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Mi primera vez… en la Feria del Libro de Madrid

Por Alonso Barán , 16 junio, 2015

El azar no se llora es el motivo de que perdiese mi virginidad literaria en la Feria del Libro de Madrid. Había estado en este evento con anterioridad, pero nunca como autor.
La Feria empezó con una resaca terrible. Sergio, un amigo de Valencia vino a Madrid para no perderse la fiesta de la literatura y, cómo no, le enseñé la noche madrileña. Así que, se me fue la mano con la cerveza y lo pagué al día siguiente.

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Con Sara y Ester

Una ola de calor, resaca, tres bebidas energéticas para mantener el tipo… no pintaba bien la cosa, ¿verdad? Pues…
La primera sorpresa me la dieron dos amigas, Sara y Ester sin h, que se acercaron a darme un beso. Son blogueras de literatura, asi que como apasionadas de los libros, no se perderían la juerga de la literatura por nada del mundo.

Volví al interior de la caseta, seguí con las firmas y atendiendo a quien se interesaba por El azar no se llora. Me encontraba firmando un libro cuando escuché gritar «Alonso». Levanté la cabeza y vi a un hombre que no conocía haciéndome fotos. Estaba con tres mujeres que me miraban sonrientes. Me sentí desconcertado. Una de las mujeres se acercó a la caseta y se hizo un selfie conmigo detrás. Yo salí de la caseta a hacerme una foto en condiciones con ella (estaría bueno). Para mi sorpresa, era una lectora que vive en Almería y a quien le había gustado mucho el libro. Al darme cuenta de que era Sandy exclamé «¡Coño! ¡Sandy!». Qué sorpresa me dio.

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Sandy y el momento en que supe que era ella

Me había contado por Facebook que le había encantado el libro y, aunque me encantan las muestras de cariño virtuales, las que son en directo son realmente excepcionales y gratificantes. Sobre todo si se acompañan de una sorpresa como ésta.

La caseta cerró a la hora de comer. Yo estaba agotado. Me había pasado toda la mañana hablando con lectores que se interesaron por el libro, escribiéndoles una dedicatoria exclusiva a cada uno (pensar una es fácil, pero cuando son muchas, no es tan sencillo ser original, sin caer en banalidades, y hacerlo con rápidez porque tienes gente esperando). La dueña de la distribuidora, muy contenta por todos los libros que había firmado, me instó a volver el sábado siguiente para hacer una segunda sesión de firmas. Por supuesto acepté y me lo tomé como un halago.

Salí de la caseta sin rumbo fijo. El hambre y el calor hacían de las suyas. Fui a ver a mi amiga Yardena (me arrepiento en el alma de no haberme hecho una foto con ella ese día). Había comido con sus amigas en el césped del parque e iba a echarse la siesta. Como está opositando, y las fechas de su examen son dentro de muy poco, duerme muy mal.  Lo mejor era no molestarla con mis chorradas y que durmiese un rato. Así que fui a que me atracasen por un perrito caliente en una terraza de la Feria.
Tras engullir el «lujoso» refrigerio, opté por tumbarme en el césped a dormitar un rato. Ahí fue cuando me di cuenta de lo útil que resultan las toallas para no pringarse la ropa. Me daba igual, estaba muy cansado. No caí en la cuenta de que, claro, la gente va a la Feria a divertirse y el lugar estaba atestado de gente pasándoselo bien. Por lo que la siesta fue un imposible.

Me fui refunfuñando y maldiciendo a aquellos que se lo pasaban bien. Pensé: «Alonso, es hora de que te bebas un par de cervezas y cures la resaca con una borrachera». Así que me dirigí a una terraza y allí me encontré con un grupo de lectoras que al verme quisieron hacerse una foto conmigo. Creo que es obvio decir que disfrutaba con la posibilidad de que mujeres guapas y encantadoras me prestasen tanta atención (¿hacía cuanto que no pasaba eso? Ah, sí: nunca). La cosa pintaba realmente bien: «oh, sí, sí. Cerveza fría y ser el centro de atención de un grupo de mujeres. Creo que el trabajo de escritor me encanta».

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Todo fue pura ilusión. En ese momento, no se le ocurrió otra cosa a mi editor que llamarme para recordarme que teníamos una reunión. Cabizbajo y arrastrando los pies me dirigí al lugar acordado. De camino, me paró una mujer para decirme que le había encantado la dedicatoria que le había hecho por la mañana y eso me gustó muchísimo. Estaba muy contenta porque le había hecho un poema con su nombre y, sinceramente, me agradó comprobar que tengo la capacidad de alegrar a  la gente.

La Feria fue una experiencia maravillosa. Lo mejor fue recibir el cariño de tanta buena gente. ¡Muchas gracias por haberme hecho feliz!

Hasta aquí la crónica de Feria del Libro de Madrid 2015. Si quieres saber algo más sobre lo que motivó mi presencia allí, que no es otra cosa que El azar no se llora, te dejo un enlace donde puedes ver una entrevista que me hicieron en TVE.

http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-aventura-del-saber/aventuraabaran/3153748/

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