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La palabra Justicia

Por Andrés Expósito , 15 febrero, 2014

La palabra Justicia

 

En el desorden y en el desatino que acumula la actual directriz económica y política, en referencia al pueblo, al ciudadano que reside sumergido en lodos irrespirables e inamovibles, como si tuviera que soportar por sí solo, en exclusividad, tanta miseria y privacidad de derechos, tanta mierda podrida de dinero transferido de un lugar para otro, bolsas negras, cientos de billetes bajo la mesa, tanta corrupción económica y política, y ahora, como contrapunto indecente y abrupto, debe pagarlo, y debe hacerlo sin derechos, sin sanidad, desahuciado de sus afables hogares, y en esa ensortijada y nebulosa maraña de escalofríos y temores que sacude y apalea a las ciudades, parece elocuente,  laudable, justo, el carácter y resolución que están tomando algunos jueces y juicios, al inclinarse la justicia hacia la realidad del ciudadano, y no, en todo caso, como ha ocurrido en otras épocas, no hace mucho, al azotar, ahogar y ajusticiar a la ciudadanía con resoluciones ilícitas, incoherentes, desproporcionadas, solo por bajar la cabeza y quedar lo ecuánime y recto bajo el dominio y la perversión de la mano alargada del Gobierno, que en esos instantes y en cuestión, tenga sus anchas y esplendorosas posaderas sentadas en el sillón del Poder.

Ahora, en estos tiempos de desorden y nomenclatura, se asoma lo que por otro lado, tendría que comulgar con la realidad cotidiana y justa a lo largo de la historia de la humanidad, y no quedar ahora como si del teatro del absurdo se tratara, o por otro lado, como ficción novelada: la justicia es indeleble y regia para unos y otros, nadie en absoluto debe quedar al margen de ella.

Y da cuenta de ello ciertas resoluciones que retoman la estructura y la esencia con que la palabra justicia emergió desde el principio de la existencia, y queda así cada una de sus letras dando forma y sombra al sentido que la abarca y la ocupa.  Justicia es el compendio que converge en la misma palabra, es la totalidad del conjunto estable e inequívoco de las letras que la conforman, y es ahí, donde la actualidad parece acentuar y dirimir esbozos coherentes, laudables e imparciales, así como la interpretación de los juicios y sus diversos mecanismos se muestran más cerca de la realidad de la calle, del ciudadano de a pie, y se paladean y tildan actuaciones legibles y loables a la ciudadanía, al día a día, al proyecto social de convivencia en este asentamiento actual que rige a la especie humana, como  por ejemplo la readmisión de funcionarios en Castilla-La Mancha, la anulación de privatizar la sanidad madrileña, la derogación de la compra de participaciones de las preferentes, o la paralización de múltiples y agónicos desahucios, y todo ello, con la mesura y la incertidumbre, pero al tiempo, con la certeza y elocuencia de que parece que para los ciudadanos no todo queda en un rebaño pisoteado y utilizado, miserias y penurias, largadas y colocadas dentro del limitado establo donde residen.

Asumiendo, pero en la expectativa inquieta y desconfiada, de que esto no se trate de alguna moda pasajera, o sol de invierno que desplome su luminiscencia y vigor con la aparición de nuevas nubes, quizás, el injusto y cenceño aspecto otoñal de desvarío que atosiga a la ciudadanía en la actualidad, pueda encontrar donde guarecer y sostener una grieta o una esquina que alumbre alguna posibilidad.

 

 

Andrés Expósito, escritor

                                                                                                                               www.andresexposito.es

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