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La calculadora ha explotado

Por Magdalena Cabello , 29 julio, 2014

«Las matemáticas son ciencias exactas, y las cuentas, ciencia-ficción». Es la frase con la que El Roto pone el texto a una imagen ensordecedora en su viñeta de hoy. Un hombre con bata blanca, entiéndase un investigador en ejercicio, se apoya ligeramente en un mueble y de un modo totalmente satírico, le coloca una especie de antenas y gafas ultrasónicas que seguramente lo conecten con el «poder de allá arriba», aquel que le dice lo que son las ciencias, aquel que mal-calcula.

No puede ignorarse la estafa de la familia Pujol, no puede desarrollarse al margen con la excusa de tomar un carácter personal e íntimo, porque nada que se relacione directamente con la gente, verdadera base de la política, puede apartarse de ellos mismos. No es justo, ni moral, ni legítimo. Pero sí es legal. Por eso lo llamamos ciencia ficción, por eso El Roto no duda en asignar una torpe calculadora al poder que transforma las cuentas en libre albedrío.

¿Sinceramente podemos creer que los intereses de los que velan por nuestros intereses son exactamente los mismos que los nuestros? Honorable ya suena a corrupto, ya no tiene validez. Como democracia la perdió hace tanto tiempo cuando dejó de dialogar con la gente. Igual que la sociedad maquillada de libertad y pintorreada de hipocresía. Por eso lo llamamos ciencia-ficción. Tiene mucho de ficción y muy poco de ciencia, pero aún a la familia Pujol le ha servido, al menos durante 34 años en los que no encontró hueco para regularizar su dinero, igual que cada uno de los casos que nos aparecen cada día como platos que digerimos una y otra vez y que nos alejan de la «política» pero nos hacen desear una Política.

La calculadora explotó porque las cifras ya no dan a basto. La doble moral de los que se aprovechan de su posición ya no cuadra con la moral que debería primar en una sociedad avanzada, con recursos para vivir adecuada y satisfactoriamente. Pero no solo aquí, sino a nivel global. En un mundo que cada vez se mira menos a sí mismo cuesta demasiado echar un ojo al de al lado, al que es como tú, al que el azar puso ahí porque sí, sin ningún motivo más.

La calculadora ya perdió su función de sumar; ahora ya solo divide y resta para que el resultado sea redondo. Si la esperanza estuviese surgiendo, este sería el momento más idóneo para el cambio -y no me puedo referir al «cambio» del PSOE, cuyas primeras reuniones concretadas han sido con Rajoy y el Rey…¿Cambio?- porque si algo bueno tienen las ciencias exactas es que al final del problema, el resultado es justo el que tenía que ser, aunque muchos aún sigan intentando hacernos creer que el problema no tiene solución.

 

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