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Concierto VN «Lachrimae». Ciclo Juan Vázquez

Por Francisco Collado , 19 marzo, 2019

Nada hay más universal que la melancolía. El hombre parece destinado a destilar sus sentimientos,cribándolos; en mayor número de ocasiones; en el tamiz de la tristeza que en el de los gozos. Reflejo de ello, son las obras musicales que nos hablan de suspiros, lamentaciones varias y sollozos. Cada país acoge la expresión del sentimiento acorde a sus características vitales y sociales. Buen reflejo de ello es este programa que VN nos presentó en la clausura del Ciclo Juan Vásquez. Una paleta cromática de sentimientos diversos, de afectos no correspondidos y de lamentos elegíacos. Cada uno refleja, en la forma y el fondo, las tribulaciones del autor  y sus vivencias, cautivos de sus orígenes y experiencias vitales.

La cantata a dos voces y continuo “Lamento degl´occhi per non potersi vedere l´un con l´altro”, fue desgranada por Víctor Sordo y la contralto Sonia Gancedo. Tras una deliciosa y reposada introducción al archilaúd (casi una pavana), de Manuel Minguillón, dio paso a los ecos de un inconfundible e italianizante sabor. Una muestra de la calidad que el género de los duetos barrocos (aparte de Händel), alcanzó en la época. Los círculos aristocráticos demandaban este tipo de duetos a partir de 1680. El dúo, extrajo la mediterránea sensualidad que solicita la obra del organista y autor de cantatas Cristoforo Caresana (c.1640-1709), sin perjuicio del gusto por el contrapunto del norte. Caresana fue uno de las mayores figuras musicales napolitanas de la segunda mitad del siglo XVII. Las voces se fusionan o forman contrastes según los requisitos dramáticos de cada pieza en Europa.

 

La obra de Monteverdi “In un Fiorito Prato”, (Acto II. Orfeo), desgranó un profundo sentimiento en ese “recitar cantando” florentino, al que el autor insufló esa emoción que rompía el rígido esquematismo, llenándolo de humana vibración. Se extrajo con solvencia y técnica el pathos que solicita esta partitura, que anuncia el paso del Renacimiento al Barroco.

Manuel Minguillón arrancó precisas y emotivas notas a la “Toccata del Sr. Arcangelo”, compuesta por el organista y archilutista Arcangelo Lori (Arcangelo del Leuto.1615-1679). Un bello y melancólico ejercicio de digitación que con profusión en el uso del bordón y abrupto finale. (Libro di leuto di Giuseppe Antonio Doni» (Perugia sec. XVII), p. 50-51). Lori al parecer nació en Roma. De su actividad como archlutiste y virtuoso teórico, solo queda un ejemplo: La Toccata de S. Arcangelo, presente en el (Libro de Leuto de Giuseppe Antonio Doni (manuscrito conservado en el Archivo Estatal de Perugia, Arch. Fiumi Sermattei, VII.H. 2, c. 25, ver Fabris).

La monteverdiana “Tu se’ morta” fue estrenada en el Carnaval de Mantua (1607). Es un airoso del acto segundo de “La favola d´Orfeo”. Riqueza expresiva en los matices, definición en los distintos estados anímicos y control en los acerados agudos cuando habla de subir a las estrellas, y en los graves cuando habla de descender a los abismos. Una interpretación íntima y dolorosa, para la tristeza que requiere este recitativo, donde Orfeo ha recibido la noticia de la muerte de su amada Eurídice. Monteverdi juega ingeniosamente con tres notas, para describir el dolor y la desesperación.  Un intervalo inicial impresionante (Si bemol, fa diesis y resolviendo en sol natural). El juego armónico es de impresionante belleza.

El bloque italiano finalizó con la interpretación de la Cantata a dos voces sobre la Ciaccona “Lagrimosa beltá”. Un compás, cuando menos atrevido el de la Chacona, cuyo ritmo ternario, festivo y erótico,  quizás no es el más adecuado para la expresividad de la melancolía o para el contenido de la letra. Uso del rasgueo en la cuerda,

La lluvia llega a una hora,

Después la serenidad, y después el rayo,

El trueno.

Quien se mostró cruel

No merece el perdón,

Y los que son infieles

a los amantes y atinaron con la f lecha del

impío rigor

les espera lo mismo.

Expresividad para diluir los distintos estados anímicos, fresco diálogo entre las voces y gran belleza melódica. Giovanni Felice Sances (1600-1679) es más conocido por su precioso Stabat Mater. Esta cantata es la número doce de su segundo libro de cantatas.

Quizás para el oyente de raíces latinas la sección alemana es la que mayor “dureza” ofrece al oído, debido a la pronunciación del alemán. Un idioma que se nos antoja escasamente expresivo o musical.

 

Johann Hermann Schein importó las referencias estilísticas italianas a la música germana. In grossen traurigkeit (Johann Hermann Schein: Sämtliche Werke, 2 Bd.

