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Corte de mangas

Por José Luis Muñoz , 10 enero, 2015

CharbEstamos acostumbrados, sobre todo a través de los modelos que nos ha ofrecido a lo largo de decenios la cinematografía norteamericana, a identificar al héroe con un tipo fortachón que tanto dispara sus puños contra el contrario como lo abate con su pistola magnum. Se ha tratado de hermanar heroicidad con violencia. Se habla mucho de los héroes en tiempos de guerra, de esos soldados que se convierten en máquinas de matar y son condecorados por sus superiores a pesar de que su supuesta heroicidad nace de un miedo irrefrenable a la muerte que los vuelve irresponsables como a otros les puede dar por quedarse bloqueados.

Mi concepto de heroicidad va por otros derroteros. Héroe, para mí, fue un anónimo policía español que se lanzó al rail del metro cuando entraba un convoy y salvó in extremis de morir triturado a un borracho que cayó del andén; lo hizo como un movimiento reflejo a pesar de que ponía en juego su propia vida para salvar la de un desconocido que, a lo mejor, ni se lo agradeció; el héroe anónimo huyó de la notoriedad después de su acto heroico. Héroe, para mí, fue Vicente Ferrer que dedicó buena parte de su vida a sacar de la pobreza a miles de hindúes abandonados de la mano de Dios, que no les dio limosna sino que les enseñó a cultivar para que fueran autosuficientes, sembró cariño entre ellos y recibió adoración.

En estos días luctuosos para Francia, Europa y el mundo civilizado que ha sido asaltado por una banda de bárbaros fanáticos, nos hemos encontrado con unos caricaturistas que se han convertido en héroes, a su pesar, al ser ejecutados sin piedad por sus verdugos fanáticos que espero ardan en el infierno. Charb, el director de Charlie Hebdo, sabía que iba a morir desde hacía tiempo, estaba preparado para ello, no iba a claudicar ante los intransigentes fascistas que matan en nombre de Alá, no estaba dispuesto a morderse la lengua ni a vivir de rodillas; por esa razón, según revelan algunos datos sobre su asesinato, el heroico humorista director de la publicación recibió los balazos de sus asesinos haciéndoles un expresivo corte de mangas.

Un corte de mangas para esos fanáticos obsesionados con el degüello que no entienden nada de la vida y por eso extienden la muerte a su paso.

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