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Saber perder

Por José María García Linares , 26 mayo, 2014

De las pocas cosas útiles que uno aprende en la escuela, al menos quienes hemos nacido en tiempos de libertad, de democracia, es que la soberanía del Estado democrático reside en el pueblo. Esto quiere decir, para aquellos que hoy parecen haberlo olvidado, que la decisión de la ciudadanía está por encima de intereses partidistas particulares. Además de todo esto, un Estado democrático se caracteriza, entre otras cosas, por el respeto a las ideas de los demás, es decir, por ser capaz de albergar pareceres diversos, pensamientos diferentes, sensibilidades distintas, siempre en un clima de diálogo y tolerancia. Porque, al fin y al cabo, la tolerancia es eso, según la segunda de las acepciones del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, ‘Respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias’. Y este es el juego. Esta es su grandeza, aunque parezca que para algunos este sea también su inconveniente.

El domingo 25 de mayo todos los diarios españoles abrían sus ediciones con el flamante ganador de la Champions League, el Real Madrid. Sin embargo, entre lo más destacado de la jornada estaban las palabras del entrenador del Atlético, Diego Simeone, que fueron recogidas, repito, en casi todos los periódicos de tirada nacional: “Tenés todo, tenés nada”. Toda España ha elogiado las palabras del Cholo por su grandeza ante la derrota, porque es verdad que el fútbol tiene estos reveses. Puedes haberlo hecho muy bien y, por un detalle, se te va todo al traste. El factor suerte es determinante, y por eso España entera (es un decir) ha entendido lo que quiso expresar Simeone y ha aplaudido el esfuerzo de un equipo que, seguramente, también mereció ganar. El Atlético supo ganar la liga y ha sabido perder la Copa de Europa.

Todo esto, un día después, se nos ha olvidado de sopetón, porque los españoles somos así, nos sacan del fútbol, las ferias y los toros y nos hacemos la picha un lío. Los mismos medios que elogiaban esos valores futboleros alientan hoy lunes a esa pandilla de indecentes que, aprovechando un micrófono, hacen pública su pataleta ofendiendo a los ciudadanos porque, mire usted por dónde, se han atrevido a no darles su voto. Y aquí, fíjese, el factor suerte no existe. Aquí lo que te encuentras es lo que tú mismo te has buscado.

Voy a repetir lo que he escrito al comienzo de esta columna. El pueblo, insisto, es soberano. La soberanía de un Estado democrático reside en la ciudadanía. Tan soberano es cuando te pone a ti al frente de un Gobierno como cuando te quita y coloca a otro candidato. A Floriano y a González Pons hay que recordarles que un buen político debe de serlo en la victoria y en la derrota. Cuando pierdes, hay que aprender del golpe y hacer autocrítica. Un verdadero demócrata respeta las opiniones y las decisiones de la ciudadanía, y cuando esta decisión multitudinaria no coincide con tu manera de pensar, lo más honrado y sensato es, si quieres darle la vuelta a los resultados, cuestionarte tu manera de proceder, la manera de actuar de tu partido, para hallar las causas de la derrota y reconducir la situación en futuras convocatorias, no elaborar un discurso basado en el miedo y en la incertidumbre para salvar el culo. Cuando ganamos somos enormes. Cuando perdemos sois imbéciles. Esto es de patio de colegio.

Si los ciudadanos han roto el bipartidismo, por algo será. Y miren ustedes, no pasa nada. ¿Qué indecencia es esa de que con tanta diversidad, como publicaba el lunes 26 de mayo el diario El País, sería imposible gobernar, en caso de que estos resultados se hubieran dado en unas elecciones generales? Qué tufo echan algunos medios de comunicación. Huelen a muerto. Desde las instituciones se apela a que con sentadas, manifestaciones y demás no se consigue nada. Que hay que ir a votar y que las urnas son las que legitiman a los gobiernos (lo dijo el PP cuando lo acusaron de no cumplir su programa). Como coloquialmente se dice, blanco y en botella. Hay que tener altura política, honestidad, responsabilidad, decencia y hay que respetar las reglas del juego.

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