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Conferencia Isabel-Clara Simó

Por Miriam Alonso , 23 mayo, 2017

Fuente http://www.saoedicions.com

 

Hay gente que llega a los demás, gente que es buena comunicando, por eso las universidades les invitan a dar charlas, coloquios, o lo que vosotros queráis, para ilustrar a otros en la materia que les apasiona.

Es el caso de Isabel-Clara Simó y también el de la excelsa audiencia que tuvo de visita en la Universidad Politécnica de Valencia, para dirigir la conferencia “Saber leer, saber escribir”.

 

Dijo cosas chocantes en principio, como que el argumento de una novela es lo menos importante en la misma. Luego mencionó a aquella generación de adelantados de principios del siglo pasado, que rompieron esquemas populares novelísticos para convertir el producto en  nuevos libros que hacen pensar y hacen sentir. Citó a Sartre, a Joyce, a Woolf, a las atmósferas de Faulkner y al lector como parte imprescindible de la creación de la novela, porque la conferenciante apuesta por esta premisa: somos creadores cuando leemos. La televisión es pasiva, no cansa, por eso hay tanta gente enganchada, sin embargo leer es activo y quien sostiene un libro entre sus manos está trabajándolo”.

También habló sobre escribir, por supuesto, y de nuevo se refirió a esos de principios de siglo que convirtieron al autor, según ella, en otro personaje gracias a herramientas como el monólogo interior, que se debe manejar con maestría para que el lector comprenda a un personaje sin que este hable de sí mismo, si no de cómo percibe la realidad, cómo le afecta en determinado momento, o cómo se le describe mediante impresiones externas.

Para otros escritores como yo que estaban en aquella sala del Edificio Nexus, dio cuatro consejos magistrales que reproduzco a continuación y servirán de cierre a esta columna estrenada con placer, donde deseo tratar otros temas interesantes, relativos a la escritura, una o dos veces mensuales:

-Primero: hay que anotarlo todo, palabras que no suenen familiares, cosas que nos llamen la atención, pequeños detalles, ideas. Hay que hacerlo porque nos sentimos abocados a anotar la realidad.

-Segundo: hay que escribir en dos tiempos, automático y revisado, donde se quita lo que sobra siendo autocrítico. No hay que desviarse por modas, hay que escribir lo que a uno le apasiona.

-Tercero: hay que leer como escritores, espiando lo que han hecho otros y el por qué lo han hecho.

-Cuarto: hay que escribir cada día, todos en absoluto, si no diez páginas, diez líneas.

Solo con estas prácticas uno llega a convertirse en escritor.

Saludos, lectores, desde este nuevo espacio en El cotidiano, columna modesta que pienso llenar de contenidos más que entretenidos e irreverentes, procedentes también de una escritora errante. Me encanta el concepto.

 

¡Gracias por venir!

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