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A pie de página

Por Esther Bendahan , 7 marzo, 2014

 Gertruda

“En estos tiempos de quenelles y plátanos, de odios rancios y clamores incendiarios, en estos tiempos de resentimiento generalizado y rivalidades vengativas, hay una palabra que se echa de menos y habría que reinventar: la palabra “fraternidad” (Bernard Henri Levi)

De fraternidad trata La promesa de Gertruda, de Ram Oren, en Plataforma editorial, la historia de una justa de las naciones. Es un relato de generosidad valiente. Y es a la vez un libro generoso. Uno cuando habla de humanidad ya no sabe si lo extraordinario es la generosidad o si es que hay dos especies conviviendo. Una que usa la violencia, la destrucción, primitiva, aculta, salvaje frente a otra solidaria, que generosa piensa en el futuro, respeta el conocimiento,  que ve en el otro el rostro de Dios.

Este libro habla de eso, también de las zonas grises durante la catástrofe europea.

Es un libro generoso porque su escritor desaparece para organizar la historia de manera estructurada, fácil, incluso extrañamente amena. Se lee en tensión, con imágenes precisas. Lo terrible es que es una historia verdadera. El autor organiza secuencias de vida de manera casi bíblica de quienes se van a encontrar. En el principio se describe lo cotidiano, la vida en la ciudad, el rico, el trabajador sin muchos recursos que viven en un mundo conocido, demasiado próximo. Cuando aparece la tragedia, el caos, el desorden cambia las estructuras sociales, nada es previsible. Y Gertruda salva al niño huérfano de la familia judía donde trabaja poniendo su vida en peligro, le lleva a Israel en el Exodus.

Gertruda es de la especie de los hombres que se conmueven. El libro principalmente narra su historia de entrega, el riesgo para ella era perder al niño que ama y cuida poniendo en peligro su vida. La bondad en el territorio del mal, únicamente puede ser individual, limitada pero firme; hay quienes se atreven a combatir, a desobedecer a arriesgarse. El niño, hoy un adulto alegre, testimonia. En estos tiempos de desorden, de revueltas, de totalitarismos encubiertos, detengamos al mal reinventando la fraternidad, y, en todo caso esperemos por nuestro bien, ante la oleada de primitivos enfurecidos contra los homosexuales, contra los judíos, que la especie de Gertruda se haya multiplicado.

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