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Fuerza mayor, de Ruben Östlund

Por José Luis Muñoz , 28 marzo, 2015

Fuerza_mayor-246269670-largeTodo parece muy normal, y has cierto punto aburrido, porque nos vemos reflejados en nuestra cotidianidad, presente o pasada, en esta película. Una familia formada por una joven pareja de treintañeros suecos y sus dos hijos pequeños se va a esquiar a una estación de los Alpes. Esquían. Comen. Duermen. Todo es muy rutinario. Por la noche oyen cómo se disparan los cañones de la estación para provocar avalanchas controladas. Duermen en un hotel convencional y aséptico. Todo es perfecto. Hasta que un mediodía, cuando están almorzando en la terraza del hotel, una avalancha que parece controlada se descontrola y está a punto de llevárselos por el medio a todos. La madre, Ebba (Lisa Loven Kongsli), permanece al lado de sus hijos, protegiéndolos. El padre Tomas (Johannes Bas Kuhnke), presa del pánico, toma el ipad de la mesa, se levanta apresuradamente y los deja ante el peligro que, finalmente, resulta una falsa alarma: el alud se detiene justo a la entrada de la terraza. No pasa nada. Pero pasan muchas cosas a partir de entonces en el matrimonio.

Con una agudeza psicológica extraordinaria el director sueco Ruben Östlund (Gothenburg, 1974) construye un melodrama rehuyendo los elementos dramáticos al uso, sin subrayados. Las tragedias pasan por el interior de los personajes y, en algún momento puntual, una cena con amigos, asoman y explotan. ¿Nos comportamos siempre como héroes? ¿Estamos a la altura de las circunstancias? ¿Se nos puede reprochar en algún momento que nos bloqueemos ante un peligro? ¿Se nos puede exigir que prime el instinto de supervivencia primario frente al de protección de la camada? ¿Tiene que asumir el padre el papel de protector de los suyos?

Tiene Fuerza mayor (el título original Turista es más aséptico) momentos cumbres. Tomas, tras negar reiteradamente su conducta, acaba asumiéndola finalmente y se rompe y explota en llanto. Tomas llevando a esquiar a los suyos en un día de niebla y ventisca, en el que nadie esquía, precisamente para recuperar su autoestima y la estima de los suyos forzando un comportamiento heroico.

Con ritmo pausado, sin estridencias, con un control absoluto de los escenarios—la estación de esquí; los paisajes de montaña espectaculares por los que Tomas y su amigo Mats (Kristofer Hivju) practican esquí fuera de pistas, la naturaleza salvaje frente a la acotada de la estación— y de los personajes, con sus silencios y sus miradas, con el atisbo de sus más mínimos gestos, huyendo de toda épica, Ruben Östlund construye una película incisiva que hace derivar suavemente de la comedia de costumbres hacia el drama nada complaciente, con huellas de Michael Haneke o Ingmar Bergman, pero sin la solemnidad de ambos, acomodándose en la cotidianidad, y que acaba homenajeando a Lars Von Trier (ese autocar que, por su tamaño y la impericia del conductor, no consigue tomar las curvas de la sinuosa carretera alpina y provoca la histeria de los pasajeros) y al Luis Buñuel de El ángel exterminador: los huéspedes, tirados en la carretera, regresan  al hotel, no pueden abandonarlo.

En el reparto, junto al espléndido dúo protagonista formado por Johannes Bah Kuhnke y Lisa Loven Kongsli, encontramos al actor norteamericano Brady Corbet, uno de los psicópatas de Funny Games de Michael Haneke.  Una película del género de catástrofes, humanas. Y sobre el declive del páter familias.

Título original: Turist
País: Suecia
Año de producción: 2014
Género: drama familiar
Duración: 120 minutos
Director: Ruben Östlund
Estreno en España: 27/02/2015

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