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La puñetera verdad

Por Rafa Caunedo , 4 abril, 2014

SILENCIO

Si todos dijéramos la verdad, el mundo sería insoportable. No me gusta la gente que alardea de ir con la verdad por delante. Seguramente son los que menos soportan enfrentarse a ella. “Callar no es decir mentiras, y yo me callaba casi todo”, decía Thomas Bernhard

A veces pienso que hablamos demasiado y que decimos muy poco. Casi todo es ruido, ni siquiera voz, palabras al vuelo. Dicen de mí que soy taciturno, y puede que lo sea. Siempre he preferido escuchar, lo que no quiere decir que esté abierto a todo. Me gustan las conferencias porque son unidireccionales, como el cine o el teatro. No tengo que hablar y, sin embargo, vuelo.

La mayoría de las veces, hablar me da pereza. No entiendo como la gente, nada más crearse una opinión sobre cualquier asunto, está deseando soltarla. Me cansa el diálogo y, sobre todo, la discusión. Me fastidia tener que defender una postura. Que cada uno piense lo que quiera, que yo no soy nadie para ir por ahí convenciendo a la gente.

Últimamente, tengo la sensación de que hay que hablar y que si no lo haces eres un muermo. Conozco gente que ejerce de tertuliano en su vida cotidiana. No hay nada más pesado que un ‘tertuliano’ en un ascensor. Son enfermos incontinentes, no pueden evitarlo, tienen que dar su opinión sobre todo.

Dicen que el silencio entre personas es incómodo. Una vez escribí que “la verdadera amistad nace cuando el silencio deja de ser violento”. Yo tengo amigos variados, algunos hasta más taciturnos que yo, con los que disfruto del silencio. La mayoría de las veces basta con ‘estar’, nada más. Las palabras, en un gran porcentaje, están vacías, son como pompas de jabón. Hablar por hablar es muy cansino.

Yo prefiero callar a mentir, como Bernhard, por eso me reservo. Escucho y analizo, rara vez rebato. Además, soy lento de reflejos y las mejores respuestas siempre se me ocurren cuando ya estoy en el coche de vuelta a casa.

Desconfía de los que te dicen nada mas conocerte que son muy sinceros. Lo normal es que te estén engañando.

 

“Al empezar, pensó que todo en su vida era importante. Ahora ya sabe que muy poco lo es. Tal vez todo lo necesario quepa en un armario y en un pequeño rincón del cerebro. Sofía ha aprendido, en este tiempo, que el silencio engrandece, y que las personas pierden mucho tiempo hablando”. Párrafo de ‘Se acabó’, mi próxima novela (junio 2014)

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