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La vergüenza de Tordesillas, la vergüenza humana.

Por Yolanda Larrea Sánchez , 8 septiembre, 2014

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Miren muy bien la imagen. Barbarie, tortura, maldad, sadismo, brutalidad, crueldad…vergüenza. Nunca he podido con los individuos que disfrutan y se vanaglorian de maltratar a un animal. Es algo que me supera. Quizá porque sé que al revés nunca ocurriría, o quizá por la seguridad de que el animal más peligroso de todos es el ser humano. El Toro de la vega, que tendrá lugar próximamente, es el paradigma de la maldad humana. “La tradición es la personalidad de los imbéciles”, decía Maurice Ravel. Parece que no iba desencaminado el hombre. Esta atrocidad va en contra de los derechos fundamentales de los animales promulgados por la Unesco. Les invito a leerlos, lanceros. Fiesta de interés turístico, dicen ellos. Espectáculo taurino tradicional, afirman. Marca España.

En este país somos expertos en maltratar animales: desde vaquillas, gallos, cabras…hasta el ahorcamiento de perros de caza o el abandono del cachorro, que nada entiende y llora en la carretera mientras el coche que tanto quiere incrementa la velocidad, dejándolo atrás a él y a su humanidad. Por nombrar unas pocas de estas “festividades”: los toros de fuego en lugares como Soria o Valencia, el Toro de Coria en Cáceres, las Corridas de gansos en Toledo…Nuestra putrefacta ¿cultura?. Porque ya se sabe que la gente hace mucho el imbécil, pero en verano, aún más. Algo no funciona cuando semejantes escenas son aprobadas y calificadas como tradicionales mientras una multitud, sedienta de sangre y violencia, es partícipe. Una ya no sabe quién es el animal y quién la persona. Un buen ejemplo es el alcalde de Tordesillas, quien afirmó hace poco que el Toro de la Vega siente dolor, pero no sufre. Su nivel de inteligencia me abruma, me impresiona. Entre él y Mariló me dejan ojiplática. Si es que ya lo decía Dani Mateo, quién entiende a los intelectuales. Como en esta vida todo es innovar, se me ha ocurrido que, por un año, podríamos hacer algo diferente. Lo cogemos a usted como centro de la festividad y a Elegido lo dejamos correteando por su campo. Así comprobamos si siente dolor y, si sintiéndolo, sufre o no. Si no da error quizá usted haya conseguido un hito dentro de la Ciencia. Ahí lo tenemos: investigación, desarrollo e innovación. Del PSOE el amigo…Y estos son los progres. Cómo serán los que no lo son. Bueno, ya lo sabemos. Sobran calificativos.Solo me queda pedirle a usted, Pedro Sánchez, que se mueva. Demuestre que su partido de verdad ha evolucionado. Muévanse, aunque solo sea por una vez. La barbarie no se respeta, se abole.
Y es que me chirrían los oídos cada vez que un iluminado afirma con arrogancia la vida a cuerpo de rey y la suerte que tiene el toro por ser el protagonista de este día. También tenemos el “si no te gusta, no mires, respétalo. A mí no me gusta el fútbol y lo respeto”. Vamos a ver, listos, que sois unos listos. Ya es suficiente. Yo todavía no he visto a Messi con una lanza hasta el esófago. No se trata de respeto, sino de principios, valores, conmiseración, humanidad. No se puede pedir tolerancia por algo que, éticamente, es indefendible, despreciable. Decía Ortega que una cosa eran las creencias, y otra las ideas. Las primeras están en nosotros como adhesión mecánica, y las segundas son las vinculadas al ejercicio del intelecto. Morimos por nuestras ideas, no por nuestras creencias. Si ustedes mueren por matar (a lanzazos), o tienen un problema, o directamente son tontos.

16 de Septiembre. Son las 11 en punto de la mañana. El sol golpea todavía en los umbrales de Septiembre. Elegido no lo sabe, pero él nunca más verá amanecer. El toro es conducido hacia su innegociable final. Miedo impregnado en la mirada. Terror como único impulso entre las callejuelas del lugar de la matanza. Ellos, a falta de cerebro y corazón, llevan lanzas. Lanzas limpias, afiladas, apuntan a la víctima que, indefensa, corre sin consuelo. Lanzadas. El hierro quema y la sangre fluye. La vida…la vida se escapa. Sin ningún valor. Así de rápido, así de simple. Los valientes, sonríen.
Basta ya. No se puede decir otra cosa. Basta ya. Paradlo. Clavaos las lanzas a vosotros si queréis. Porque somos muchos, casi todos, quienes alzamos y alzaremos la voz hasta quedarnos sin ella. Que no tengamos que pedirle perdón al mundo y, sobre todo, a nosotros mismos. Algo se rompe por dentro ante la vergüenza de Tordesillas, la vergüenza humana. Por la abolición del Toro de la Vega. Yo, rompo una lanza.


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