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EL ATENTADO TERRORISTA EN PARÍS Y LA ACTITUD DE OCCIDENTE

Por Agustín Ramírez , 26 noviembre, 2015

Partamos de una premisa, y ésta es mi más absoluta condena a los hechos ocurridos en París; no hay ninguna ideología, ni política, ni religiosa, que pueda justificar una matanza indiscriminada como la ocurrida en la capital francesa.

Hace unos días que ha producido el ataque terrorista en París y el verdadero espíritu de Occidente se ha evidenciado de la manera más egoísta posible; y a partir de aquí sí me veo en la obligación moral de plantearme algunas cuestiones:

¿Por qué esta reacción solo se produce cuando los hechos, las matanzas, se producen en Occidente? Cuando estas situaciones se producen fuera de nuestro “primer mundo”, Occidente se limita a unas líneas de protesta en medios de comunicación, a condenas sin consecuencias en organismos internacionales y a los pocos días, silencio informativo y poco más.

Las cifras, quizás,  aclaren más lo que estoy diciendo; según cifras de la ONU, en el pasado mes de octubre 298 civiles murieron y 852 fueron heridos en el gran Bagdad, duplicándose la cifra para todo Irak, según cita el diario EL PAIS en su edición del domingo 22 de noviembre; además, señala el mismo diario, que según el Índice de Terrorismo Global de 2014, el 78% de las muertes y el 57% de los atentados ocurrieron en cinco países: Afganistán, Irak, Nigeria, Pakistán y Siria. ¿Alguien recuerda un bombardeo informativo y mediático como el de la pasada semana?

A modo de ejemplo,  ¿alguien recuerda alguna movilización “mediática” por la muerte de 224 personas por el derribo en Egipto de un avión ruso reivindicado por el ISIS?, ¿alguien recuerda algún “bombardeo informativo” con el atentado en Turquía que produjo 99 muertos y medio millar de heridos? Es evidente que las varas de medir la repercusión social y el impacto mediático varían según nos afecten a los occidentales o sea cosa de los demás.

Y como la matanza de París ha ocurrido en el corazón de Europa, entre el bombardeo mediático al que estamos sometidos, se escapan algunas ideas de gente que intenta buscar una explicación a semejante barbarie, y por ahí se cuela la tesis de que la actitud de Occidente puede dar alguna vía de comprensión de lo que ocurre.

Como ejemplo de ello, el  reparto del control de Oriente Medio en 1916 como consecuencia del acuerdo Sykes-Picot entre Francia y Gran Bretaña. Este acuerdo sirvió para dibujar fronteras de manera arbitraria e interesada y repartirse la influencia en la zona entre París y Londres.

La creación en 1948 de Israel bajo el auspicio de la ONU, las potencias occidentales y con la oposición de los países árabes, manteniendo ese apoyo en las ampliaciones del Estado de Israel con las ocupaciones de Cisjordania, Jerusalén Este, Gaza y los Altos del Golán y permitiendo, gracias a su poder real, el sistemático incumplimiento de las resoluciones de la ineficaz y controlada ONU.

La guerra de Afganistán y el apoyo a los integristas islámicos por parte de EEUU y Arabia Saudí para combatir la influencia soviética, dándose la paradoja de que con el paso de unos pocos años, los aliados se convierten en enemigos y son combatidos con las mismas armas que ellos les habían proporcionado, ¡cosas de la realpolitik, supongo!

La invasión de Irak por tropas estadounidenses, británicas y españolas (los de la foto de las Azores) con el pretexto mentiroso de destruir las inexistentes armas de destrucción masiva; doce años después el que fue primer ministro británico Tony Blair ha pedido públicamente perdón, admitiendo que la intervención en Irak fue una causa probable de la aparición del grupo terrorista Estado Islámico, ISIS.

No pretendo nunca justificar ninguno de los actos terroristas, ya sean en París, Madrid ( y apunto de que vergüenza debería darles a muchos de los que hoy mantienen posiciones de línea dura ver que su desidia ha propiciado el lamentable estado en el que encuentran los memoriales a las víctimas del 11M y las placas o esculturas de homenaje a víctimas de ETA), El Cairo, Ankara, Bagdad o cualquier otro lugar, pero sí habría que reconsiderar quiénes son los beneficiarios de estos conflictos (industria militar, industria petrolera, corporaciones financieras) y quiénes  las víctimas, además de los muertos, la población civil, que lo es, no solo por soportar la violencia de la guerra, sino que son víctimas por la pobreza que la situación bélica genera. Todo lo anterior explica los flujos migratorios que se están produciendo y que seguirán ocurriendo mientras las causas no sean combatidas.

Pero, mal las vamos a combatir si nuestros futuros dirigentes –ya decididos por los medios de comunicación a través de sus encuestas- defienden la idea de que, como ha declarado una representante de la “política moderna”, la lideresa de Ciudadanos en Madrid, doña Begoña Villacís “creer en la lucha de clases es deshumanizar o involucionar”.

“Deshumanizar e involucionar“es perder el poder de pensamiento y reflexión, de enseñanza a la ciudadanía, de desideologización. Es así, como se maneja a los ciudadanos; es así, como se borra el pasado para no hacer frente al futuro desde una posición crítica; es así como los medios de comunicación ya han votado por nosotros; es así como negamos “la lucha de clases”, eterno conflicto entre las clases sociales, siempre delante de nosotros, como ciudadanos y trabajadores.

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