Leipzig: Breitkopf & Härtel, 1914. Plate J.H.S. II.Arthur Prüfer (1860–1935) está inspirado en 2. Corinth, l.v. 5, nos habla de una gran tristeza. Tras una delicada introducción de Manuel Minguillón, el dúo se sumerge en un torrente de intenso poderío vocal.

Sonia Gancedo, con hermosos adornos en la zona instrumental, interpretó  la profunda congoja de “O meine Seel, warum bist du betrübet?”. Esta es una partitura pausada con profusión de negras, blancas y escasas redondas. Una obra que habla de la tristeza del alma, perteneciente al Symphoniarum sacrarum IIIOp. 12: No. 22, O meine Seel, warum bist du betrübet, SWV 419. Casi no ha sobrevivido la obra secular del turingio Heinrich Schütz, que bebió de las fuentes de la escuela veneciana y los compositores de la escuela holandesa, siendo uno de los últimos autores que escribió en un estilo modal, con uso intensivo de la imitación y sensibilidad extrema en los acentos.

Ach, dass nicht die letzte Stunde”. BWV 439.  Para esta obra de Bach, el archilaúd presentó una cadencia melancólica. Se introduce el tenor a capella, le responde la cuerda con hermoso parlamento e impecables acordes, después se hibridan en intenso diálogo. Esta es una de las partituras “dudosas” de las que publicase el editorShemelli en Leipzig. La autoría es cierta tan solo para tres de las canciones delGesangbuch. Posiblemente, Bach escribió líneas de bajo para las otras y modifico algunas melodías.



Finalizó el bloque germano (tan ajeno al oído mediterráneo) con la partitura de Johann Hermann Schein  “Ach Amor du liebstesgott”, con un intenso prólogo de Victor Sordo que culmina en dúo. Un entretenido interludio de Manuel Minguillón ilustró sobre las características de los instrumentos, la forma de ejecución y otras anécdotas.

En el segmento ingles del concierto, el cambio cromático es notable respecto a la tradición alemana. Victor Sordo engarzó instantes descriptivos de profunda tristeza para el “Oh Theseus”, perteneciente al “Ariadne´s Lament” del organista Henry Lawes (1659-1695). 1669 in Select Ayres and Dialogues to Sing to the Theorbo-Lute or Basse-Viol, book 1. Desde el inicio de esta obra, queda patente que ya nos encontramos con un barroco rabiosamente británico, pleno de la nostalgia insular del periodo.

Flow my tears” (The Second Booke of Songs or Ayres” para voz y laúd de 1600), es un estándar de concierto, La obra del más melancólico de los compositores ingleses, es de una sutil delicadeza. En el sonido sosegado del laúd esta composición (antañoLachrimae Pavan), encuentra el reposo al que invita la forma de pavana de este motivo lagrimeante. Un aire silábico de John Dowland (arreglado de alguna obra predecesora), que desciende desde el la hasta el mi, tono por tono. Esta es una de las composiciones más hermosas de este periodo. El laudista extrajo un sonido hermoso y pulcro, con ese intervalo de cuarta descendente, que evoca la lágrima que resbala. Bellos instantes en que, la soprano adensa la voz para evocar. Intensa y renovada línea vocal (a diferenta de sus obras estróficas), con ese delicado dibujo armónico que es el “alma mater” de la pieza: and teares, and sighes, and groanes” (re/fa, fa/la, la/do), gradación que cualquier aficionado puede reconocer. Una paleta cromática ascendente, que describe los infortunios y tristezas que el autor vivió y reflejó en esta inmensa obra, que bebe de la teoría helénica del tetracorde. Tras ella, compondría otras pavanas en modo eólico. Second Booke of Songs (1600), el cual está dedicado a la condesa Lucy de Bedford y fue compuesto cuando Dowland todavía estaba al servicio de Christian IV de Dinamarca.

Del mismo compositor, con certera pulsación, el laudista, Manuel Minguillón, arranco un eco nítido, con hermosas transiciones para desvelar ese “sonido Dowland” que dibujan las cadencias lentas de la pavana “Lachrimae, asociada orgánicamente; sin dudas; a la anterior obra del concierto.

La ausencia de Purcell en un programa de estas características hubiera sido un anatema. El mejor de los compositores ingleses solicitó del regreso del archilaúd para el dúo “Lost is my quiet”.Z502 Cadencia barroca en estado puro. Hermosas armonizaciones. Ensoñadora esa cadencia del dúo: “for ever, for ever”. (Palabras escritas en la partitura separadas, en su forma más arcaica). Un final apoteósico para el bloque británico del concierto.

