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Donde el objeto se hace palabra

Por Fermín Caballero Bojart , 8 abril, 2014
C/Galileo, 52 28015 - Madrid Horario: Lunes a Viernes de 10 a 14 y de 17 a 21 h. Sabados: 10 a 14 h.

CENTRO DE ARTE MODERNO
C/Galileo, 52. 28015 – Madrid
Horario: Lunes a Viernes de 10 a 14 y de 17 a 21 h. Sabados: 10 a 14 h.

Excéntrico espacio que atrapa. Entre museo y editorial de ediciones únicas, artesanales, este santuario literario queda a medio camino entre Alberto Aguilera y Cea Bermúdez. ¿Quién iba a pensar que nuestras cosas acabarían allá? O ¿acá?, según desde donde se divise la historia de cada uno de los objetos personales que Claudio y Raúl, sus directores, atesoran en el Centro de Arte Moderno, en Madrid. Desde la entrada, donde me reciben con el mismo aire afectivo que hablan de sus vitrinas, te arropa el vuelo de una librería añeja, a la antigua usanza. A la izquierda ediciones de todos los autores. De todos. Del habla hispana más representativa del siglo veinte. Puro lujo sobre baldas blancas. A la derecha historias enclaustradas. Pequeños frascos, grandes recuerdos. Sinergia, esmerada con la palabra de sus anfitriones, rica en cultura, en detalles. Soberbio homenaje. Al cariño de un tintero, a una tarde de caza en forma de canana delibiana, de anteojos onnetianos, de pipa cortaziana, de pluma borgiana. Una lista desbocada de nombres (más de 80 autores, cerca de 4000 objetos) y los títulos de los libros que, de canto, acompañan al visitante en su deambular hacia el medio pasillo. Estrecho. Atrapado por la forja del olvido, por la quimera de una noche a la luz de una cremosa vela, evocadora de infancias, desde la que le alcanza el embriagador aroma del papel tratado con goma arábiga. Al fondo el taller artesano de textos inéditos.

Rumbo al detalle de cada escueta estampa encandilan, con calmos gestos, mientras narran como llegaron a engendrar el proyecto. Con el disimulo de alguien que lo sabe todo. Afinando la mejor de sus reseñas, invocan a Borges como si fuese el vecino de arriba, a Cortázar como el hombre que acude cada mañana fumando en pipa o a Onetti como su casero. Bárbaros tipos, Raúl Manrique y Claudio Fabián Pérez.

Anoto en una libreta de papel reciclado sus anécdotas para El cotidiano. “Sin problema” me habían avisado en mi llamada telefónica matutina. “Nos llamaron de la radio entramos en antena. Y allá (o acá, entre los enseres del museo) estaban al otro lado de la línea Antonio Gamoneda y José Manuel Caballero Bonald”. Y Raúl y Claudio, humildes en el silencio, testigos y fieles guardadores de sus objetos afectivos, como les gusta llamarlos, dejaron la palabra a los maestros que les desvelan. Y allá, al final del pasillo, reposa cautivo un ejemplar de la primera edición de Laberinto de fortuna con las correcciones de Caballero Bonald para la segunda. O el libro con el que aprendió a leer Gamoneda en el León de su exilio –Otra- Más alta vida. Humildes. Incunables esencias en las ondas de la Cadena Ser.

Claudicará el visitante, embelesado por la añoranza con que los oradores le cautivan. Hasta el más querido rincón del alma, de la remembranza, de aquellos que quieren transmitir por pureza, por vocación. No son coleccionistas, “no somos fetichistas”. Así, con sencillez, con la simpleza de los buenos principios, acercan el recuerdo al presente, como puente hacia el futuro.

Un inventario descomunal, cientos de objetos personales, más de cuatro mil batallas afectivas, les llevan cada día a levantar la persiana. Un centro que guarda una desenfrenada lista de recuerdos de autores que destilaron ingenio, que cambiaron el rumbo de la historia cultural del siglo XX. Mientras fumaban, escribían, dibujaban, pintaban y publicaban las novelas que bajo la ciega luz del anochecer desvelaban a millones de lectores, amilanando sus pupilas. Diseño de librero a la antigua usanza, de luces a media espuma, de tintas a medio vuelo, de estantes a media altura, de música a media alzada, de mitades y enterezas acristaladas a las que uno solo puede mirarse en la voz de sus obras. ¿Quién iba a pensar que sus cosas iban a ir a parar allá? O ¿acá? Solo ellos. Raúl y Claudio: “en septiembre reviviremos la alcoba de Onetti en la Casa América”. Solo ellos rescatan el recuerdo con esa fragancia de excéntrica y dulzona esencia, genuina, que transpiran todas sus vitrinas y anaqueles.


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