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Mientras me cepillo

Por Rafa Caunedo , 14 marzo, 2014

Esta mañana he intentado leer mi correo mientras me cepillaba los dientes. A pesar de poner todo mi empeño, no lo he conseguido. Cepillarme con la derecha y mover el ratón con la izquierda ha sido imposible. Supuse que era un problema de coordinación que se solucionaba, simplemente, cambiando de mano.

Pues no.

Uno tiene que saber cuales son sus limitaciones; una de las mías, sin duda, es la de no poder cepillarme los dientes mientras hago otra cosa.

Ahora que lo pienso, muchas mañanas paseo por la casa mientras me cepillo, pero nada más. A lo sumo, miro por la ventana mientras pienso. Pensar y cepillarse los dientes son actividades compatibles. Pienso en lo que tengo que hacer durante el día, en la ropa que me voy a poner o, a veces, me da por especular. Un día, de hecho, me dio por imaginarme cómo sería yo si fuera alemán. Seguramente ya llevaría levantado un buen rato y hubiera desayunado algo más que un café y una magdalena. Si yo fuera alemán, ya estaría en el trabajo, calladito y tecleando, y seguro que podría cepillarme los dientes mientras miro mi correo.

Pero como no soy alemán, me levanto y enciendo el ordenador antes de la ducha. La verdad es que debería emplear el tiempo de cepillado de dientes para pensar que nadie me va a mandar un correo de madrugada. Raro es que tenga correo tan pronto pero, no sé por qué, me he creado el hábito de comprobarlo.

Como el whatsapp.

Es curioso que sí puedo cepillarme los dientes mientras miro el whatsapp. Debe ser que el dedo gordo piensa por sí mismo y le da igual lo que esté haciendo la otra mano. Eso sí, para leer los mensajitos tengo que parar de cepillarme. Leer y cepillarme los dientes a la vez es imposible. Y puede que la lengua se esté abrasando viva con la menta, pero ahí sigo yo leyendo hasta el final. No puedo evitarlo. A veces se me cae la espuma y voy babeando de vuelta al baño para soltarla.

Y digo yo: ¿No podré esperar un poco? Si fuera alemán lo haría, seguro.

ventana

No sé, tengo que quitarme la manía de hacer cosas mientras me cepillo los dientes. Es un tiempo que debo dedicarme a mí mismo y no a los demás. Creo que a partir de hoy no voy a pasear por la casa mientras lo hago. Sólo me voy a quedar frente al espejo pensando que jamás seré alemán. Aunque si digo la verdad, a veces me gustaría serlo. Sólo un rato, sólo por saber qué se siente al ver el mundo desde ahí.

Nunca lo hago, pero en un ataque de aburrimiento hoy he leído mi horóscopo. Y dice: «Tengas o no tengas pareja, aparecerá alguien en tu vida que te producirá un gran impacto. Será muy difícil que no vivas esa historia». Y aquí estoy, sin poder apartarme de la ventana esperando que alguien interesante pase por la calle para bajar y hacerme el encontradizo. Estas son las cosas en las que pienso mientras me cepillo los dientes.

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