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Desde las profundidades hacia todos los públicos

Por Adrián Magro de la Torre , 28 mayo, 2014

Antes de que Extremoduro, el grupo de rock transgresivo liderado por Roberto Iniesta e Iñaki “Uoho” Antón, y secundado por Miguel Colino (bajo) y José Ignacio Cantera (batería), comenzase su última y esperada gira de conciertos, hubo un par de acontecimientos a señalar en la vida de esta popular banda: su nuevo disco, “Para todos los públicos”, y una historia autorizada, “De profundis”, firmada por Javier Menéndez Flores.

Miembros actuales de Extremoduro. De izq. a dcha. Robe Iniesta (voz y guitarra), Iñaki «Uoho» Antón (guitarra), Miguel Colino (bajo) y José Ignacio Cantera (batería).

Para abrir boca no hace falta comenzar con presentaciones. Por lo menos, no en este caso. Estoy seguro de que no voy a descubrir nada que no se sepa: ni soy un intermediario que hace publicidad gratuita ni cuento lo que ya presupongo que sabéis. Hablar de Extremoduro es hablar de algo más que del grupo de rock en castellano de mayor éxito actualmente, capaz de llegar a todos los públicos colándose en lo más alto de las listas de ventas –y sin ningún tipo de promoción, ojo, cosa impensable dados los malos tiempos que corren–, o de llenar cualquier recinto en el mismo instante del parpadeo. (En Cáceres, por ejemplo, y a pesar de la final de Champions League, triunfaron.)

Veintiséis años después aquí sigue/n –y se dice pronto, dada la multitud de grupos que ni siquiera pasan del estado larval–, de pie, dando guerra, haciendo lo que les sale de los güevos, algo que yo respeto como máxima a seguir durante el trayecto que empieza y termina prácticamente de la misma manera: siendo fiel a uno mismo, desde el principio, hasta el final. “No me gusta que todo el mundo conozca mi cara. No es mi cara la que tiene que llegar a todos los lados, sino mi obra. Quiero que los medios hablen de nuestros discos y de nuestra actuaciones, no de cómo soy, cómo es mi cara, cómo es mi rollo, cómo me divierto y qué hago”, ha defendido Iniesta en más de una ocasión. Considerado como uno de los mejores compositores de este país, el de Plasencia –pese a afirmar lo siguiente: “El mundo es muy grande y me da igual cuál sea mi tierra. Me toca los cojones. Yo soy del mundo. Como el burro, no de donde nada sino de donde pace”– es un tipo tan deslenguado como locuaz, que habla igual que escribe, habiéndose ganado a fuego su status, y, lejos de retirarse –ay, aún recuerdo cuando las musas decidieron abandonarle durante seis largos años–, lo sigue demostrando, letra a letra, canción a canción, con esa mezcla de zarpazos y lirismo que le hace único, inimitable: “Mis canciones son como trucos de magia; si desvelara el secreto de la composición se rompería el encanto”.

El pasado 8 de noviembre vio la luz su último disco de estudio: “Para todos los públicos”, un conjunto de nueve cortes que –la verdad sea dicha aunque duela– resulta un tanto irregular. (En mi opinión, será difícil que cualquier nuevo trabajo pueda superar a “La ley innata”, aun sabiendo que a muchos de sus seguidores no les gusta el nuevo rumbo/cariz que la banda ha adquirido en los últimos tiempos.) Sin embargo, el título no puede estar mejor escogido: hay de todo y para todos; nadie, por tanto, puede sentirse indiferente. “Locura transitoria”, por ejemplo, es la gran prueba de ello: va y viene y sube y baja y cuando parece que va a terminar, continúa. Pero para llegar a ello, se nota que hace falta mucha pasión y mucho trabajo: “Cuando la canción nos dice que ya está contenta, la damos por terminada”, ha rebelado Iñaki “Uoho” Antón, alma máter del grupo junto con Robe, y brazo derecho de éste –al primero, se le atribuye la cabeza, mientras que al segundo, el corazón–, quien, desde su llegada, le puso orden al caos y supo equilibrar sensibilidad y precisión, alma y aritmética. Otras canciones que habría que destacar dentro del disco son las cañeras “¡Qué borde era mi valle” y “Mi voluntad”, seguidas muy de cerca por “Entre interiores” y “Poema sobrecogido”. Otra historia es hablar de “El camino de la utopías”, pese a que ya llevaba sonando un tiempito en formato acústico y en la anterior gira del grupo, “Robando perchas de hotel”. Simplemente, PRECIOSA.

En cuanto a “Extremoduro. De profundis. La historia autorizada” poco tengo que decir: si eres un fan acérrimo y aún no lo tienes, no sé a qué coño esperas. El libro, escrito por Javier Menéndez Flores, periodista y biógrafo de artistas como Joaquín Sabina o Dani Martín, habla de la creación, de los orígenes y la evolución del grupo (“Desde el primer día que toqué en público y la gente no se fue, vi muy claro que eso podría funcionar. Sabía que lo que hacía estaba bien”, explica Iniesta echando mano de sus recuerdos), de todos los discos publicados (dentro y fuera de la formación, recopilaciones incluidas), y, sobre todo, de la vida y poesía contenida en las canciones, analizadas prácticamente verso a verso: palabras y significados más utilizados, temas recurrentes (amor, desamor, sexo, drogas, marginalidad), estilo, de dónde le viene a Robe eso que llaman inspiración, etc., ya que, sencillamente: “Es vital, para disfrutar de la vida, aprender a reconocer el valor de las cosas inútiles, como por ejemplo: la poesía, subir a una montaña, afilar un palo con un navaja, el voto inútil, echar pan a los gorriones o hacer canciones para la paz”. Firmado, Extremoduro.

*Todas las citas recogidas en este artículo pertenecen al libro referenciado: “Extremoduro. De profundis. La historia autorizada”, escrito por Javier Menéndez Flores. Editorial: Grijalbo.

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