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ENTREVISTA A BORIS ROZAS, A PROPÓSITO DE «SOUVENIRS»

Por David Acebes , 16 octubre, 2017

Boris Rozas es un autor hispano-argentino residente en España, de amplia y reconocida trayectoria, con nueve poemarios publicados hasta la fecha, más otros dos que saldrán publicados en 2018: La ceremonia de los miedos y Annie Hall ya no vive aquí, Premio Internacional León Felipe.

Es autor de Bagajes del alma (2004), Lleno del mar (2005), Hemisferio Sur (2007), Huyendo de este jardín, me encontré con el viento (2009), Ragtime (2012), Invertebrados (2014), La senda de las espigas (antología poética del autor, 2016), La libertad de los girasoles (2016) y Primeras impresiones de un hombre en la sala de autopsias (2016).

A propósito de Souvenirs.

D.A.- En el año 2004, comenzaste tu particular «senda de las espigas», nombre que has dado al conjunto de tu obra poética, y de la que ya charlamos tiempo atrás en esta revista… ¿Podrías decirnos que te ha traído hasta aquí? ¿Por qué insólitos derroteros de la poesía has oscilado para llegar hasta a este nuevo libro que nos presentas bajo el sugerente título de «Souvenirs»?

B.R.- La voluntad poética unida a la incapacidad social transitoria pueden formar un potente cocktail en según qué momentos de la vida. En mi caso, entiendo que pude canalizarlo de una manera racional y transformarlo en mi particular punto de vista sobre las cosas que me rodean.

D.A.- ¿Incapacidad social transitoria? Qué duro. ¿Así es cómo se siente un poeta en la sociedad actual?

B.R.- Pues la verdad es que sí. El encaje que la sociedad y la cultura nos brindan a los autores es bastante cuestionable. Sin ayudas estructurales o institucionales, sin apoyos para la creación artística, sin una ley de mecenazgo, con las dificultades añadidas del acceso a determinados escenarios editoriales, sin todo esto probablemente más nos valdría quedarnos en casa y escribir por el puro deleite de hacerlo. Que no es poco.

D.A.- Y, sin embargo, tú eres un autor muy prolífico. Con este último, son ya diez los libros de poemas que has publicado, incluido una antología. Como todo gran poeta, ¿entiendes que tu mejor obra está por llegar? ¿Aún quedan otras facetas de ti que nos va a presentar?

B.R.- Sí. De lo contrario no seguiría escribiendo. Salir de la zona de confort poético es una necesidad inaplazable para el autor, y muy probablemente la única fórmula plausible para mejorar.

D.A.- ¿Qué ha supuesto para ti este año? En apenas un mes hemos conocido que has ganado los importantes premios León Felipe y Umbral de la Poesía y las Justas de Dueñas…

B.R.- Te mentiría si te dijera que los reconocimientos no son importantes, hoy por hoy representan casi la única posibilidad de aparecer con cierta asiduidad en el mercado editorial. El Umbral ha sido decisivo por ser el primero importante que obtengo en mi ciudad, Valladolid. Precisamente en estos días estoy acabando el poemario que se editará con motivo del premio, un texto muy diferente a lo que he escrito hasta ahora y que espero esté listo para el invierno.

Dueñas es claramente un referente en la historia de los certámenes de poesía a nivel nacional, además conseguirlo esconde un componente personal muy importante. El León Felipe es un reconocimiento importantísimo, probablemente un punto de inflexión en mi carrera.

D.A.- Háblanos de “SOUVENIRS”, tu segunda incursión en el mercado editorial americano.

B.R.- No digo nada nuevo si hablo de mi fascinación por la ciudad de Nueva York y su heterogeneidad a muchos niveles. Es el caso de lo musical, en particular todo lo que refiere al jazz o al blues. Ese contraste entre el viejo jazz de los barrios de Harlem o Brooklyn, frente a los nuevos clubs del Greenwich Village que lograron sobrevivir a la crisis y que exportan el nuevo talento. Sentarte un lunes por la noche en un sillón, frente a frente con los músicos de jazz, es uno de los mayores placeres que he podido experimentar.

D.A.- En consecuencia, dirías que existen paralelismos entre el jazz y la poesía o es que buscas con la temática del jazz un escenario idóneo para una poética tan diferente y, a la vez, tan identificable como la tuya…

B.R.- Recuerdo la película Whiplash de Damien Chazelle y las dificultades del protagonista por enfrentarse a lo primario de la lucha por sobresalir, lo que le lleva a la autocrítica y después a la superación, con métodos rigurosos de aprendizaje, con tiempo sustraído a la vida personal y familiar, con una disciplina cuasi espartana. Sin ese punto obsesivo, o a veces con él, comparto ese melodrama convincente del músico de jazz y lo traslado al afecto por lo poético.

D.A.- Lógicamente, para los que conocemos tu obra, vemos ciertas similitudes con Ragtime, uno de tus libros más importantes…

B.R.- Ragtime es más descriptivo que sensorial, Souvenirs es más proclive a los pequeños detalles, a la intrahistoria de los personajes arquetípicos. Ragtime se recrea en la grandeza de los escenarios icónicos, mientras que en esta plaquette mandan los marginales, los pretendidos sucedáneos de una sociedad sin día ni noche.

D.A.- Y ahora, mirando ya al futuro, cuéntanos por favor cuáles serán tus próximos proyectos.

B.R.- Como decía, en unos meses verá la luz mi nuevo trabajo, el ganador del Umbral, en el que tengo puestas esperanzas razonables por lo diferente en su concepción. Para 2018 saldrá editado el poemario ganador del León Felipe, “Annie Hall ya no vive aquí”, un libro complejo que me ha llevado más de dos años de trabajo. Como en la cinta de Woody Allen, en este libro me he permitido ciertas licencias, en este caso poéticas, que gustarán al lector de mi obra. Entre medias, se ha retrasado la edición de mis poesías completas en Méjico, pero confío en que en 2018 estén ya disponibles en España.

D.A.- Tu profesión no tiene nada que ver con tu faceta poética. ¿Es difícil conjugar ambos mundos?

B.R.- Buena pregunta. Pues con cierta normalidad, supongo, como todos los que estamos en el mundillo cultural. Trabajo en la multinacional IVECO-CNH como Técnico en Prevención de Riesgos Laborales, es decir, en un entorno industrial, rápido y muy complicado de gestionar, bastante alejado de la esencial lentitud de lo poético. Pero intento dar lo mejor de mí mismo en ambos mundos. En todo caso, es apasionante el contraste que se llega a producir en ciertos momentos.

D.A.- Para terminar, te voy a pedir que te definas como autor… Nosotros te vemos como un autor consagrado que ha alcanzado su propia voz, su voluntad de estilo. ¿Pero cómo te ves a ti mismo?

B.R.- Creo que es difícil posicionarse en un lado u otro, no hay que olvidar que nada tiene que ver el estilo de Invertebrados con el de Ragtime o Hemisferio Sur, esto es, la evolución en lo poético suele ir de la mano del propio desarrollo personal, intelectual, o de la perspectiva que se pueda tener en ese momento de las cosas. Yo no soy una excepción a esa tendencia, mi apuesta general iría en virtud de la calidad del verso por encima de lo formal o lo estético. Sin perder de vista el mecanismo social de mi tiempo, me inclino por la belleza y la musicalidad del componente lírico, su fuerza es incontestable aún hoy.

 

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