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¿Empoderamiento?

Por David Sánchez , 26 septiembre, 2016

La palabra empoderamiento lleva mucho tiempo circulando en ámbitos de las ciencias sociales y el periodismo. Este término conlleva, para la teoría feminista, un proceso por el cual las mujeres, bien sea de forma colectiva o individual, aumentan sus capacidades de control y configuración sobre sus propias vidas y su entorno social.

Las perspectivas que se abren a partir de este concepto pueden ser infinitas y su desarrollo resulta especialmente interesante, en un mundo en el cual la estructura social y económica son inherentemente machistas y se benefician de este hecho, el empoderamiento de las mujeres implica una excepción a la regla, un cambio que puede resultar destructivo incluso para el sistema tal y como esta construido.  Pensemos en la situación de una familia en la cual el reparto de tareas es nulo y recae principalmente todo el trabajo doméstico sobre la mujer y ambos trabajan fuera de casa, mientras esta situación se mantenga existe un equilibro, derivado de la explotación, por el cual el hombre puede llegar de trabajar y encontrarse en entorno de confort y descanso que le permite soportar el trabajo que tenga al día siguiente.

¿Qué puede ocurrir si la situación cambia radicalmente? Si la mujer decide un día ser ella la que conscientemente se harta de limpiar la mierda de todos, toma una decisión personal como mujer y consciente de la situación evidente de desigualdad decide sentar a su marido y decirle que ya no piensa seguir currando el doble por que si, para los dos y sin ninguna razón más que el diferenciarse por el género. Si esta situación ocurre en una familia, un entorno en el cual el trabajo doméstico gratuito suele ser asociado y naturalizado como correspondiente a la mujer, entonces se rompe la estructura de normalidad, el hombre no sabrá que hacer con sus calzones si nunca ha puesto una lavadora. Si es así, si ella decide no hacerlo más, por fuerza, más tarde o más temprano, al tío le tocará ponerse a aprender a trabajar en casa. Es una decisión desde la perspectiva de emancipación femenina que empodera a la mujer que la toma, le permite tener un mayor control sobre su propia vida, su tiempo de ocio o trabajo, y sobre su entorno, su propia casa y familia.

Esta situación no podemos considerarla más que como positiva y un empuje hacia delante en la lucha feminista, sin embargo, creo que deberíamos prestar atención a otro término que últimamente parece haber caído un poquito en desuso.

La emancipación, la perspectiva de emancipación que es la que obliga a realizar actos de empoderamiento por parte de las mujeres, verse en una situación sin medios, desposeídas, apartadas, relegadas siempre en última instancia al hombre. Verse, al fin y al cabo, como controladas y por tanto en una situación de lucha, de liberación, en la cual deciden ellas y no sus opresores.

Creo que ambos términos deberían ser considerados en conjunto a ser posible pues temo que el empoderamiento no siempre implica emancipación.

En una relación, ya sea esta amorosa, de amistad, familiar o de cualquier otra índole, podemos encontrarnos con mujeres que despliegan mayores medios de control, que de alguna forma podríamos decir que se encuentran empoderadas y son capaces de modificar su propia vida y entorno a su antojo. Esto, a priori, parece positivo, sin embargo, fijémonos en un caso concreto, en el cual una mujer es capaz de ser escuchada por todos los hombres del lugar, que es atendida con sumo respeto y a la cual nadie se atreve a poner en duda. Esta mujer si partiera desde una perspectiva emancipadora de obtención del poder probablemente sería una mujer que ha construido todo ello desde sí misma, pero si nos encontramos con el caso de una mujer empoderada en estos términos debido, por ejemplo, a un marido importante y ricachón es difícil que realmente encontremos allí una situación de emancipación, los hombres pueden escucharla debido a su marido, lo mismo que mantenerla el respeto y respetar su opinión. ¿Y si no fuera así? ¿Cómo se explica entonces que luego a la gran mayoría de las mujeres si las traten con condescendencia y con actitudes de superioridad? Por qué realmente saben que se encuentran ante un caso especial, una mujer poderosa, pero un poder que deriva del marido.

Aunque el ejemplo sea un tanto estereotipado este es el elemento peligroso que se puede observar en la pérdida del concepto de emancipación con una sustitución del empoderamiento, ambas como herramientas en conjunto pueden ser poderosísimas, sin embargo, el empoderamiento por si sólo puede beneficiar y liberar en algunos aspectos de su vida a una mujer en particular, pero esta despliega sus posibilidades sólo hasta donde los hombres permiten y no favorece el desarrollo de la libertad de las mujeres en términos colectivos, más bien reproduce su situación. Apliquemos de vez en cuando esta idea, en los entornos más cotidianos, en la música, en la escuela, en el arte…

Recordemos que la base es la emancipación, si no, cometeremos el error de creer que ganamos terreno cuando sólo fortalecemos redes de poder muy discretamente construidas.

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