Sin saber que no hay más vergüenza que la de aquel que roba. Y no cabe aquí excusar con aquello de «quien roba a un ladrón tiene cien años…» o «lo público es de todos, y por eso me llevo un cacho para mi casa». Ya sabes bien como acabó aquel pobre, como le metieron la encerrona y se encontró con muchas zancadillas por envidias dentro de su gremio corporativo, que todo hay que decirlo –además de gente honesta– hay también mucho envidioso y algún que otro reaccionario frustrado.

Ya se armó gran revuelo en los inicios de instrucción cuando pusiste en duda la incolumidad de la infanta adulta. Y te apuntaron con el dedo desde la prensa del pensamiento único y del misterio del pensamiento amordazado. Y algún funcionario fiscal se le abrieron apetencias defensoras porque el cuerpo se lo pedía a gritos (o alguien más, a saber…), y se le vio el plumero –al susodicho funcionario– al señalar con índice acusador, pero errando de blanco y apuntando hacia el instructor ecuánime.

De modo, compañero, te pido que estés atento y no hierres ni en lo más mínimo. Que algunos no admitirán excusas y estarán al asecho como rapaces carroñeras para lanzarse sobre la presa herida. Sin dejar siquiera que agonice ni fesnezca.

Veremos en qué acaba todo esto. Gran barullo has armado, desde luego, compañero. Mira tú, llegar a afirmar esto es como decirle al neutral que trata de poner orden y apaciguar la reyerta que es él quien ha armado el follón. Soy poco optimista en estos momentos, después de ver lo que le pasó al Muchacho. Creo que a ti te ha salvado, por ahora, el tener plaza fija en esas ínsulas. No como al de Móstoles, que lo mandaron para casa antes de terminar la instrucción porque estaba siendo muy incómodo y metiendo las narices donde no debía –según algunos–. Y todo, por no tener plaza fija. Tú, al menos te salvas en eso, pero no te fíes. Los tentáculos de la reacción son largos como los del pulpo. Ya sabes bien el final que tuvo aquel otro que fue demasiado diligente en la instrucción y entendieron otros que estaba befando la ley. Y todo –dicen las malas lenguas– por tocar a un poderoso del mundo financiero estrechamente relacionado con la política.

Sólo desearte suerte para este año que coletea y el otro que comienza. Pero es que cada vez que lo pienso, ‘puñetero’

Si te llamaras Fidel, sí que ibas a armar tú la de dios…

 

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