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El cielo oblicuo

Por Rafa Caunedo , 6 julio, 2015

EL CIELO OBLICUO

Belén García Abia

Editorial Errata Naturae

Texto: Rafael Caunedo

el cieloLa novela de Belén García Abia es breve, muy breve, y se lee en dos tandas: una durante el día, leyendo, y otra durante la noche, digiriendo.

Al día siguiente de terminar su lectura se la recomendé a mi mujer. No le dije “léete esta novela”, ni siquiera le dije “este libro”. Recuerdo que se lo tendí y me salió un “cuando tengas un rato, léete esto”.

No me obliguéis a clasificarlo, no sabría hacerlo, sabedor de que seguro habrá alguien por ahí que ya lo habrá hecho. Imagino a Belén escribiendo con guantes de boxeo, tecleando el ordenador con rabia, golpeando las teclas con la furia de una “mujer feroz”, como la protagonista sin nombre de su historia. Es una manera de escribir muy personal, tanto que no parecen frases sino bofetadas, de esas que no duelen pero escuecen, de las que te espabilan de un letargo anestésico.

“En realidad, es mi vulva la que escribe, mi vulva y mi vagina y mi útero. Son ellos y no yo”.

Y en verdad lo parece. Brevedad y concisión al servicio de la intensidad para que las sensaciones sean concentrados de rabia, de gritos, de exabruptos. Y todo justificado, con causa. ¿O no se merece un par de gritos esa ginecóloga estúpida sin tacto para ver lo que es evidente?

La no maternidad, la no fecundación, el no hijo, la no madre… ¿pero quién escribe este diario/vomitorio? ¿Acaso la no mujer? Todo se vuelca en el papel, gritando sobre él, increpándolo, golpeándolo para que absorba toda la frustración que lleva dentro, tan dentro como los miomas que como rémoras venenosas se han alojado en su útero.

Un libro crudo; hay que leerlo sin preparación, sin condimentos. Prepárate a dejarte golpear por hostias envueltas en poesía. Yo lo he disfrutado, y después de la paliza sólo me quedan ganas de atiborrarme a bombones para comprobar que la vida, después de todo, también tiene cosas dulces. Un libro duro que recomiendo sin pudor. Sube al ring y mantén firme la guardia.

Rafael Caunedo

www.caunedo.blogspot.com

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