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Exactamente

Por José Luis Muñoz , 5 mayo, 2015

ESPERANZA AGUIRREAhí está la palabra de la discordia. La que, para su desgracia, repitió la candidata a la alcaldía de la capital del reino Esperanza Aguirre que mordió como un pez atontado el anzuelo que un periodista correoso le lanzó. En el PP cobraban sobresueldos hasta la madre superiora. Menos yo, contestó la que quiere ser alcaldesa y quizá presidenta de la nación. Hay dos personas que no cobraron: Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón. Exactamente, reafirmo ella.

Lo que hizo el otro día Esperanza Aguirre no fue un error sino un acto de sinceridad involuntario de una política torticera y torpe que nada tiene que ver con la acertada apuesta del PP por Cristina Cifuentes, a la que no deja de criticar porque es lo opuesto al populismo de la presidente del PP madrileño que espera arrastrar al votante más derechista del partido. Hemos visto a Espe cantar un chotis en inglés, bailarlo y quizá, si así consiguiera votos, la veamos hacer un porno en directo. Esperanza Aguirre, a pesar de la devoción, incomprensible, que por ella siente Mario Vargas Llosa, es el paradigma de lo peor de la política española, la que representa lo cutre que hay en ella. ¿Alguien piensa que puede ser alcaldesa  quien se salta las normas de tráfico de la ciudad que espera gobernar y huye de los agentes municipales que la quieren multar? Por desgracia, muchos aplauden sus gracias. Esperanza Aguirre es trilera, hace trampas, como decir que la candidata de Podemos Manuela Carmena no tiene nada que ver con Podemos, insinuando incluso que estaba en contra de la formación, que sería lo mismo que decir que Ángel Gabilondo no tiene nada que ver con el PSOE porque no tiene carnet; va pregonando que ella destapó la Gürtel, cuando todo el mundo sabe que la Gürtel ha salpicado a buena parte del PP de Madrid que ella debía controlar y a altos cargos de su confianza; va pregonando que si gana Podemos se va a acabar la democracia en España, algo que es una torpe falsedad que ni ella misma se cree. Doña Espe, la que llegó al poder a la Comunidad de Madrid por el oscuro asunto del tamayazo, la compra de políticos del PSOE, que fue de perlas para que los corruptos y corruptores de la trama Gürtel desembarcaran y extendieran la hidra de sus negocios por los municipios de la Comunidad. Y ese es el personaje que espera ser alcaldesa de la capital de España y que la ciudad no se merece.

Lo malo no es el bagaje personal y político de doña Espe, infame y bien conocido por el ciudadano informado, denigrante para una clase política que espera regenerarse y para el que Espe es el ejemplo a evitar, sino que su mensaje, o la ausencia de él (habla como si la ciudad de Madrid la hubiera gobernando la oposición; aboga por la cosmética de esconder la mendicidad como alguna de sus medidas estrella) adornado con gracias, salidas de tono y populismo de feria, cale en el electorado como así parece.

Doña Espe es más de lo mismo elevado al cubo. Exactamente.

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