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La marca Woody Allen

Por Juliano Oscar Ortiz , 3 marzo, 2014

En un giro más de la entrega de los premios Oscar que tuvo a Cate Blanchett como ganadora del premio a mejor actriz por su papel en Blue Jasmine, la película dirigida por Woody Allen, es justo que volvamos a la polémica de las últimas semanas, en las que aparecieron miles de personas preguntándose si se debe seguir siendo fan del cine de Allen, a raíz de las declaraciones de su hija adoptiva Dylan, en las que afirmaba haber sido abusada por éste, cuando era una niña. 

Eterna controversia para debatir con fundamentaciones y conceptos claros y definidos, ya que es un tema muy complicado y al que las personas suelen dejar de lado, o restar valor, ante la importancia de tal o cual nombre. En un tono mucho menor, Diego Maradona también suscita permanentemente dicha discusión entre los amantes de su fútbol exquisito en los ochenta y su vida personal envuelta en polémicas, apoyo a dictaduras, drogas, peleas e hijos no declarados.

Pero volviendo a Allen, es justo decir que esto es una remake de lo ocurrido en 1993 cuando el Tribunal de Justicia de Nueva York lo absolvió de este flagrante delito. En esa oportunidad, sus fans dudaron en alzar su nombre para defenderlo y el silencio ahogó toda disputa.

Gracias a una dilatada carrera profesional como escritor, actor, y por sobre todo, director, la marca Woody Allen es sinónimo de humor irónico, sarcasmo, indagación psicoanalítica y todo lo que conlleva al ser humano a indagar en los rincones del amor, la muerte y las crisis personales. Allen una vez traspuesto los límites de su cine primigenio, comenzó a elaborar comedias basadas en las preocupaciones que lo atormentaban desde joven, y que le valieron el rótulo de “difícil”, un cine argumental que le exigía al espectador mucho más que pochoclo y Coca Cola. Anclado en Nueva York, supo trascender y lograr filmando en Europa, el reconocimiento que cientos de críticos, hasta ese entonces, todavía le escatimaban.

Obra y vida personal

Vida profesional y personal son dos tópicos que pocos pueden dividir y no mezclar, el arte, la genialidad de un director de cine en este caso, queda envuelto en la maraña asfixiante y terrible de una acusación de pederastia. Ante esto, vale la pregunta, ¿es lícito mezclar esos dos aspectos al considerar el valor de una marca personal? La respuesta es compleja y desentrañarla en estas líneas puede parecer apresurado. Roland Barthes, el destacado semiólogo francés, aseguraba que las obras literarias (traslademos el pensamiento al cine) poseen una vida independiente de la vida del autor que la escribió, más allá de poder representar el resultado de lecturas, experiencias y diversas interpretaciones en el entorno social que el mismo autor asimiló. Desde esta perspectiva, definir la calidad o la trascendencia de un trabajo basado en la limitación de la vida del creador de la misma serían inconciliables.

Woody Allen es una firma de valor como resultado de su labor profesional, las polémicas derivadas de su vida personal, (ciertas o no) no deberían afectar tal evaluación, pero sabemos que lamentablemente afectan y si no hagamos unas preguntas: ¿Verían la película dirigida por un hombre condenado (aclaremos que Allen fue acusado y absuelto) por un delito horrible como lo es la pederastia? ¿Variaría su consideración de valor en cuanto a obra artística? ¿Podemos ser tan hipócritas de condenar ese aberrante hecho y al mismo tiempo celebrar un hecho artístico realizado por esa persona? ¿Es hipócrita actuar de esa forma?

El rey del pop también

Archivos secretos del FBI, a los que ha tenido acceso el semanario ‘The Sunday People’, revelan que el ‘rey del pop’, Michael Jackson, gastó durante 15 años, 26 millones de euros para silenciar a niños de los que supuestamente abusó. Esto contradice los veredictos de absolución de la justicia norteamericana ante las diversas demandas efectuadas por aquellos años. Tengamos en cuenta que en solo uno de esos juicios se llegó a un acuerdo de dinero. Como sea, estos problemas fueron apagando la estrella del cantante hasta acabar en su misteriosa muerte. Tales acusaciones afectaron su nombre como marca profesional y personal.

No parece lo mismo con Allen. ¿Justicia? o será un ingrediente más en la instantaneidad de lo que nos rodea.

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