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La maldición de la «U»

Por Óscar Hernández , 26 marzo, 2015

Son los penúltimos en haber sucumbido a la maldición. Porque una vez es, con toda probabilidad, casualidad. Dos veces, ya despierta sospechas. Tres veces es una pauta. Y en este caso, posiblemente, una maldición.

Hablo de la “U”. De esa sencilla letra, de esa vocal en forma de valle glacial… La “U” de unidad, de unión. Y la maldición que lleva a todos los partidos que la incluyen en su nombre a la desdicha, a la desintegración, a la agónica marcha hacia la irrelevancia.

No es cuestión de viajar demasiado en el tiempo como si pudiéramos caprichosamente ir y venir cual Ministerio del Tiempo. Quedémonos en la reciente Historia. Pongamos unos cuarenta años.

Empecemos con la primera “U”. Acompañadme en el artículo del misterio.

UCD: Unión de Centro Democrático. El partido de Adolfo Suárez. El partido que soñó con dirigir los destinos del viejo país durante largos y prósperos años. Ganó un par de elecciones sin el éxito que esperaba. Después, aquella unión empezó a resquebrajarse, a hacer aguas y a tener fugas por todas partes. En pocos años desapareció.

Otra cosa es lo que fue de sus miembros, que mayoritariamente se reacomodaron bajo otros paraguas…

Años después surgió una nueva “U”. Esta es quizá la herida que nunca cicatriza, la brecha siempre abierta, la del dolor perenne. Me refiero al caso paradigmático de la maldición:

IU: Izquierda Unida. Julio Anguita tuvo un sueño. Pero se despertó en un solar lleno de intereses particulares. Las redes sociales, y antes, los diarios, los grafitis y los chascarrillos de café, han hurgado en la herida con el nombre de la formación: que si Izquierda Desunida, que si Izquierda Hundida…

Y cuando parecía que por fin se despejaba su camino, que podrían crecer, que podrían aunar fuerzas y sacarnos del lodazal de corruptilandia, llegó Podemos y los remató.

Ahí siguen, más desunidos que nunca. En una lucha de griegos y troyanos. Madrid doblemente descabezada; Extremadura preparada para la extinción; en Euskadi ya pasó; en Valencia todo apunta a que así será…

Pobre Anguita. ¿Qué han hecho con tu sueño?

Y la maldición se abre camino. No hay dos sin tres.

UPyD: Unión, Progreso y Democracia. Ya lo sabían. Conocían la maldición. Pero Rosa Díez se enfrentaría al mismísimo Lucifer. ¿Una maldición iba a poder con ella?

Ahí los tenemos. Iban a ser la alternativa al bipartidismo (¿Un partido iba a sustituir a dos?). Han luchado contra los corruptos. Los han sentado en el banquillo. Ficharon a Toni Cantó, alejándolo de las tablas. Y cuando parecía que podían crecer, que podrían cobijar a desengañados del bipartidismo canovista, la maldición hizo acto de presencia. Y se hizo carne en forma de joven y bien parecido político catalán (¿se puede decir, no?).

Ciudadanos, el efecto Ciudadanos, la operación Ciudadanos… Los titulares especulan mientras en UPyD vuelan las dagas, los ataques, las estrategias. El misil que Toni Cantó lanzó en Internet a Canal 9 parece haber cambiado de trayectoria. Estampida, fuga, llámesele ‘Sálvese quien pueda’. Y el señor Rivera sonríe con los brazos abiertos.

Como sonríe (bueno, ya no tanto) el señor Iglesias. Como sonrió años ha, el señor Fraga.

En CiU la temen. En UGT están aterrorizados.

Hablo de la maldición de la “U”. Estad alerta, cuidaos de ella…

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