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Dioses y demonios

Por Miguel Angel Montanaro , 28 enero, 2014

Al final van a tener razón el universal san Juan en su Apocalipsis y nuestro Juan Manuel de Prada en toda su obra, impregnada a menudo por el rastro que deja la eterna pugna entre el bien y el mal.

El mundo se debate en una épica batalla entre el cielo y los infiernos; y no me digan que lo del FMI y su tiránica ama de llaves no huele a demoníaco.
A azufre, que diría Chaves en forma de ánima –si los espíritus tuviesen forma–, o de pajarillo.

No encuentro otra explicación a una maldad como ésta, la del FMI, de unas dimensiones cósmicas, que insiste en que nos postremos ante el tótem de la economía para ser sacrificados.
La economía de ellos y sus amos –a los que nunca veremos su rostro–, y que consiste en subirse el sueldo como hizo el año pasado la directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, que cobró, por no decir se llevó, 350.000€.

Más de 58 millones de las lloradas pesetas por tomarle la temperatura al agua de los jacuzzi en los hoteles de lujo donde se hospeda en sus viajes; y en los que imagino, medita, cuanto deben bajarse el sueldo los afortunados que todavía no lo hayan perdido en este mercado de esclavos –antes llamado España–, que tanto le gusta a los inversores chinos y a los jubilados británicos.

Porque, por si no lo sabían, la última recomendación de esta sacerdotisa del dios dinero, es que los que ganan poco, ganen todavía menos.
Según el FMI, hay que abaratar los sueldos para que la economía crezca.
Y todos sabemos que las recomendaciones del FMI, son una amable manera de ordenarnos lo que sea que hayan decidido esos capitostes, que viajan en jets privados, desde los cuales admiran el planeta tan cuco que se están comprando.

Qué terrible esta sociedad, donde nuestros amos usan nuestra indolencia y nuestra pasividad como armas de destrucción masiva.
No sé si llegaré a ver el Fin de los Tiempos, de hecho, no sé si llegaré a fin de mes.

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