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«Melanie (The Girl With All the Gifts). ¿Otra de zombis?

Por Emilio Calle , 5 febrero, 2017

Ardid comercial o un total desinterés por parte de las distribuidoras, no deja de ser una lamentable coincidencia que dos películas donde los zombis sean los protagonistas de ambas obras se estrenen el mismo día. De un lado, el apresurado, tosco y muy decepcionante desenlace de «Resident Evil, capítulo final», donde la desgana de todo el equipo (especialmente en Milla Jovovich y en Paul W.S. Anderson, su director y guionista, ambos más pendientes de abandonar la serie que de concederle un buena despedida) es aún más contagiosa que el terrible virus del que nos habla. Entre sus fieles parece haber diversidad de opiniones, y ya se anuncia una nueva entrega del vídeo juego, así que esto ni es una película ni es nada. Solo más derroche de hemoglobina en una franquicia que será explotada hasta el hartazgo, incluso ahora, cuando ya no le interesa a casi nadie la interminable y algo engorrosa historia de la invencible Alice.
Con este panorama, era de temer que «Melanie» (el aséptico título en español de lo que debió traducirse como «la niña con todos los dones») no fuese más que otro desparrame de vísceras y mordiscos, otro juego de adivinanzas donde nos toca adivinar quién se salva y quién no de ser mordido, y de serlo, quedar contaminado y convertirse en un caníbal para que lo tenga que matar su mejor amigo, su esposa, su hermano , su hijo o su mascota.
Pero el que entre en el cine buscando eso, no lo va encontrar.
Cierto, aquí la población está diezmada y contaminada por una epidemia que los ha convertido en seres con el consabido apetito de zamparse a los demás. Y claro que hay disparos a la cabeza, y un grupo que huye perseguidos por hordas de estos afectados. Aunque no se les considera monstruos, ni tan siquiera se les llama zombis. Son «los hambrientos», lo que descoloca un poco, porque la idea de un mundo lleno de gente que actúa desesperada y cruelmente porque tienen hambre se aleja de ese imaginario común que hemos abarrotado con seres propios de una pesadilla. Y abre la película a interesantes lecturas que acabarán siendo más humanas que argumentales.
Y es que es en el arranque de la película donde son visibles las muchas virtudes sobre las que irá filmando. En un, cómo no, oscuro refugio, unos niños permanecen encarcelados. Viven en celdas, temidos y maltratados a partes iguales. Son trasladados maniatados en sillas de ruedas, como animales. Entre ellos, la protagonista de este relato, Melanie, Ni son humanos, ni se han transformado en «hambrientos», aunque es mejor estar lejos si les entra el apetito. Nacieron en el vientre de mujeres afectadas por la plaga, pero sobrevivieron, y traían consigo ciertas diferencias que los hacen distintos a cualquier otra persona del mundo, por lo que quizás en su cuerpo se pueda hallar la vacuna que cure a la humanidad. De un modo sistemático, al tiempo que son estudiados como anomalías así para conocer sus particularidades, van desapareciendo del grupo algunos niños. Y será la protagonista la que intente resolver el misterio de esas repentinas ausencias, de las que nadie regresa. Justo cuando esté a punto de saber algo más, es cuando en el exterior, los miles de «hambrientos» que se apilan por los alrededores de la fortificación militar, rompen las defensas y toman el lugar, comiéndose a cuanto soldado se pone por delante. Melanie y un grupo de humanos logra escapar y seguiremos su periplo hasta llegar a un Londres ya tomado por la plaga, y recubierto casi en su totalidad por una peligrosa vegetación. Será allí donde tenga que librar sus particulares combates hasta desembocar en un desenlace muy complicado de predecir.
La película cuenta además con regalos tan fantásticos como la presencia de Glenn Close, tan brillante como suele ser habitual, aunque ella misma sea devorada (metafóricamente) ante una sencilla evidencia: su protagonista, la debutante Sennia Nanua, tiene, tal y como se anuncia el título, todos los dones, incluido el de la interpretación, y hace el mejor uso de todos cuanto posee, entre ellos destacar sobre todo el resto del reparto.
Sin renunciar al terror o al suspense que se esperan de un film de género, su director Colm McCarthy (casi nuevo en el cine, pero que se ha ganado su fama en Televisión, adaptando algún capítulo de la cada vez más venerada serie «Sherlock») termina llevando al espectador hasta un final nada complaciente, profundo e incluso perturbador, lo cual es muy de agradecer ahora que hay películas que terminan incluso antes de haber empezado.
Los adeptos al género, quizás la reciban con frialdad.
Pero los verdaderos aficionados a esa vertiente del cine de terror que son las películas sobre zombis hallarán una rara pieza, una obra menor, aunque llena de apuntes sobresalientes y originales.
Por lo menos, el menú es bastante más variado de lo que suele ser habitual en estos festines.

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