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En un lugar del Mediterráneo

Por Magdalena Cabello , 26 enero, 2015

“…En una época como ésta, tan absolutamente desmemoriada con respecto a nuestro pasado inmediato, pues es bueno saber de dónde venimos, para al menos tener una cierta idea de adónde podemos ir….”

En palabras de Serrat nos reflejamos hoy, inmersos en una historia real y que, a la vez, pareciera ficticia. Decía el cantautor del mar soleado y apabullante, aquel que un día nació en el Mediterráneo, que es bueno saber de dónde venimos. Que el pasado no es polvo chamuscado; que el presente, al fin y al cabo, es siempre “descendiente” del momento que lo creó.

Que la ignorancia que hoy nos inunde, serán errores en un futuro. Y qué gran verdad, que el futuro no se hace solo. Decía Serrat también que conocer lo que nos precede, nos ofrecería una cierta idea de adónde podemos ir. Quizás no nos permitiera saber una respuesta exacta, pero los vientos que soplan vienen de un temporal ya conocido.

En un lugar del Mediterráneo comenzó a soplar hace unos veintiséis siglos un viento que calmó la fantasía inundada de ignorancia para respirar un aire más puro, un aire que acariciaba el inicio del pensamiento. De las orillas del Mediterráneo, desde costas orientales hasta Egipto y haciendo una gran parada en Grecia, el viento inició el recorrido de la historia del pensamiento. La razón comenzaba a suspirar en su humilde morada.

Dos mil quinientos años después, en el mismo lugar del Mediterráneo, se produce otra derrota de la ignorancia. Una batalla ganada por la razón que, inevitablemente, requerirá de una gran labor en conjunto y que no cuenta con la victoria desde hoy pero que, sin duda, marcará, de nuevo, un antes y un después en el contexto mundial. De nuevo, desde Grecia, donde en un momento histórico se reunieron grandes ideas para volcar la pesadumbre de la sinrazón, volvemos a presenciar una renovación que, desde el ámbito político, nos vuelve a aleccionar.

Desde ese lugar del Mediterráneo, tan devastado e infravalorado, desde donde hoy nos reflejamos como sociedad conocedora y sabia de su pasado, volvemos la vista atrás para enfrentar el viento que el -preparado y provocado- temporal nos acuciaba desde hacía tanto tiempo.

Grecia, cuna de grandes ideas, sede de filósofos que siguen en cartel, modesta heroína que, de frente, aún sigue haciendo historia. De un lugar del Mediterráneo somos y de un lugar del Mediterráneo venimos.

¿Sería una locura sentir los vientos de la historia en un presente que busca un futuro mejor?… ¿De nuevo?


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