Ay mísera de ti, Jerusalem”, del arpista portugués, Juan Serqueira de Lima (Tonos humanos del barroco en la Península Ibérica 1994. ISBN 4-81 -009 X. Gerardo Arriaga), forma parte de la comedia “El Austria en Jerusalem” de D Francisco Antonio Bances Candamo. Concretamente este fragmento es el canto durante el sueño de Federico, de la dama Jerusalem, vestida de turca y el viejo Jeremías, que se unen en dúo. También se hace referencia a esta obra en “Músicos de las compañías que residen en esta Corte: Músicos y empresa teatral en Madrid en el Siglo de Oro” de María Asunción Florez Asensio (Consejería de educación. Comunidad de Madrid). Allí encontramos que “se conserva parte de la música de El Austria en Jerusalén, en un manuscrito de la Cofradía de la Novena” (sic). Esa era una cofradía de comediantes. Serqueira está considerado como el músico más prestigioso de su tiempo. No encontramos muchas explicaciones en los críticos sobre la fecha de composición de El Austria en Jerusalén. (Biblioteca Nacional de España Mss/13622. Fol. 65. (Obra nº 59), donde; curiosamente; la música aparece atribuida a Miguel Ferrer, otro autor ligado al mundo de la comedia.  Francisco Bances es un enérgico eslabón entra la vieja Weltanschuung Barroca y la nueva cosmovisión ilustrada. También aparece en el manuscrito (Gayangos-Barbieri) Serqueira (c.1655-1726), fue arpista y director musical en Autos Sacramentales. Serqueira fue figura fundamental en el teatro de la época. En 1691 fue encarcelado por la Inquisición, ya que estuvo amancebado con “La Grifona”, la hizo retratar muerta y rezó el rosario ante su retrato, flanqueado por dos luces y” colocado en un nicho con dos cortinas” (G, 198). Estuvo casado con la actriz Teresa de Garay, de la cual se separó y murió en la miseria.

“Ay mísera de ti Jerusalem”, (se me antoja en la línea de los compositores ingleses de la época), fue iniciado a capella por el tenor, secundado por Sonia Garcedo, en un hermoso juego de pregunta-respuesta, con cambios de tempi y estilo, hasta retornar al primer tema. Con emotivos fragmentos:Convierte al Señor…hasta morir en un inefable “Jerusalem

“¿A quien me quejaré? (IPEM, pp. 54), es un solo humano. “Tonos Humanos” era la definición que se daba a canciones de contenido profano, para diferenciarlas de los “Tonos Divinos”. Fueron el género más afamado de la época (con permiso del villancico), cantados en tabernas, teatros o en la propia Corte, y fueron seña de identidad de nuestro Barroco. La guitarra barroca, muy especialmente, y el Archilaúd, son los instrumentos del momento, ya que sus cadencias rítmicas se identifican con el hispano acervo, frente a instrumentos o armonías foráneas. Esta obra es un canto  lleno de desolación al dolor del amor, con alternancias en el tempi y aplicación de rasgueo brioso en el archilaúd, con retorno al primer tema: ¿A quién, a quién

“Mas ¡Ay de mí!”, (Cantada al santísimo a voz sola), de Sebastian Durón el adalid de la música escénica, continúo con el programa del concierto. Una catarata de corcheas al inicio, recitativo y aria alternado al modo italiano. Esta es una obra que arrastra cierta polémica. Durante tiempo fue la edición de John H. Baron en “Spanish art song in the seventeenth century (1985”) el santo grial de “tonos” en español,sobre todo para el mundo anglosajon. Pero en el archivo de la Catedral de Guatemala lo reproducido guardaba algunas diferencias. El MS 259, dejó patente errores en la edición. La edición comenzaba con ¡Ay de mí! Eludiendo el “más”, que sí existía en el original, aunque aparecía tachado. En el original, las notas eran cuatro (no tres). Además la edición contenía numerosos errores en la colocación del texto, silábas ubicadas de modo erróneo, que desvirtuaban la acentuación y malas lecturas de silencios o notas. Con el añadido de algún bemol de regalo.

La transcripción para laúd de M. de Fuenllana sobre “Con que la lavaré” fue ejecutada por el laudista con digitación precisa y cadencia reposada, enriqueciendo las variaciones de las tablaturas que el vihuelista madrileño escribió en el “intitulado” Orfhénica Lyra. Este es el villancico que aparece en mayor cantidad de fuentes durante el siglo XVI

El dúo “Morenica, dame un beso”, un madrigal con diálogos pícaros, de sabor netamente popular, trajo remembranzas del clérigo pacense Juan Vásquez. Los rasgueos enfatizan el estribillo de un amante que sale escaldado del encuentro con la amada.

“Duélete de mi, señora, villancico secular de Juan Vásquez fue el vis  “lacrimoso”, ofrecido por VN para este broche de oro del ciclo dedicado al compositor pacense y organizado por el InDiCCEx y la colaboración de Diputación Provincial de Badajoz, del Conservatorio Profesional Juan Vázquez, de la Biblioteca del Centro de Estudios Extremeños, de la Biblioteca de Extremadura y de la asociación cultural Coro Amadeus de Puebla de la Calzada. Enhorabuena.

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