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Esperanza o pesimismo

Por Raquel Ortiz Bolfán , 26 marzo, 2020

En el recuerdo, han quedado todas las situaciones habituales de un pasado no muy lejano que, vivíamos de forma natural sin percatarnos o ponerlas en valor. Ahora, nuestras células grises, invocan en nuestra memoria con resignación y cierto recelo, aquellos tiempos no muy alejados.

Las noticias de la aparición del COVID-19 en la China, nos situó con la mirada en perspectiva y en alerta, empatizando con su propio suceso ajeno al nuestro. Nadie podía llegar a pensar, el giro inesperado que tomaría el curso de nuestra realidad y como se revertiría la situación actual.

Tras pequeños brotes surgidos en algunas localidades de nuestro país y extendiéndose con una velocidad vertiginosa, el gobierno reaccionó a su propia velocidad decretando el estado de Alarma. Con los mismos patrones que los vividos por China y contagiándose a nivel mundial, tod@s los habitantes asimilaron las medidas preventivas como buenamente pudieron, pero nadie pudo imaginar la caótica situación mental que podría repercutir en nuestras vidas.

Este nuevo paradigma, nos ha dejado a la humanidad totalmente al descubierto. El confinamiento total o parcial, nos ha proporcionado de secuelas positivas y negativas. Estamos aprendiendo a observar, a conocernos, a ponernos al límite, a valorarnos, a ver el mundo con otra perspectiva, a querernos y a odiarnos. Estamos reinventando nuestros usos y costumbres, pero sobre todo, estamos aprendiendo a sobrevivir.

En medio de este popurrí de sensaciones y sentimientos, nos humanizamos o deshumanizamos a nuestro antojo, cada uno con su propio criterio e intensidad, y jugamos a ser juez en cada minuto de nuestro confinamiento. ¿Acaso no es parte de la raza humana? ¿Y quién puede decir lo contrario? y sino que se lo digan a Lewis Carroll…

¡A ver si te aclaras contigo misma! -Temo que no puedo aclarar nada conmigo misma, señora -dijo Alicia-, porque yo no soy yo misma…”Alicia en el país de las maravillas”

Y entre alabanzas a: todos aquellos profesionales que acuden diariamente a sus puestos de trabajo, todos los profesionales sanitarios que con dedicación y alma, están cuidando de nosotros con un riesgo mayor de exposición, todos los teletrabajadores que han tenido que adecuar su ubicación confinados y todos los que han padecido o están padeciendo esta pandemia del siglo XXI, surge nuestro propio reto, buscar en nuestro yo interior y agudizar el ingenio en un estado de aislamiento que nunca creíamos que podríamos llegar vivir. Ahora más que nunca podemos entender la privacidad de libertad, al menos fuera de nuestro propio hogar o como nosotros la entendíamos. ¡Qué bien más preciado teníamos!, ¿no os parece? No hace falta observar cuál es nuestra propia cura, la creatividad…

…Improvisamos gimnasios, formación, creamos música, jugamos, reímos y lloramos hasta que las fuerzas nos superan. ¿Hace falta decir algo más?

Claro que sí, solo una única observación. ¿Alguien ha pensado el origen de todo esto? ¿Hay un objetivo al respecto? Seguro que a muchos o muchas, les viene a la cabeza diversas teorías de la conspiración, porque al final hemos de buscar algún culpable ¿o debemos ser ingenuos?

No es tiempo de lamentaciones, ni de arrepentimientos, hay que ser positivos, reflexionar pero hacernos fuertes y seguir sobreviviendo como hemos hecho a lo largo de los siglos.

Tenemos que seguir avanzando porque el progreso destruye para construir.

Pero Alicia ya se había acostumbrado tanto a esperar que no sucedieran más que cosas insólitas que le parecía muy aburrido y estúpido que la vida siguiera como siempre…

 Echa gatos en el café y ratones en el te…¡y saluda a la Reina Alicia con treinta veces tres!

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