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Pasado imperfecto

Por Juliano Oscar Ortiz , 21 noviembre, 2014

En cincuenta o sesenta años, algún joven conectará su nuevo dispositivo a una de sus neuronas, por medio de un invisible filamento adherido a sus huellas digitales, que hable de la década kirchnerista en Argentina y en la que discuta los alcances del relato.

El joven, sentado en una plaza de Manhattan, o Madrid, o Buenos Aires, accionará el dispositivo HN3 para ver una pantalla virtual enfrente suyo en la que, a modo de resumen el periodista le narre el porqué un hombre y una mujer se sucedieron durante 12 años la presidencia, en una rememoración de los grandes reinados Tudor o Estuardo en la que la sangre permitía la entrega del poder sin lugar a otro mérito.

El periodista alcanzará a enumerar los logros de esta singular pareja y llegará a la conclusión, de que en realidad, no fueron tantos como cierta parte de la sociedad le atribuía en sus primeros años de gestión. Las leyes de matrimonio igualitario, las asignaciones familiares, algún cuadro de un general sacado de las paredes, y poco más. En cambio, el periodista explicará que a partir del segundo capítulo y hasta el décimo y último de su investigación recorrerá los errores, las miserias y los grandes temas inconclusos que dejó esa década a la que llamará sorpresivamente “perdida”.

El dispositivo se volverá lento por momentos y tendrá alguna que otra interrupción (el nunca acabar de la tecnología aún en tiempos hipermodernos), pero no dejará de transmitir la voz cada vez más apasionada del periodista que relatará los cientos de juicios en los que los funcionarios kirchneristas estuvieron envueltos, muchas veces amparados por jueces adictos. La corrupción, alrededor del año 2060 estará definitivamente erradicada, por lo que el joven se horrorizará de esa práctica inmoral y alejada del espíritu humano. Así mismo se agarrará la cabeza ante la cifra escandalosa de la fortuna conseguida por los Kirchner, a la que sus seguidores hacían caso omiso, y miraban hacia otro lado, en una suerte de “no escucho lo que no me conviene”. Paradojas de las almas democráticas y honestas.

El periodista con su voz cristalizada recordará en una síntesis de su trabajo, cómo perdieron en las elecciones del 2015, a pesar de las cuantiosas sumas de dinero gastadas en propaganda y en exaltar los supuestos avances y logros; en desmedro de la clases medias y bajas que cada vez vivían en medio de una inflación de más del 40%, una inseguridad alarmante y un desempleo que amenazaba con llegar al 20%.

Sin duda, citará a grandes filósofos de este movimiento populista que supieron defender el modelo de las críticas opositoras con palabras vacías, fundamentos insustanciales y que hicieron el hazmerreir de la gente en una caricatura grotesca y quijotesca. El periodista modulará con su precioso decir, cada frase y hará un juego preguntándose y respondiéndose al mismo tiempo, cómo un gobierno que tuvo la posibilidad de quedar en la historia gracias a un apoyo del 54% del electorado, tiró por la borda el viento de cola del exterior, el capital humano argentino y la confianza de una sociedad que creía en la posibilidad de estar ante un período de crecimiento y desarrollo.

El joven accionará el dispositivo y quedará reflexionando por las oportunidades perdidas de esa generación, por el costo social y económico que produjo ese matrimonio de poder y se alegrará de que los argentinos hayan reaccionado a tiempo.

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