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El mensaje verde de Nibali

Por Fermín Caballero Bojart , 28 julio, 2014
Nibali en rueda de prensa durante el Tour 2014. Foto: ASO/B.Bade

Nibali en rueda de prensa durante el Tour 2014. Foto: ASO/B.Bade

El Tour 2015 ha comenzado. Atrás quedan las noticias, la resaca, los infortunios. Así es como hay que mentalizar al corredor, al ciclista que llegó a París o al que tuvo que abandonar en la primera etapa. Por delante 340 días para prepararlo. El 4 de julio de 2015 la ciudad estrella de la Grand Départ será Utrecht. Pero hasta entonces lo importante será la regularidad en el día a día, el sacrificio en los entrenamientos, el cuidado en los descansos y la concentración en los días de competición.

Nibali, educado y espléndido, respondía al final de cada etapa a los periodistas las ineludibles preguntas que un líder tiene que saber contestar. Especialmente sobre dopaje. Se ha colgado al hombro el estandarte de la generación limpia. Una generación que sabe que la EPO fue indetectable durante 12 malditos años. Vuelven a la carga los periodistas italianos y la duda le ofende a Enzo, como Ferrari (y no precisamente Michele), que tira de autobiografía. Una vida aún por culminar; por escribir. Regular y comedido en sus declaraciones, pero pragmático. Lejos del insulso Merckx. Luego Nibali aguantó a propios y extraños aquello de “lo inmerecido”. El deporte es competición, riesgo, fatalidad, derrota, triunfo, fracaso, adversidades, superaciones. Y el ciclismo es deporte. Este Tour tiene connotaciones con la victoria de Ocaña en el Tour de 1973. Pero Nibali es justo vencedor, por definición y por regularidad. Aquí vinieron todos los que podían vencerle y solo uno sobrevivió al maillot amarillo.

Por tanto hay generación. Limpia, a pesar de lo indetectable (solo ellos lo saben). Hay ciclismo y parte de la solución la tienen “los honrados, que aún deben de reconquistar el deporte” (Lo sport del doping, Sandro Donati). Pero también hay escuela, la otra parte resolutiva para que esto perviva. Como escuela es el mountain bike, para el descenso; escuela, más antigua pero escuela también, lo es el ciclo cross, resistencia y fondo en invierno. Luego hay maestros, Anquetil aprendió a pedalear de puntillas, bajando. Y para eso hay que velar por los maestros, por los directores deportivos. En España las federaciones de ciclismo imparten cursos de monitor y director deportivo (nivel I, nivel II y nivel III). Al nivel III acceden directamente los ex ciclistas profesionales. Dice Manolo Saiz que el mejor de todos los directores fue Echávarri. Esto por la parte que le toca al pelotón español que preocupa por su falta de relevo (otra de las percepciones de este Tour). Parece que en breve los líderes españoles caerán en el limbo de los palmarés y los que vienen detrás “no tienen fuerza para mover platos de 58 dientes”, ni equipos donde experimentar lo aprendido o sueldos dignos de un país de ladrones y corruptos. Y esto sí es detectable. Y es que el patrocinio se lo lleva el intocable rey con sus fichajes millonarios que luego devuelven al Ministerio de Hacienda (el detector) un pellizco con el que se puede dar de comer a unos cuantos.

Todo contrato deportivo está basado principalmente en imagen (limpia) y comunicación (audiencia). Lance Armstrong pasará a la historia por tramposo y otros no lo harán por eludir sus obligaciones fiscales. Lo siento Miguelón, pero hay que acatar las normas, para lo bueno y para lo malo y si la UCI y ASO han decidido “desierto”, desierto se queda el Tour. Lo peor no solo está ahí. Lo peor es que el deportista español está huérfano por falta de leyes que lo amparen con panfletos (llamar sentencia a la decisión de 32 hojas que desposee a Contador sus victorias es una mofa jurídica) o con sanciones de dos líneas, o con contratos cuya letra pequeña el ciclista se traga, sí o sí, sin saber que firma. Al final siempre se politiza todo pero si empezamos a “regular” y reformar la ley, por ahí se abrirá una vía importante de futuro. Si empezamos a concienciar desde las escuelas de clubs se dará confianza. Llegarán nuevos directores y médicos deportivos, limpios y regulares, y de nuevo el inversor creerá y el ciclismo rebrotará. Verde y limpio, lejos de políticos ladrones indetectables.

Ese parece ser el mensaje verde esperanza de Nibali.

Verde como el maillot vert, al que tanta atención se ha prestado y los lectores no se pueden quedar sin saber por qué. Peter Sagan, al borde de la victoria en varias ocasiones durante el Tour 2014, no ha sido capaz de superar al sprint a sus adversarios. Sin embargo no ha sido el único ciclista de la historia del maillot verde (se instauró en 1953) que lo ha ganado sin obtener victoria de etapa. A este extraño, que no inédito club, en que acaba de ingresar Sagan, pertenecen Stan Ockers, que con 322 puntos en 1955 fue el primero, le siguieron Jean Forestier en 1957, Jean Graczyk (1958), Van Springel (1973), Sean Kelly (1983, 85 y 89), Eric Vanderaerden (1986), Eddy Planckaert (1988), Erik Zabel (1998 y 99) y Thor Hushovd (2005).

Así Sagan, que tampoco creo que lo supiera, declaró al finalizar el Tour “parece fácil, pero no es verdad”. Un mensaje claro para el premio de la regularidad. Un premio que la afición también debería de proponerse cada día, ya que con estos mensajes tan esperanzadores parece que el ciclismo empieza a brotar limpio y regular, pero Vincenzo, ¡solo el tiempo nos dirá si indetectable!


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