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Nulla aesthetica sine ethica

Por Yolanda Larrea Sánchez , 28 agosto, 2015

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Unos 70.000 toros perecen al año a su paso por su desierto circular, su desierto sin amor. Revoluciones de conciencia encienden las redes. Heridas que nunca suturan ante quien ve siempre la misma imagen de desencanto. Qué sabrá el superhombre de pecados, si saluda impávido con el horror desmembrado en su mano. Otros cerramos los ojos ante la democratización del no sé qué del respeto a la hijoputez y sus cuchillos. El umbral que separa criterios y cegueras se perfila sórdido en la arena atropellada por los toros del mundo. Antes, un lugar oscuro y el miedo primigenio te asiste. El cuerpo que pedía agua recibe el rencor del hombre en sus costillas. Rigideces de terror se abren paso entre los riñones golpeados. La vaselina cubre los ojos; quizá sea mejor que no acierte a ver el coliseo repleto del graderío que va sirviendo su alma en bandeja de plata. Los toros y su levedad nunca importaron tan poco. Nidos de difuntos se agolpan en la plaza. El drama comienza y la cicuta es el mayor anhelo ante el instinto de no saber y sabiendo de la muerte y sus crueles caminos. Maldito hombre de luces que recuerdas nuestras sombras.

No busquemos falacias ni excusas de Españas de otras lunas. La frialdad del que sabe que hace daño ha de encontrarse con las fuertes voces mutiladas por los años que renuncian a tu patria y su podrida grandeza. El sentir español barnizado de la sangre a borbotones, y su asfixia y los pulmones reventados, y los músculos destrozados y la vida que nada vale. Insultos al técnico de sonido que os descubre las vergüenzas. La agonía solapada por el fulgor de los aplausos. A golpes de pasodoble se escribe la historia de nuestra raza. Coraje, maestro, es coraje. Sí, de lo que somos. Maldito ser humano que todo lo destroza. El tópico de la dehesa y tal biodiversidad. De eso de que te zumbo porque si no no existirías. Sí, creo haberlo oído en otra parte… Los datos de la Unión de Criadores de la Raza de Lidia (UCTL) lo deja claro: el toro ocupa unas 280.000 hectáreas, que suponen como mucho un 10% del total de dehesa en este país. Un día de estos podríais reconocer que lo hacéis por gusto, por puro disfrute de la muerte a estocadas nunca limpias. La aorta y el miedo que acaba en su sección te definen como ser humano. Hay cosas que importan más que una tradición. ¿Te imaginas, lector, una espada atravesando tus omóplatos?

Es cierto, hay pocas cosas en las que una crea de verdad en la vida. Yo me juré a mí misma que en mi paso por la mía no haría nunca daño a nadie. En la simpleza de esta idea creo. Arrebatos de justicia, y de la saliva que arrincona las lágrimas que nacieron para no ser vistas. Llorar por el otro, maestro, por el quebranto de la agonía y su temblor. La España manchada de sangre de toro no nos representa. Tenía razón Machado: «Una de las dos Españas, ha de helarte el corazón». El mío no se si aguantará penando por tanta maldad humana. Unos matáis vidas, otros estamos dispuestos a luchar por ellas. Aquí y ahora, a las cinco en sombra de la tarde. 


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