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Napoleón por aquí, Einstein por allá, ¡chu, chu, chu, chu!

Por Víctor F Correas , 2 diciembre, 2015
Cosas de los días que pasan. Lo repito una y otra vez, pero es así. Coinciden efemérides, actos, batallas, decesos… Sucesos que quedaron marcados para la historia en un mismo día. En algunos, como el que nos ocupa, no se trata de esos días que pasan a la historia general, sino a la Historia, en mayúsculas porque dieron cobijo a hechos y personas que se ganaron la eternidad a pulso. En algunos casos, de manera muy merecida.

 
¿Que qué tiene de especial este dos de diciembre? Posiblemente no vaya a pasar a la historia, a la vuestra ni a la mía tampoco -salvo que ocurra alguna circunstancia que varíe ese propósito inicial-. Pero para Napoleón, sin ir más lejos, fue uno de los días más importantes de su trayectoria vital. Porque no todos los días le coronan emperador a uno, ni tampoco tiene el honor de recibir la corona de manos de un Papa. Pues eso, que hace doscientos nueve años el tipo fue investido como Napoleón I por Pio VII, que ciñó la corona en su cabeza y la aristocracia presente en Notre Dame de París, tan contenta. Pero hay más: cuatro años después del asunto, la suerte volvió sonreír al ya emperador en la batalla de Austerlitz. Tras barrer los restos de lo que fue el Sacro Imperio Romano Germánico, Napoleón se encontró con un inmenso imperio en sus manos. Y Rusia, Gran Bretaña y Rusia allí, a verlas venir; lamentando cómo ese pequeño personaje se convertía en el hombre más poderoso del momento. Después vendrían días de miseria para él. Pero no ocurrieron un dos de diciembre.
 
Mientras, por el imperio, tal día como hoy pero en distintos años despedimos a dos personajes que hicieron mucho porque ese imperio fuera lo que fue; otros, después, vendrían a dejarlo a los pies de los caballos. De algunos de ellos sólo se acuerda la historia, con suerte, y alguna que otra serie de televisión. Gonzalo Fernández de Córdoba cerró los ojos en Granada tal que hoy hace cuatrocientos noventa y nueve años, muchos más. A ‘El gran Capitán’ se le deben parte de los cimientos de ese imperio, la valentía para conducir a sus tropas más allá del desánimo, a creer en él, en una victoria; a creer en unos tercios que serían invencibles durante varios siglos.
 
Asimismo, el imperio vio exhalar su último hálito de vida en Castilleja de la Cuesta a Hernán Cortés hoy hace cuatrocientos sesenta y ocho años. Cortés también son palabras mayores en nuestra época, aunque ahora se le discutan sus métodos.
 
Fuera del imperio, Albert Einstein publicó tal que hoy hace cien años su Teoría General de la Relatividad, y Enrico Fermi lograba la primera reacción en cadena controlada de fisión nuclear hace setenta y tres años. Poco después formaría parte del Proyecto Manhattan destinado a desarrollar una bomba atómica.
 
¡Ah! Y hoy hace noventa y dos años vino al mundo en Nueva York María Cecilia Sophia Kalogeropoulos. Hija de emigrantes griegos, daría el cante durante buena parte de su corta vida aunque acortando su apellido, que tampoco era cuestión de matar a la gente a la hora de pronunciarlo. Es más sencillo María Callas. ¿O no?
Otras épocas, otros tiempos. Quedan ellos unidos a la eternidad que se labraron en vida. Unida a este dos de diciembre.
 
Cosas que pasan. Sin más.


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